El aprendizaje a partir de la experiencia en The Workshop Mérida

Katia Rejón
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Miércoles 26 de junio, 2019

“Buscamos que el aprendizaje sea cercano a la realidad, que tenga un significado en su vida. A partir de ese reconocimiento se involucran más, tienen creatividad para solucionar problemas y aprender colaborativamente que es la base de la escuela”, explica Jessica González, coordinadora de primaria de la escuela The Workshop en Mérida.

Del 25 al 27 de junio los alumnos de kinder, primaria y secundaria presentan proyectos de ciencia, arte, gastronomía, anatomía, naturaleza y cultura, pero desde un enfoque complejo y especializado: alumnos de kinder que diferencian cardenales de pájaros carpinteros y saben su nombre en maya, español e inglés; de primaria que realizaron un árbol de la vida con barro de Metepec, o jóvenes de secundaria que explican con seguridad el proceso de creación de un bioplástico a partir del mango.

The Workshop es una escuela de Mérida fundada hace 30 años. Pertenece a la red de escuelas internacionales de la Universidad de Cambridge; la primaria y secundaria están incorporadas a la Secretaría de Educación Pública (SEP) y en agosto abrirán la primera promoción de preparatoria que estará incorporada a la Universidad Autónoma de Yucatán.

Desde hace cinco años, en lugar de una junta de cierre con los padres de familia, exponen proyectos. El recorrido inicia con una exposición fotográfica de los niños de kinder coordinado por su maestra de inglés. La idea era encontrar las letras del abecedario en las instalaciones de la escuela: una O en un agujero, una A en ramas, e incluso una S formada por las escaleras en un ángulo específico.

Reconocer el lenguaje de la estética y el arte en todos lados es fundamental, dice la coordinadora de primaria. “Que aprendan a leer el mundo que les rodea y no sólo las letras”, acota González.

La mayoría lleva trabajando en los proyectos desde enero y como el proceso es igual de importante que el resultado, muestran las pruebas o los prototipos. Hay en cada estación información del objetivo del proyecto y fotografías de ellos realizándolo. Los alumnos de primaria y secundaria preguntan: “¿en español o en inglés?” antes de explicar su tema. Los de secundaria cuentan la historia del chocolate en francés.

En la misma área donde chicos montan su proyecto de robótica, otras jóvenes muestran un bioplástico que tarda dos meses en degradarse en un entorno de compostaje. Cuentan que un día dejaron un pedazo en el laboratorio y al día siguiente un bicho se lo había comenzado a comer. En la mesa también muestran que su resistencia permite sustituir el plástico para embolsar ligas, lechuga u otras frutas.

Dos jóvenes de primero de secundaria explican la importancia de las abejas meliponas y las plantas nativas del estado. Están conscientes del crecimiento de la ciudad y la extinción de muchas especies por la deforestación. Lo aprendieron directamente de los científicos del Centro de Investigaciones Científicas Yucatán (CICY) a donde acudieron para oír de flores nativas y cómo reconocer las que tienen en el plantel; a un meliponario para que les explicaran sobre el tema, y un profesional fue a las instalaciones a mostrarles los diferentes tipos de tronco.

[b]Emociones a la par de habilidades científicas[/b]

Las emociones, el arte y la representación cultural es igual de importante que las habilidades científicas. Alumnos de primer y segundo grado de primaria realizaron un Museo Maya con sus creaciones, urdieron hamacas y cosieron vestidos mayas prehispánicos.

“El proyecto de identidad inicia desde maternal uno. Para entender otras culturas y la diversidad cultural necesitan primero ellos saber quiénes son y qué relación tienen con el entorno. No es nada más un tema de historia, geografía o cultura sino que todos los temas tienen que hacer la relación: ¿qué tiene que ver conmigo el henequén?, ¿qué tiene que ver conmigo la hamaca? Hacer una conexión muy clara de que eso es parte de su persona, identidad y autoconcepto”, platica Pamela Villanueva Arredondo, coordinadora de área académica y quien dirige los proyectos de identidad cultural.

Iván es un niño de primaria y quien se acerca a los adultos para preguntar si desean saber sobre el autoconcepto. “El autoconcepto es investigar a fondo sobre uno mismo. Cuestionamos a familiares para preguntarles cómo creen que somos y ver si somos como que creíamos. Nos dibujamos y comparamos nuestras características, luego hicimos estas cajas donde pusimos lo que nos representa. El mío es el que tiene el baloncito”, dice.

Para la diseñadora gráfica y directora de arte y cultura de la escuela, Elisa Ramírez Franco, todo se basa en las habilidades intelectuales, motrices y creativas. “No sólo desde poner un biombo porque se ve bonito, sino cómo llegaron a la conclusión matemática de trenzar el hilo de cierta forma. La habilidad de pensamiento es fuertísima”, opina.

Jessica González es maestra desde hace más de 25 años, y se define como una apasionada de la educación. “La educación es un medio de transformación de un país. Tenemos que empezar en la educación si queremos mejorar al país en todo sentido. A través de la educación mejoras la economía, el pensamiento. La mejor forma de hacerlo es darle a los niños las herramientas para transformar nuestro México”, finaliza.