"En Ganso Azul todo es transparente", dice contadora de la compañía

Texto y foto: Gina Fierro
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Viernes 3 de mayo, 2019

“Agua suave o tierna” es el significado de Muna, uno de los 106 municipios de Yucatán, del cual se sabe poco. Su fundación se remonta a tiempos prehispánicos y a comparación de otros municipios cercanos a la capital yucateca, hoy conserva un aire de austeridad, alejado del urbanismo que transforma poco a poco sus alrededores.

María Carrillo es originaria de ese lugar, tiene 34 años y es la menor de cuatro hermanos, quienes crecieron aprendiendo las prácticas de la cosecha. “Cuando éramos chiquitos, mi papá nos llevaba a cosechar, nos ponía a bajar elotes o piscar cacahuate. Necesitaba gente, íbamos mis hermanos y unos niños de la colonia; a cada uno nos pagaba por el galón, el cubo, la bolsa o la pita; si la llenabas, era un costo, y si el cacahuate que ponías estaba limpio la ganancia era mayor”, detalla en entrevista con [i]La Jornada Maya[/i].

El padre de María conserva sus parcelas en las que cosecha elote y otros productos, los cuales llegan al mercado del municipio donde su esposa los pone a la venta: “Mi mamá está en el mercado, tiene una mesita ahí con mi abuela y venden lo que mi papá cosecha. Así todos los días”.

Sus padres son muy arraigados a la tierra y poco les llama la atención trasladarse a Mérida, donde radica María. “Mi papá es muy de sus parcelas y sus animales, aunque a las parcelas no le gana, pues no es negocio para él, sólo entretenimiento, dice. ‘Si no lo hago me muero, siento que me estoy poniendo viejo y si no hago algo ahorita que puedo, después me voy a arrepentir’, afirma”.

María fue la última en salir de su casa, dejó Muna a los 18 años para buscar una oportunidad de estudio en Mérida, donde cursó la carrera de contabilidad en la UADY.

Como hija menor, fue difícil separarse de su familia, especialmente de su madre, quien se había quedado sola en casa, pues cuando María cumplió la mayoría de edad, el resto de los hermanos ya se habían mudado de ciudad. “Y cuando decido venir acá a Mérida, le dije a mi mamá, ‘vámonos’ y no quiso, respondió: ‘qué voy a hacer allá, voy a estar encerrada, no me gusta, y voy a andar en camiones’. Entonces se quedó sola en casa mientras mi papá trabaja. Y por eso me costó mucho salir de mi casa”.

Ya como estudiante, la joven viajaba diario de Mérida a Muna, con trayectos de poco más de una hora; después, comenzó a ir sólo los fines de semana, hasta que su padre se jubiló, y poco a poco sus visitas fueron menos.

[b]Con temor a una vida laboral[/b]

Una vez asentada en la capital y con una carrera concluida, María se incorporó a la vida laboral y encontró en el área de contabilidad una opción de crecimiento. “Yo ni siquiera me visualizaba como contador público, en ese entonces quería ser arquitecta. En la contaduría encontré mi lugar y realmente me gustó”.

Hoy, con ocho años de antigüedad en la empresa Ganso Azul, asegura que la inexperiencia la atemorizaba. “Cuando empecé aquí, mi jefa me decía: ‘tú vas a ser la encargada de esto’ y yo estaba toda muerta de miedo, porque no sabía cómo hacerlo”.

Con el tiempo y gracias a la capacitación que le ofrece la empresa por medio de cursos, dentro y fuera de la compañía, la empleada -que comenzó como auxiliar contable- alcanzó la profesionalización, hasta dominar tareas como las declaraciones de impuestos, auditorías y exportaciones, entre otros.

Su labor, dentro de la industria de exportación, requiere de gran responsabilidad, pues en sus manos está el registro financiero de toda la compañía. “Mi trabajo empieza desde que me pasan las facturas y los pagos; genero todos los estados financieros de la empresa y los capturo mes con mes”.

“El área contable es indispensable para una empresa y quizás sea la que menos se ve, porque la más importante es la productiva, pues a partir de ella sale todo lo demás; sin embargo, si algo llega a fallar en la contabilidad puede llevar a una empresa al cierre, ya sea por el pago de impuestos, multas, etcétera”.

[b]En Ganso Azul todo es transparente[/b]

Para tener buenos resultados hay que actuar siempre de la manera correcta, opina María, ya que cuando se trata de números, el resultado siempre puede ser medible. “Debes hacer las cosas bien desde un principio, tener certeza”.

Los procesos y cuentas de la compañía son “claros y cuadran muy bien”, lo que evita irregularidades en las finanzas. “Me gusta cómo se lleva todo; es decir, no hay nada fuera de lugar, y eso lo hace más fácil. No hay cosas raras por ningún lado, se cumple con impuestos, auditorías, con todo. En Ganso Azul todo es transparente”.

Un contador debe ser inmediato y enfrentar situaciones que requieren una reacción inmediata para su solución, esto se define como “iniciativa”, a decir de María.

“Aquí no hay pretextos para no resolver ‘por falta de herramientas’, porque aquí no te niegan nada, si necesitas un curso, lo buscas y vas, averiguas dónde hay y la empresa lo asume”.

La oferta de constante crecimiento profesional es lo que ha motivado a María a colaborar con la empresa. Y aunque la capacitación continua la ha colocado al frente de su departamento, no significa que sus metas de desarrollo laboral estén concluidas; por el contrario, se plantea objetivos a corto plazo, como impulsar la expansión de su área y aprender inglés para abrirse paso.

[b]Planes a futuro[/b]

Ya estable en un trabajo que le demanda entrega, tiempo y dedicación, María no se olvida de su Muna, y cada 15 días visita a sus padres, ahora en compañía de su esposo, con quien contrajo matrimonio hace cinco años.

“Me gusta mucho estar allá; aunque es un pueblo donde no hay mucho trabajo, a diferencia de otros, donde están haciendo maquiladoras o granjas. Muna está alejado de eso, le ha costado mucho trabajo crecer, pero puedes caminar tres cuadras y visitar a tu abuelita, andar otras tres cuadras para llegar con tu tía y juntarse todos para la comida. Eso es chévere”.