Eduardo Lliteras Sentíes
Foto: Infolliteras
La Jornada Maya
Mérida, Yucatán
Lunes 27 de marzo, 2017
Acuchillada y degollada; así, brutal, fue el fin de la señora Gabriela Molina Canto, quien vivió una pesadilla inacabable, tras separarse de su marido y sufrir en 2012, en Mérida a plena luz del día, el secuestro de un comando de judiciales y policías ministeriales, quienes la bajaron a la fuerza de su auto y se la llevaron, desapareciendo a sus tres hijos.
Desde ese día, Gabriela no tuvo paz, luchó incansablemente por recuperar a sus hijos, a pesar del tortuguismo oficial y de la clara negativa a ayudarla. Fue encarcelada, a través de la orquestación de expedientes, tuvo que vivir a salto de mata, escondida, amenazada, despojada de sus bienes y sus seres queridos, en un calvario que se alargó hasta 2014, cuando tras retener a los menores en el Caimede, las autoridades finalmente accedieron a entregárselos. Pero a Gabriela no le otorgaron protección policíaca a pesar de haberla solicitado reiteradamente.
[b]Ejecutada fuera de su casa[/b]
Estaba llegando a su domicilio, en su auto, para ver a sus hijos, donde dos sicarios la estaban esperando. Su residencia era “secreta”, como medida de seguridad ante las reiteradas amenazas de que su ex marido, a pesar de estar encarcelado, pudiera volver a llevarse a sus hijos o de que sucediera algo peor, como ocurrió.
Gabriela Medina Canto estuvo casada con Martín Medina Sonda, socio y lavador de dinero del ex secretario de Administración y Finanzas de Tabasco, José Manuel Sáiz Pineda, ex tesorero del ex gobernador tabasqueño Andrés Granier Melo.
Se volvió famoso tras el decomiso que hizo el Ejército de una avioneta con 8 millones de pesos en efectivo a bordo. Dicho dinero fue reclamado puntualmente por Medina Sonda mientras Tabasco naufragaba inundado.
Hace pocos días, en la Filey, en plática con su madre, se informó que Medina Sonda estaba por salir de prisión, lo que obviamente la preocupaba por las amenazas que esto podría implicar para la integridad física de Gabriela y de sus hijos.
Lamentablemente, dicho temor se cumplió puntualmente, tras años de dura resistencia y lucha de la madre de Gabriela, Ligia Teresa Canto Lugo, quien inclusive le entregó personalmente al presidente de la República, Enrique Peña Nieto, el expediente del caso de su hija en Mérida, a pesar del cerco policíaco y militar.
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