Paul Antoine Matos
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Miércoles 22 de marzo, 2017

La conexión entre un caballo y su jinete permite que la charrería sea tanto un deporte como un arte, en el cual ambos seres se unen en un ruedo. Para Karen Baeza Sánchez, amazona desde hace 20 años, la cercanía entre los dos es tan intensa que se “vuelven parte de tu familia”.

En Yucatán no es raro que una mujer como Karen sea quien tome las riendas. Incluso, para el presidente de la Unión de Asociaciones de Charros del Estado de Yucatán, David Berlie Arce, son ellas quienes superan a los hombres en el deporte con caballos, tanto a nivel nacional como en la dificultad de sus participaciones en las escaramuzas.

“Imagínate, ocho mujeres montadas sobre animales de 500 kilos. Un error, un segundo mal sincronizado, y ocurre un accidente, expresó ayer, durante la presentación de las actividades de charrería que se llevarán a cabo este año, empezando en el lienzo Los Laureles, este fin de semana, como parte de un evento de calificación al estatal, y luego al nacional.

Aunque en la charrería sí hubo machismo, actualmente la equidad se hace más presente, debido a que el charro defiende a su mujer, pero también por sus actuaciones en las escaramuzas, que él comparó, por su dificultad, con el nado sincronizado. “Un ballet en caballos”, calificó. Más que machismo, afirmó, lo que vive la charrería es un “mexicanismo”.

Karen Baeza expresó que es importante la conexión entre los caballos y las personas, porque “son unos animales maravillosos”, en especial con los niños. Sin embargo, también hay unos bravos que deciden correr, pero no les teme.

Actualmente, en Yucatán hay 222 hombres registrados a la federación y 120 mujeres, aunque hay más que están en proceso de registro, señaló Berlie Arce.

Los valores que se aprenden con la charrería son la unidad, la caballerosidad y la amistad, indicó. Esto ocurre porque al terminar de participar ocurre un convivio en el que se respeta la tradición.

También, señaló que para los padres es un deporte del que pueden aprender sus hijos porque existe un ambiente positivo, en el que la familia se integra. “¿Qué niño no le tiene aprecio a los caballos?”, preguntó en la rueda de prensa, en el restaurante Manjar Blanco.

La charrería puede ser una alternativa deportiva al béisbol y al fútbol, porque además es considerado como Patrimonio Intangible de la entidad, por el Congreso local, además de que es un deporte de alto rendimiento.


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