Graciela H. Ortiz
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Martes 11 de febrero, 2020

“Como dice el eslogan de las Naciones Unidas, la ciencia necesita de sus mujeres”, afirma la investigadora del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav), Unidad Mérida, Dalila Aldana Aranda, donde de 70 investigadores, alrededor del 30 por ciento son mujeres.

Esta bióloga, especialista en oceanografía biológica, acuacultura y pesca, indica que todos los días internacionales de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) fueron creados por una necesidad, la de llamar la atención y visibilizar a determinados o determinadas protagonistas de una situación, profesión o tragedia.

Así, el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, también conocido como 11F, “atiende a la problemática de que las mujeres están poco representadas, poco visibles en la ciencia del mundo entero”.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), sólo el 28 por ciento de mujeres se dedican a la investigación en el mundo.

Como no podía ser de otra manera para una investigadora, Dalila Aldana, quien posee dos doctorados realizados en Brest, Francia, realizó su propia búsqueda que arrojó algunos hallazgos realmente interesantes.

“He estado investigando y tomé una carrera, ingeniería mecatrónica, y analicé su cuerpo académico al tiempo que escogí varios estados de la República: Ciudad de México, Nuevo León, Baja California, dos del centro del país, Hidalgo y Tlaxcala y luego Yucatán”, comenta.

[b]Sin paridad de género[/b]

Tras analizar los resultados del cuerpo académico de las universidades de esos estados descubrió proporciones de 70 por ciento de hombres a 30 por ciento de mujeres; 80 a 20 y en algunos casos hasta de 90 a 10.

“Partí del principio de que esos académicos tenían entre 50 y 60 años, es decir, de una época donde así se contrataba, entonces observé la planta de estudiantes, para ver cómo andaba la nueva generación, pero descubrí más o menos la misma proporción, y luego revisé entre los estados, y me llamó muchísimo la atención que la Ciudad de México con su flamante Politécnico, la UNAM y Yucatán, con la UADY, son los más ‘machitos’, y son instituciones muy consolidadas que las tres tienen en sus páginas oficiales las políticas de género y equidad, pero presentan en esa carrera una proporción de casi 80-20”, abunda.

En cambio, otras universidades más pequeñas, como en Hidalgo y Tlaxcala, tienen mayor presencia de mujeres, tanto en su planta docente como de estudiantes.

“También vi que hay carreras como ingeniería en biotecnología donde hay una mayor presencia de mujeres, en licenciatura, en esa carrera específica están en una proporción de 60-40, pero esa participación femenina se pierde en la maestría y mucho más en el doctorado”, asegura, al tiempo que cree que la presencia de mujeres investigadoras en el estado está en una proporción de 70-30.

Conforme a los datos de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), en la UADY hay más mujeres que hombres en biología, en arquitectura están casi nivelados, en tanto la proporción teniendo en cuenta todas las licenciaturas es de 60 por ciento de hombres y 40 por ciento de mujeres, pero específicamente en las ingenierías, las cosas cambian.

[b]Causas[/b]

Para la doctora en oceanografía biológica, acuacultura y pesca y biología de poblaciones marinas, las razones son múltiples tales como: los estereotipos, la falta de políticas públicas y las barreras y obstáculos que deben enfrentar las estudiantes a la hora de decidirse por una carrera del área de las STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas).

La científica señala que está demostrado por especialistas que los estereotipos permean a la sociedad, así la niña arranca su vida y sus estudios con una carrera más o menos similar al niño, pero conforme va saliendo de la educación primaria, inmediatamente comienza a haber una disparidad.

“La jovencita preadolescente ya inmediatamente comienza a ver estereotipos, o sea tiene que verse bien, alineada, maquillada, no está peleado el ser científica y traer las uñas pintadas, pero lo que no se vale es que este estereotipo aplaste a la otra parte”, puntualiza.

Precisa, también, la falta de políticas públicas para visibilizar a las científicas, “quienes deberían ser consideradas como verdaderas heroínas por su aporte a la sociedad”.

“Hay muchas cosas que las científicas han hecho y que nadie lo relaciona con una mujer, por ejemplo la WiFi, todos nos comunicamos hoy en día por ese sistema, el planeta se comunica a través de ese sistema, pues ¿quién la inventó?, una actriz de Hollywood e inventora austríaca, Hedwig Eva Maria Kiesler, conocida como Hedy Lamarr”, recuerda.

Opina que cuando se le pregunta a un joven o a una joven quiénes son sus estrellas, generalmente dirán un futbolista, un actor o actriz, un o una cantante, “pero jamás aparece un científico y mucho menos la mujer científica”.

Considera, además, muy importantes las barreras, “está bien representadas gráficamente las carreras de un científico y de una científica, como un niño y una niña que salen a correr, y como en el camino de la niña, joven o joven profesionista comienzan a aparecer obstáculos, por lo que la ONU dice que la probabilidad de un niño para alcanzar un doctorado es del 10 por ciento, el tope de estudios que puede realizar, y en el caso de la niña del dos por ciento”.

Relata que ve esquemas repetitivos en sus jóvenes estudiantes, “se casan o establecen una relación de pareja, eventualmente en ese periodo de estudio tienen hijos y cualquiera que sea la situación ella deja de estudiar”.

“Entonces suelo confrontarlos y les pregunto, ‘pero ¿por qué ella?’, a lo que el joven pone su cara como diciendo, ‘porque así es’”, refiere.

[b]Solución de brecha de género[/b]

La investigadora cree que existen, por lo menos, tres acciones para ayudar a solucionar la brecha de género, una de ellas es marcar presencia, algo que debe venir de las propias académicas, “la mujer debe ser visible desde la academia, no hay que esperar que lo haga el político, pero si existe la oportunidad de hacer alianzas con ellos”.

Por otra parte, se necesita que el estado adquiera una responsabilidad, “para permitir que esas mujeres vayan ocupando puestos en los centros de investigación y universidades, no se trata de cuotas, pero sí de políticas muy claras, ante situaciones similares contratar a la mujer”.

Finalmente, expresa que se necesita mucho trabajo para que cambien los estereotipos, “así como hubo hace años en México la campaña de “Ponga la basura en su lugar”, donde todo el mundo cantaba y repetía la canción, así tiene que aparecer la científica en el radio, la televisión y los medios en general”.

“Urge esto, porque yo no veo que haya cambios importantes, sigo viendo un esquema muy repetitivo de cómo se comporta el joven y la joven cuando llegan a estudiar aquí, muy como fueron sus papás”, concluye.


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