Graciela H. Ortiz
Foto: Captura de pantalla
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Domingo 2 de febrero, 2020

“La realidad es que vivimos ante un desorden urbano, como dijo Margarita Robleda ‘la ciudad nos la arrebataron las empresas inmobiliarias, dejó de ser nuestra’, los que determinan qué se hace y cómo se hace en Mérida son los intereses inmobiliarios”, sostuvo el investigador del INAH, José Luis Sierra Villarreal, en su conferencia Mérida, de las haciendas a las privadas residenciales, que impartió en el Centro Cultural Pro-Hispen.

El profesor Sierra realizó un recorrido desde la Mérida Fundacional, que contaba en 1600 con seis mil habitantes, en una superficie de entre 300 y 600 hectáreas, hasta nuestros días de la Mérida Metropolitana con una población de casi un millón de habitantes sobre una superficie de 24 mil hectáreas.

El investigador dividió el desarrollo de la ciudad en cuatro etapas: Mérida Fundacional (1540 a 1780), Colonial (1780-1870), Henequenera (1870-1950) y Metropolitana, desde el 50 en adelante.

Así la Mérida Fundacional que, para 1780 había incrementado su población a 13 mil habitantes, mostraba una ocupación dispersa, con predios con huerta y con una centralidad urbana.

La Colonial con 16 mil habitantes, en 1800, sobre 900 hectáreas sembró una impronta, que es el sello que tiene todavía hoy. Fueron 100 años que coincidieron con las reformas borbónicas, la expulsión de los Jesuitas y el final de las encomiendas.

Comenzaron a desaparecer los solares, baldíos y las huertas en la ciudad y se empezaron a construir casas con mayor superficie y ocupación, por lo que ya había una mayor densidad de población.

Buena parte de la población más vulnerable se movió a la parte noreste, donde justamente está Mérida y Sierra considera que esos movimientos produjeron el surgimiento de las haciendas henequeras.

Desde 1921, se observó un crecimiento geométrico donde había una ocupación de Mérida de mil 800 hectáreas a 1950 donde se pasa a más de tres mil; en 1970, cinco mil; tres mil hectáreas más, en 1980; 10 mil en 1990 y 15 mil, en 1995.

Hoy en día tenemos en Mérida, 24 mil hectáreas conurbadas, la misma ocupación física que Guadalajara que son seis millones de habitantes.

[b]Mérida henequenera[/b]

La Mérida Henequenera tenía una población de 35 mil habitantes, en 1870; 60 mil, en 1900, y 145 mil, en 1950, con una superficie que pasó de mil 100 hectáreas, en 1900, a tres mil, cincuenta años después.

En 1950, los terrenos de las haciendas o los pocos terrenos que habían logrado mantener los hacendados después del reparto de 1937 de Lázaro Cárdenas, empezaron a cambiar de ser predios para la siembra del henequén a solares con fines inmobiliarios de desarrollo urbano.

Con el crecimiento del henequén llegó un boom en las actividades productivas y comenzó a haber ferrocarriles, en 1910 Mérida contaba con 38 kilómetros de vías de tranvía y unos 100 vehículos tirados por mulas.

A partir de 1900 se rebasaron los límites y comenzaron los desarrollos sobre 10 o 12 haciendas y una serie de fincas de temporada que estaban en los límites de la ciudad, siendo una de las primeras Chuminópolis.

A finales del siglo XIX, apareció otro desarrollo, la García Ginerés, cuando un ingeniero cubano desarrolló el primer fraccionamiento residencial en Mérida, construyendo pequeñas casas de madera, pero no tuvo éxito. Se asoció, entonces, con el dueño de una hacienda llamada San Cosme y desarrolló el fraccionamiento del mismo nombre con manzanas de 80 por 80 y calles de 20 metros que se vendían por manzanas.

Para 1910, las familias comenzaron a mudarse a las fincas de Itzimna, que antes utilizaban para pasar temporadas, debido a que ya estaba construido Paseo de Montejo hasta el monumento de Justo Sierra.

En 1913, nació la colonia Vicente Solís sobre terrenos que habían pertenecido a la hacienda Multuncuc, cuyo dueño decidió que su hacienda no era productiva y vendió los terrenos para fraccionamiento. Lo mismo pasa con Dolores Otero, quien se deshizo de la hacienda de Tecoh.

La Florida fueron los terrenos de San Gerónimo y San Salvador de la Hacienda de Tecoh, de Mercedes Barrera.

[b]Crecimiento exponencial[/b]

Al expropiarse las haciendas, a los hacendados les quedaron 300 hectáreas, 150 sembrados con henequén y 150 de terrenos no sembrados “y, obviamente, no había hacienda que pudiera ser rentable con esa superficie, se formaron ejidos y los hacendados que se quedaron con esas hectáreas ya no tenían beneficios, por lo que comenzaron a venderlas.

Se dio, entonces, un crecimiento exponencial. Se rompió la centralidad y al haber un crecimiento tan disperso y tan desordenado se propició la multicentralidad.

Hoy en día la gente que vive en Chuburná difícilmente llega al centro, ya que se les acercó el supermercado, la iglesia, las escuelas y comenzaron a formarse diversos centros como Caucel, Los Héroes, etc.

Por último, Sierra expresó que “si no defendemos nuestra ciudad, si no asumimos ser habitantes de Mérida con todo lo que esto conlleva, derechos y obligaciones, la ciudad se va a seguir perdiendo de manera mucho más acelerada que ahora debido a la carga poblacional”.

“Si no controlamos a nuestras autoridades van a seguir haciendo lo que han hecho hasta hoy, destruir la ciudad”, concluyó.


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