El confinamiento por la pandemia de Covid-19 incrementó la violencia contra las mujeres y se emparejó a la otra pandemia que se vive en Yucatán: la violencia de género que sufren las mujeres en los hogares, la de mayor incidencia, indicó Leticia Moura Beltrán Aragón, integrante de Apis Sureste, Fundación para la Equidad.
La sicóloga participó en el conversatorio Pandemia, gobernanza y acción social en Yucatán. Un año de desafíos, que organizó Observatorio Regional de Gobernanza y Coordinación Social ante el Covid-19 (ORGA) el viernes 26 de marzo.
Según la especialista, el confinamiento establecido como una de las medidas de prevención por la emergencia sanitaria para prevenir posibles contagios, trajo consigo un incremento de violencia porque las mujeres “se encerraron con quienes ejercen la violencia”.
Ante esto, las necesidades de apoyo y ayuda también incrementaron durante 2020 y el panorama sigue igual en lo que va de 2021, manifestó.
En Apis Sureste, detalló, por las medidas de aislamiento, tuvieron que adecuar sus servicios presenciales y adaptarlos a una modalidad vía remota a través del celular o plataformas en línea. Si bien fue complicado al principio, como todas las crisis, la pandemia trajo también oportunidades.
Esto, precisó, sirvió para que la atención llegara a otras mujeres fuera de la capital yucateca, de las comunidades, donde no cuentan con este tipo de opciones de servicios. “Abrió la puerta de servicios a mujeres de otras partes”.
Maritza Yeh, investigadora de ORGA, reconoció que las mujeres están pasando por situaciones difíciles en la ciudad, en las comunidades, hay un aumento en las olas de violencia por la pandemia, contra la comunidad trans y otras diversidades.
No obstante, por la emergencia sanitaria muchas organizaciones han cerrado o han reducido sus servicios; les han cortado el presupuesto, lo que ha complicado que muchas mujeres se acerquen para pedir ayuda.
En otro tema, en el mismo foro se planteó la urgencia de adoptar políticas públicas, sobre todo en el contexto de una pandemia, que contemplen los saberes, formas de vivir, tradiciones y cultura de las comunidades mayas, que no necesariamente son las mismas que en las ciudades.
Atilano Ceballos Loeza, presbítero, director de la Escuela de Agricultura Ecológica U Yits Ka’an con sede en Maní, indicó que las instituciones gubernamentales y la sociedad en general deben dejar de seguir pensando y actuando con una visión colonialista, la cual no ve a las personas como sujetos, sino como poblaciones objeto.
“Tratar de pararnos, cimentarse en la alteridad y reducarnos, necesitamos cada día aprender de esto”, indicó. La alteridad, detalló, como forma de vida, de construcción de acciones y propuestas.
En conclusión, añadió que gobiernos, instituciones académicas y ciudadanía tienen que hacer un esfuerzo para “destruir”, es decir, dejar de lado “esta visión colonial que opaca al otro, que ningunea al otro, que no valora al otro porque habla en otras lenguas o tiene otra espiritualidad, otras formas de estar plantado ante la vida piensa distinto”, expresó.
De igual manera, indicó que la pandemia puso en evidencia que en la medida de que las familias tengan más elementos para cosechar alimentos limpios y sanos, reconvertir los patios en hortalizas para producir y comer, las adversidades pandémicas se pueden lidiar mejor.
Edición: Ana Ordaz
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