El llamado Señor de los Patos es uno de los personajes más entrañables del Centro Histórico meridano. Su peculiar aspecto y el hecho de estar rodeado de animales le ha valido un lugar en el imaginario de quienes transitan por esas calles del corazón de Mérida.
A don Jesús Chagoya Gaburel la gente del centro lo apoya; a veces con un plato de comida, una moneda o incluso prendas de ropa. En donde “no lo quieren” es en la colonia Leona Vicario de Kanasín, en donde habita.
Visiblemente frustrado, El Señor de los Patos acusa a los colonos de tenerle mala fe, al punto de llegar a envenenar a sus compañeros. Su perro Tribilín y algunos de sus patos han sido víctimas de estos actos cometidos “por gente mala”, según comenta.
A pesar de los problemas que padece en el municipio en donde vive, Jesús Chagoya siempre tiene una sonrisa para ofrecer a los transeúntes que al paso de los años se han acostumbrado a su presencia y le llaman por su nombre.
“¿Cómo está don Jesús?” puede escucharse en numerosas ocasiones mientras se instala a unos cuantos metros de la Casa de Montejo, en la Plaza Grande. La policía tampoco lo molesta, pues saben que no es ningún delincuente.
El Señor de los Patos no recuerda desde hace cuánto tiempo deambula por las calles de Mérida; pero sí sabe cuál es su misión: predicar la palabra de Dios y enviar un mensaje de paz a quienes estén dispuestos a escucharla.
El ciudadano reconoce haber pasado tiempos difíciles durante la pandemia, pues al igual que a muchos recurrentes del Centro, se le impidió acudir a encontrarse con sus benefactores. No obstante, asegura enfrentar la adversidad con la frente en alto.
Edición: Emilio Gómez
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