Agustín Monsreal, el cuentista supremo: Carlos Martín Briceño

Para el escritor Carlos Martín Briceño, Agustín Monsreal es un cuentista supremo, un autor preocupado por innovar constantemente sus recursos creativos y mantener la calidad narrativa en un alto nivel.   

“Deliberadamente irónicos, eróticos, lúdicos, provocativos, con una fluidez trepidante, economía de diálogos, adjetivación osada, sus cuentos no se parecen a los de ningún escritor de su tiempo”, expresó durante el homenaje al escritor por sus 80 años de vida, que se realizó este 26 de abril como parte de las actividades de Feria Internacional de la Lectura Yucatán (Filey) 2021.  

En el evento, que reconoció a la amplia trayectoria del escritor yucateco, participaron también Celia Pedrero y Javier Perucho; aunque estaba confirmado, el homenajeado no pudo asistir pues ayer falleció su hija, Victoria, por lo que este encuentro también sirvió como una manera de honrar la memoria.  

Martín Briceño recordó que su maestro, Agustín, siempre le hizo ver que su fidelidad estaba con el cuento. Nunca le iba a ser infiel a éste, y en más de una ocasión ha comparado su oficio con el de un humilde orfebre y trabajo de relojería fina.  

Aunque, agregó, en sus entrevistas insiste en decir que no hay nada nuevo bajo el sol, sino su manera de verlo y sentirlo, cualquier que se acerque a su trabajo certificará que “Monsreal alcanza un lenguaje de los más ricos, bellos y mejor armados de la narrativa mexicana actual”.  

Sus temas más frecuentes, precisó, son la venganza, el hastío, el miedo de vivir, la culpa callada, suelen ser los demonios que atormenta los personajes del mundo  monsrealiano. “Hombres y mujeres de poca voluntad, sobreviviendo apenas a la busca de un lapsus de locura, que los ayude a romper las ataduras que los someten”.   

Carlos Briceño recordó una vivencia junto con su maestro, en 1997 cuando éste impartió un taller de narrativa, en la ciudad de Mérida; en un lugar que fue un asilo de enfermos mentales, para mitigar el bochorno de la canícula yucateca, unos pocos lo invitaban a continuar la tertulia en algún bar del Centro Histórico. Una tarde de éstas, luego de abandonar en ya extinto bar Principal, mientras caminaban por la calle 70, Agustín le compartió las claves para escribir un buen cuento: “La inspiración surge de lo que uno ve, de algo que te llena el corazón de amor o indignidad, captura el entorno, llénate con esas sensaciones, no la dejas escapar, Carlos, resguarda la esencia y escríbelo”.  

“Es a sus 80 años uno de los mejore cuentistas latinoamericanos, es un maestro de la literatura en nuestra lengua", concluyó.  

Celia Pedrero, en su turno, leyó un texto sobre los talleres que impartió el maestro Agustín, donde recordó la primera vez que lo vio: vestía guayabera blanca impecable, pantalón oscuro, cigarro entre los dedos. Siempre puntual y dadivoso con los minutos extras, entraba al salón serio y daba las buenas tardes con voz grave.  

Con forme pasaban los minutos, agregó, surgía una sonrisa que calmaban los nervios de la primera sesión, hablaba sobre la importancia de la lectura, soltaba un comentario con humor. Cada estudiante leía su cuento y con una mirada penetrante, pero que no intimidaba, ponía atención a la lectura, como si fuera lo único y más importante en ese momento.  

Ha trasmitido en sus talleres, a lo largo de 50 años, lo aprendido con sus maestros, como Juan Rulfo y Edmundo Valadez. “Comparte la sabiduría humilde de un alquimista de la palabra, de la imaginación, la literatura para él no es una vocación, es un destino”, expresó.  

Agustín Monsreal nació en Mérida, Yucatán, el 25 de septiembre de 1941. Poeta y narrador. Ha sido cofundador y codirector (con Ricardo Díaz Muñoz) de las ediciones La Bolsa y La Vida; editor de Escénica; miembro del consejo de redacción de El Cuento; coordinador de talleres de cuento y novela. Colaborador de El Cuento, Escénica, Excélsior, Revista de Revistas y Tierra Adentro. Becario del CME, 1971. Miembro del SNCA de 1994 a 2000. Tutor en el Programa de Apoyo a Jóvenes Creadores del FONCA, de 1996 a 2000. Premio Nacional de Cuento 1970, patrocinado por el INJM. Premio Nacional de Cuento San Luis Potosí 1978 por Los ángeles enfermos. Premio Nacional de Poesía Punto de Partida 1980. Premio Nacional de Periodismo 1982 por su columna Tachas en Excélsior. Premio Antonio Mediz Bolio 1987 por La banda de los enanos calvos; y por su trayectoria en 1996. Medalla de Yucatán 1999.

Edición: Laura Espejo