Entre nostalgia y molestias, visitan el Cementerio General de Mérida

Es casi mediodía y aunque el sol no da tregua, el ambiente se siente fresco. Se siente el “aire de los finados”. Alejandra, en compañía de su madre y hermanos, visitan la tumba de su abuela en el Cementerio General de Mérida, le cambian las flores ya marchitas por unas nuevas de color blanco y amarillo. Limpian la cripta, la lavan, la pintan, colocan velas. Dejan todo listo para que ese ser querido regrese a visitarlos el 2 de noviembre y sepan que, aunque sea estos días, no se olvidan de ellos.

Este sábado, 30 de octubre, vísperas de Día de Muertos, decenas de personas irrumpieron el sosiego del camposanto para limpiar las criptas de sus familiares que se adelantaron en el camino, algunos quitan árboles y maleza que han crecido a los alrededores, cargan cubetas con agua para las flores renovadas y prenden velas nuevas.

Elena Carrillo viene a limpiar la tumba de su esposo y su hermanito. “Para mí es una costumbre y una forma de demostrarles que uno todavía se acuerda de ellos”, comenta la mujer mientras sigue colocando unas flores de amor seco".

Asimismo, platica que al venir al cementerio se siente en paz con ellos y siempre le pide a Dios que brille la luz perpetua para sus seres amados.

Mientras uno va caminando se puede percibir el aroma de las flores que se impregna en la ropa. La nostalgia se puede palpar en los pasillos del lugar. Las personas, además de darle mantenimiento a la residencia de sus fieles difuntos, también platican con ellos, recuerdan momentos que pasaron con ellos en vida, incluso otros hacen las paces, algo que no pudieron hacer con la persona en vida. Es una especie de sanación interna, del alma.

“Ya no están con nosotros, pero los buenos momentos se quedan grabados aquí en el corazón”, comentó María de Fátima Sosa, quien vino a visitar a sus nietas y su suegra.

Señala que es importante seguir celebrando esta tradición y recordar a los seres queridos que vivieron con nosotros. Aunque su nieta ya no esté con ella ahora, sabe que la puede sentir en los abrazos que se da con sus familiares, en sus recuerdos y en todos los momentos que pasó con ella. “No se pueden olvidar, no se olvidan aunque no estén aquí”

Muchas personas también recuerdan a sus difuntos con amor, otros aunque no vivieron momentos agradables, no les guardan rencor ni odio. Estos días son de reconciliación, de perdón, pero sobre todo tenerlos presentes pues no se han ido, siguen en el corazón.

Lee: Policía de Mérida implementará operativo de seguridad en cementerios

“Es una manera de dignificar a quienes nos amaron, y de tenerlos siempre presentes, porque ellos no se han ido, se adelantaron simplemente y nos toca honrarlos y vivir con nostalgia, pero con paz y amor estos momentos”, señaló Jesús Pinto.

Labor de mantenimiento

Muchas personas no pueden venir a darle mantenimiento a las criptas de sus familiares, por eso contratan a personas para hacerlo, uno de ellos es don José Armando, alías El Melón.

José es muy sonriente. No pierde reparo en demostrar su sonrisa. A la 1 de la tarde se encuentra, sin playera, descansando bajo la sombra de un árbol, sentado en una cripta.  Tiene más de 30 años dedicándose a la limpieza de osarios, bóvedas y criptas.

“¿No le da miedo trabajar con tumbas y con huesos?”, pregunta ingenuo el reportero.

“Para nada, soy parte de ello, por qué le tendría miedo, aquí está sepultada mi familia, soy un muerto también, todos vamos para allá, hacia la muerte”, responde El Melón mientras lanza una carcajada.

El cementerio ya es como su hogar, de hecho, está consciente de que será su última morada. “Aquí voy a venir a acabar, tengo que empezar a acostumbrarme”, expresa con otra risa singular.

Quejas y molestias

El Ayuntamiento de Mérida informó que el acceso vehicular en el cementerio General sería sólo para hacer maniobras de ascenso y descenso, lo que causó muchas inconformidades, ya que tenían que caminar mucho para poder limpiar las criptas, algunos tienen varios familiares distribuidos en diversas zonas del camposanto.

Asimismo, las personas adultas mayores no pueden caminar largos trayectos, lo que complicó demasiado su traslado a la cripta de sus seres queridos.

Recalcaron que en su mayoría son las personas de la tercera edad que vienen a visitar el cementerio.

Miguel Paredes Velázquez es una persona de 70 años, él tiene lesionadas ambas rodillas, incluso alzó parte de sus pantalón para mostrar las vendas y tobilleras que usa. No puede caminar grandes distancias. Su esposa como no puede caminar mucho por su edad, tuvo que quedarse en su auto y no pudo ver la tumba de su familiar.

El señor opina que era mejor limitar los accesos de los autos, que entren algunos en determinadas horas, pero no prohibir el ingreso a todos; o cerrarlos los días de mayor afluencia como el 1 y el 2 de noviembre.

“No tiene justificación, no hay amontonamiento de gente, sólo vienen personas mayores”, indicó

“Dejé mi auto, tuve que caminar para ver tres tumbas con mi cubeta de agua”, señaló otro hombre que prefirió no dar su nombre.

También te puede interesar: Alebrijes llenan de colores a Mérida

El Melón también externó su inconformidad, pues ha afectado a los visitantes, no le parece que prohíban la entrada de autos por el Covid-19. “Hay gente que no puede caminar, no puede bajarse de sus autos, ni cargan sus palas ni las cosas de la limpieza”, señala.

También muchas personas se quejaron del poco mantenimiento del cementerio, pues indican que las tumbas están sucias, creció mucho la hierba y no la cortaron, árboles que han crecido dentro de tumbas vacías, lo que pone en peligro a otras cercanas.

Se pudo comprobar que muchas partes del cementerio están llenas de maleza, dificultando el paso y afectando a las bóvedas; otras personas señalaron que no hay vigilancia ya que les han robado sus imágenes religiosas y partes de las criptas.

“Siento que está un poco descuidado, hay mucho abandono, hay mucha basura, está terrible, olvidado”, comenta Gloria Pérez Quijano, quien vino a visitar a su papá que falleció en enero pasado.

La entrevistada indica que hoy que vino a ver la tumba se dio cuenta de que habían roto la reja y le robaron dos imágenes religiosas; por lo que ya no piensa poner nada por temor a que se lo roben, ya que es la segunda vez que le sucede esto. “Se llevaron todo, ya me da miedo, si dejo algo lo van a volver a robar”.

Edición: Emilio Gómez