Invertir en un cenote: Las implicaciones ecológicas de explotar la naturaleza

Con una inversión que va desde los 500 mil pesos, una persona puede adquirir un terreno virgen que resguarda un cenote para habilitarlo y explotarlo como centro turístico en el municipio de Cuzamá, Yucatán.

Propietarios de cuevas, grutas y cenotes han comenzado a ofertar estos espacios por falta de recursos para acondicionarlos al turismo sin informar a los inversores sobre las responsabilidades que adquieren por tratarse de un ecosistema protegido.

“Es propiedad privada, ustedes pueden meter la maquinaria pesada que requieran y no tienen que avisarle a nadie porque ya son dueños y ustedes hacen con su terreno lo que quieran”, comenta el vendedor de un terreno ejidal donde se ubica un pequeño cenote de 24 metros de profundidad.

El terreno es ofertado en 500 mil pesos, con opción a negociar para conseguir un precio más bajo, mide poco más de mil metros cuadrados y colinda con otro cenote, que ya es intervenido para su inauguración.

En otro caso, dentro del mismo municipio, un hombre ofrece el terreno que le heredó su padre en 1.5 millones de pesos. Tiene un extensión de casi una hectárea y en medio hay una gruta, que, asegura, puede manipularse para “hacer brotar el agua” y convertirla en cenote.

“Así le hacen cuando se encuentran las cuevas, escarban y llegan al agua dulce, entonces se llena de agua y quedan cenotes cristalinos”, explica el vendedor.

Manipulación de cenotes, cuevas y grutas, un ecocidio: Roberto Rojo

Pese a las indicaciones de los actuales propietarios y vendedores de los terrenos, que pasan por alto el reglamento a la Ley de Protección al Medio Ambiente del Estado de Yucatán, la intervención de las cuevas tiene afectaciones que pueden alcanzar consecuencias catastróficas, advierte el biólogo y espeleólogo Roberto Rojo, también director del Planetario de Playa del Carmen.

“Manipular con maquinaria pesada estos lugares es un ecocidio, por toda la flora y fauna que habita en estos ecosistemas. También se pueden ocasionar problemas de Protección Civil porque las construcciones con cuevas manipuladas pueden propiciar colapsos”, advierte el especialista quien forma parte del Círculo Espeleológico del Mayab.

Y es que los cenotes, cuevas y grutas de Yucatán son ecosistemas donde existen especies endémicas y únicas y, señala Rojo, deben ser considerados tan importantes como una selva, un manglar o un arrecife de coral.

Además, la importancia de la conservación de estos lugares radica en el resguardo del agua potable que se consume en todo el estado.

“El agua cuando cae lleva un flujo natural con cierta velocidad hacia el mar. Si tú rompes la roca para hacer canales o rellenar cenotes nuevos o hacer complejos acuáticos, tú estás rompiendo el flujo natural del acuífero y eso lleva a grandes problemáticas que pueden demorar muchos años en resolverse y algunos de ellos son irreversibles”, advierte Roberto Rojo.  

Quien compra un cenote adquiere una responsabilidad ambiental: SDS

El reglamento a la Ley de Protección al Medio Ambiente del Estado de Yucatán indica que la Secretaría de Desarrollo Sustentable (SDS) debe autorizar en materia de impacto ambiental las actividades de exploración, explotación o aprovechamiento de recursos naturales en cuevas, grutas y cenotes.

Al respecto, Karen Aguirre, directora jurídica de la SDS, explica que la intervención de estos ecosistemas no puede realizarse sin antes dar un aviso a la Secretaría.

“Quien adquiriese un terreno con esas características está adquiriendo una responsabilidad de tipo ambiental y con ello deben acatar Reglamento a la Ley de Protección al Medio Ambiente del Estado de Yucatán… El desconocimiento del contenido de la norma no los exime de su cumplimiento o de las responsabilidades que pudieran adquirir por algún daño o afectación que sufran estos ecosistemas kársticos”, comentó en entrevista.

Sin embargo, los vendedores, cuya identidad no se dará a conocer para evitar represalias, no advierten de este proceso a los inversores.

“Cuando se trata de comprar un terreno ejidal sí tienes que pedir permiso, pero a la Procuraduría Agraria y a todos los ejidatarios, obtener este trámite cuesta como 70 mil pesos, pero nunca te dirán que no. Si es propiedad privada no se necesita nada más que contar con la inversión suficiente para hacer el centro turístico”, asegura uno de los vendedores entrevistados.

La oferta es vasta: durante un recorrido por Homún y Cuzamá, pobladores informaron que varias personas vendían su cenote, los precios van desde 500 mil a los 3 millones de pesos. En páginas de inmobiliarias la oferta comienza desde los 800 mil pesos, pasando por los 2.6 millones, hasta los 8 millones de pesos por un terreno ya habilitado y brindado servicio.

La SDS se encarga de regular los permisos para todas las obras y actividades que se realicen en cuevas, grutas y cenotes. Para asegurar que no exista un impacto ambiental visita y explora el ecosistema kárstico; censa la ubicación, morfología, biodiversidad y elementos culturales que existan en el lugar, y determina el potencial de aprovechamiento, es decir, si puede ser acondicionado para actividades recreativas, si sirve para efectos de investigación o si el lugar debe de ser reservado para conservación debido al grado de riesgo en el que se encuentre.

Todas las obras o actividades en el entorno de los cenotes, cuevas o grutas deberán tener el visto bueno de la SDS.

“El hecho de no contar con autorización y operar algún centro recreativo, algún centro turístico o de la realización de alguna actividad nos obliga a iniciar un procedimiento administrativo que podría resultar en sanción, o bien, en el establecimiento de medidas de seguridad así como una clausura temporal o total o en una suspensión de actividades en el sitio por el riesgo inminente de poner en daño al equilibrio ecológico, o bien, a las personas que pudieran visitar el sitio sin cumplir con las obligaciones que establece el reglamento”, explica Karen Aguirre.

Además de las sanciones que considere la SDS ante la alteración de estos ecosistemas, Roberto Rojo considera que el daño a la naturaleza debería ser considerado inmoral porque atenta contra lugares de culto y devoción de las comunidades.

“Hemos crecido y nos hemos desarrollado sobre un sistema kárstico sin conocer su importancia y su fragilidad y reglamentando muy poco al respecto… La práctica de intervenir las cuevas y dañar el medio ambiente debería ser considerada inmoral porque cuando una empresa grande hace eso es una multa, que paga sin problema, pero tenemos que hacer notar a la sociedad que eso nos afecta, no sólo a los seres humanos sino a los ecosistemas”, manifestó.

Se estima que en el estado de Yucatán existen más de 3 mil cenotes, cuevas y grutas que están protegidos por leyes de salvaguarda al medio ambiente a nivel local y federal.

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