Docencia, una labor delicada con retos infinitos, pero llena de amor

“Nuestro trabajo es el trabajo más delicado del mundo porque si echamos a perder lo que estamos haciendo, no echamos a perder una computadora, una ropa, no echamos a perder una televisión, sino echamos a perder una vida y eso es lo que nos mantiene, sabemos que en nuestras manos está el poder cambiar el futuro y pensamiento de los niños, darles la oportunidad de expresarse y decir lo que sienten”, expresó la maestra Xul-Há, licenciada en educación especial con especialidad en el área de aprendizaje.

Hace muchos, muchos años, la maestra Xul-Há Contreras me dio clases cuando estaba por ahí de cuarto o quinto de primaria, me falla un poco la memoria, pero lo que no me deja olvidar, es ese nombre, esa cara y ese cariño que sentí cuando ella me dio clases.

Tantos años después, ya a sus casi 20 años de experiencia docente, hoy la entrevisté para que me cuente un poco sobre la lucha que vive desde el magisterio, junto con tantas y tantos otros que imprimen todo su esfuerzo y corazón por la enseñanza en las escuelas públicas.

En este Día del Maestro y la Maestra, visibiliza que la vocación es la que mueve sus corazones y sus ganas, pues incluso ante las condiciones tan difíciles que enfrentan, continúan entregando hasta sus propios recursos para el beneficio de su alumnado.

Ni siquiera la infraestructura cuenta con las características óptimas para la enseñanza, “los planteles que hoy en día tenemos siguen siendo los de hace 40 años si no es que muchísimo más”, a pesar de que los recursos que demanda la actualidad son diferentes desde materiales didácticos hasta tecnológicos (proyector, computadoras, etc).

La exigencia, es brindar una educación de calidad y excelencia, resultado que les resulta imposible sin los recursos necesarios para ello, por lo que es el personal docente quien solventa estas ausencias con sus propios medios.

Pues incluso en las cuestiones más básicas como ventiladores en funcionamiento, el servicio del agua y el tamaño de las aulas para la cantidad de estudiantes, dificultan los procesos de enseñanza.

Además, la solvencia económica de madres y padres de familia suele ser escasa y, con las campañas gubernamentales que promueven que la educación es gratuita, cuando hay falta de materiales de limpieza y mantenimiento de las escuelas, tienen que ingeniárselas para resolver cualquier situación, pues les piden no cobrar cuotas escolares (desde el Gobierno y también las familias).

“Hay escuelas donde los baños ni siquiera funcionan, a veces n tenemos agua; cosas que se salen de las manos del docente y, ante la desesperación, pone de su dinero para solucionarlo […] Estamos acostumbrados a resolverles los problemas a la Secretaría de Educación”.

Todo esto, fue evidente también durante la pandemia, pues durante año y medio las escuelas estuvieron abandonadas en su totalidad, “cuando llegamos el 30 de agosto a las escuelas, te encuentras el monte, árboles a punto de caerse, instalaciones sin agua y así querían que asistieran los niños”.

Aún sin corresponderles, ponen todo de sí (emocional, material y monetario) para subsanar las faltas, procurando que la enseñanza sea óptima para su alumnado, pues ella misma reconoce en sus compañeras que “la vocación se les ve y la emanan por los poros de la piel”.

Lamenta que, durante mucho tiempo, se ha visto a la niñez como si no pensaran por cuenta propia y “mantenernos ahí por cambiar esa mentalidad”, para reconocer que las y los niños piensan, sienten y se expresan, “creo que esa es la vocación que nos mantiene y mantiene a muchas educadoras en el aula, que nos hace poner de sus recursos”.

“De los pagos más grandes que tenemos como docentes es ver a los niños cuando aprenden algo, no hay nada más sincero que cuando te dicen que te admiran, que te quieren, te demuestran que ese esfuerzo que tú haces lo valoran”.

También hay madres y padres que expresan su gratitud por el aprendizaje de sus niñas y niños y “eso es lo que nos mantiene ahí”, especialmente al saber que en la escuela, encuentran un lugar seguro… Y a veces es el único. 

Más aún, cuando con el paso del tiempo, descubren que aún les recuerdan, justo como en esta ocasión que, entre tantas maestras, decidí entrevistarla por ese grato recuerdo suyo dándome clases hace como 15 años.

Edición: Laura Espejo