La gentrificación, cambios de uso de suelo para favorecer el aumento de comercios en viviendas han ocasionado una disminución de fieles en las iglesias del centro de Mérida, reconoció el sacerdote Raúl Lugo Rodríguez, rector de la iglesia La Candelaria, ubicada en el barrio de San Juan.
En el caso del mencionado templo comentó que apenas y sólo tienen a una familia que permanece fiel; y apenas y juntan a 10 personas por día en las misas, en los alrededores ya hay más comercios que gente viviendo en sus hogares.
De acuerdo con el sacerdote, actualmente, en el corazón de la ciudad, existe un fenómeno del abandono de los centros habitacionales propiciado por el cambio de uso de suelo, lo que ha ocasionado que las antiguas casonas, que albergaban a familias, sean inviables para vivir para la gente local.
Esto, agregó, ha generado que muchas viviendas se vendan para uso comercial, para gente extranjera, o simplemente se abandonen, aunque este problema no es reciente, indicó.
“Estas iglesias tuvieron un pasado glorioso en los principios del Siglo XX, con mucha vitalidad porque había mucha gente viviendo aquí, pero con el paso del tiempo los hijos se fueron yendo a las nuevas colonias”, indicó.
A su vez, dijo que muchas iglesias del centro abre a las 8 de la mañana y se cierran a las 6 de la tarde porque no hay gente, se están quedando vacías. En su caso, en el barrio de San Juan ya no hay fieles, solo una familia que asiste ocasionalmente. “Son puros negocios prácticamente”, dijo.
Entre semana apenas juntan entre 10 y 20 personas, el número aumenta, sobre todo los domingos por el programa Mérida en Domingo y cuando hay bodas.
¿Existe un peligro de que cierren las iglesias del Centro por falta de fieles?
Raúl Lugo no cree que esto pueda pasar, sin embargo, opinó que ante la falta de ministros y sacerdotes lo más probable es que ya no se destine un padre para una sola iglesia, sino que una sola persona tenga que ver a varias iglesias de la zona.
Ante la falta de fieles, también podrían optar por sólo abrir determinados días y no toda la semana. “El riesgo no es que las iglesias se cierren, sino que ya no haya un sacerdote en cada iglesia, que uno pueda atender dos o tres”, comentó.
No obstante, reconoce que estas iglesias son parte de la gente y confía en que no las dejen morir; la gente seguirá viniendo al centro y necesita este tipo de espacios. “Aunque empeorará el problema de gentrificación y falta de sacerdotes, vale la pena conservar estos templos, son parte del patrimonio urbanístico e histórico de la ciudad”, indicó.
Edición: Laura Espejo
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