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Astrid Sánchez
13/09/2024 | Mérida, Yucatán
Aunque existen diversos estudios que destacan la inteligencia que poseen todas la especies de pulpos, para un par de científicos mexicanos las características únicas del pulpo maya son motivo investigación especial que dio origen al estudio Reconocimiento de objetos novedosos en Octopus maya, fue publicado en la revista Animal Cognition.
En este estudio, Fabián Vergara Ovalle y Hugo Sánchez Castillo, investigadores de la Facultad de Psicología de la UNAM analizaron la memoria de reconocimiento de objetos en los pulpos y el desarrollo ontogenético de esa memoria.
Es así como se dieron cuenta de que los pulpos mayas tienen la capacidad para reconocer objetos novedosos, a pesar de que no cuentan con hipocampo, corteza insular, corteza perirrinal o corteza prefrontal media, que les permita tener una capacidad de memoria.
Los investigadores descifraron que el lóbulo inferior frontal y el bucal son los que participan en esta tarea.
“Los pulpos tienen algo que se llama memoria de reconocimiento de objetos. Este proceso implica que están conscientes de su hábitat y de los cambios que suceden en este, pero también que procuran la interacción con su entorno de forma visual y táctil. Esto les permite tener un mayor éxito de supervivencia porque deben ir adaptándose a las diferentes circunstancias que se les presentan”, destacó Sánchez Castillo.
Además, encontraron que conforme el pulpo va creciendo su repertorio conductual cambia, lo que le permite una mejor adaptación a su entorno y a su método de supervivencia.
Todos los pulpos destacan por el funcionamiento de su cerebro, que es similar al del ser humano, su curiosidad infinita, su constante aprendizaje y su una gran capacidad para resolver problemas complejos. Sin embargo, el pulpo maya se diferencia de otros porque nace casi totalmente desarrollado y no está sujeto a las corrientes marinas, lo que lo mantiene en una región muy específica.
Este trabajo de investigación comenzó porque Vergara Ovalle comenzó con un experimento en el que durante varios días se acercó a alimentar un pulpo maya y él entendió esta relación, que su presencia significaba comida.
“Puede parecer algo ordinario, pero esto nos pareció muy curioso y despertó un interés por saber más acerca de cómo funcionaba su cerebro y el grado de inteligencia que tiene”, comentó el científico.
Los especialistas continuarán con los estudios sobre esta especie porque todavía les falta comprender su capacidad para distinguir colores y analizar la forma en la que procesa su cerebro en conexión con el resto de su cuerpo.