Antes de la pandemia las cosas ya estaban complicadas para el sector pesquero, que basa gran parte de sus ingresos en la exportación, mercado que sigue congelado, por lo que los productores han tenido que diversificar sus canales de comercialización, señaló Minerva Alonso, directora del Consejo Mexicano de Promoción de los Productos Pesqueros y Acuícolas (Comepesca).
La península de Yucatán es un referente nacional en la producción de especies del mar. De acuerdo con el Anuario Estadístico de Acuacultura y Pesca 2017 de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), de los tres estados que la conforman, Campeche ocupa el lugar número ocho en volumen; allí se pesca principalmente jurel, pulpo y jaiba; Yucatán está en el lugar 13 y sus principales especies capturadas son pulpo, mero y rubia y villajaiba; Quintana Roo, con sus capturas de mero, langosta y camarón, ocupa el sitio 22.
En las tres entidades, casi 30 mil personas son pescadores (12 mil en Campeche, 14 mil en Yucatán y dos mil 300 en Quintana Roo).
En esta zona tradicionalmente hay tres pesquerías importantes, cada una con sus peculiaridades: mero, pulpo y langosta, aunque en los últimos años ha tomado relevancia el pepino de mar. El pulpo es cada vez más relevante: el 90 por ciento de su producción viene de la península, principalmente de Yucatán y Campeche, destacó la entrevistada.
Las pesquerías se turnan a lo largo del año; la temporada de pulpo va del 1º de agosto al 15 de diciembre y a partir del 1º de febrero al 31 de marzo es la veda de mero. Eso permite que las embarcaciones dedicadas a capturar ambas especies sean las mismas.
Para Minerva Alonso, la pesca está enfrentando grandes retos: “En 2019 el mercado europeo no compró pulpo mexicano y hay muchas toneladas guardadas en inventario, lo cual representa una carga financiera importante para las comercializadoras. Las plantas que tienen estas cantidades almacenadas no cuentan con el flujo de efectivo necesario para poder invertir. Empezamos el año con la esperanza de que este producto se vendiera en Semana Santa, pero con la contingencia sanitaria este año se reportaron ventas por el 30 por ciento de lo que normalmente se vende”.
Añadió: “Antes de la pandemia ya las cosas estaban complicadas para el sector; las plantas pesqueras en Yucatán, muchas de ellas con procesos certificados para exportar, tenían como mercado fuerte la Unión Europea (UE). Japón y la UE son los más exigentes, pero ahora no ha habido mercado. La mitad de las plantas de México certificadas y con permiso para exportar a la UE están ubicadas en Yucatán, y para tener estas certificaciones hay que cumplir una serie de criterios y hacer fuertes inversiones”.
En el caso del pulpo, los principales consumidores son España e Italia, y en el caso de la langosta, una buena parte de la producida en Yucatán se mandaba a la Riviera Maya, a los hoteles, “y todo ese mercado colapsó. El tema con la langosta tiene otra peculiaridad: es un producto caro, por lo que es difícil comercializar al menudeo, es por ello que más del 90 por ciento de la langosta que se produce está dirigida al mercado de exportación y de hoteles y restaurantes”.
Los productores “han estado viendo la posibilidad de exportar al mercado chino y las autoridades mexicanas tienen que esforzarse para poder cumplir con los nuevos protocolos del mercado. El COVID ha provocado que aumente el nivel de exigencia a los productos”, mencionó.
Los retos, dijo, son el transporte, la parálisis de las aerolíneas y toda la problemática que conlleva estar moviendo productos perecederos y en algunos casos, vivos. Además “los precios internacionales bajaron muchísimo, muy por debajo de lo normal, y la rentabilidad para salir a pescar cuando se tienen que alejar mucho de la costa es baja; muchos decidieron salir a pescar sólo para autoconsumo”, y destacó que para avituallar una embarcación mayor se gasta por lo menos 50 mil pesos.
El golpe del COVID
Hace unas semanas, la Comepesca realizó una encuesta entre los pescadores para tener un panorama más completo de cómo se encuentra el sector pesquero y acuícola, derivado de la emergencia sanitaria. En su mayoría, describen el panorama como difícil, desalentador o de incertidumbre debido a la disminución en las ventas, caída en cartera vencida, desplome en los precios y volumen de compra, aumento en el precio del dólar y pérdida del canal de comercialización que significan la exportación, los hoteles y restaurantes, por lo que las pérdidas alcanzarían los millones de pesos o dólares.
El 87 por ciento estimó que sus ventas a comparación del año pasado bajaron entre 30 por ciento hasta 100 por ciento y los precios fueron muy castigados; un kilo de mero, que podía comercializarse en 250 pesos, llegó a cotizarse entre 70 y 80 pesos.
Uno de los problemas de los hombres de mar, destacó la entrevistada, es que si bien podían pescar no tenían acceso a las comunidades para vender su producto por el cierre de caminos, medida que tomaron las autoridades para evitar contagios.
Quienes han podido adaptarse son aquellos que distribuyen a tiendas departamentales y los que venden por internet, modalidad que ha incrementado mucho a raíz de la pandemia. De acuerdo con la encuesta, entre las acciones implementadas para contrarrestar las afectaciones por esta crisis está impulsar el autoservicios, procesar más producto congelado que fresco o desarrollar productos con valor agregado, bajar precios para ser competitivos, aumentar su presencia en sitios web y redes sociales, así como incentivar a los consumidores por medio de recetas o talleres con chefs.
Comer pescado
“Las familias no están acostumbradas a preparar pescados y mariscos, aunque con la pandemia esta tendencia está cambiando un poco: la gente está tendiendo a comprar un poco más estos productos en el super para cocinarlos en su casa”, manifestó Minerva Alonso, para quien es muy importante que conozcamos la riqueza de especies que producen nuestros mares.
En general, comentó, en las aguas frías hay mucha cantidad de pocas especies mientras que en las zonas tropicales, como la península de Yucatán, hay menos cantidad de muchas especies: “La Riviera Maya, por ejemplo, consume langosta y pulpo, el mero no se consume tanto, su impacto es más hacia las importaciones. El camarón también es muy importante”.
Una de los objetivos de Comepesca es fomentar la pesca sustentable y el consumo de los productos pesqueros locales. “Debes cuidar la cantidad que sacas y permitir que el recurso pueda regenerarse”.
Es necesario también, estimó, impulsar políticas públicas para que las autoridades puedan ver y entender el problema y por lo tanto ayuden a solucionar la situación de los pescadores y fomenten el consumo, que incluso reforzaría la salud de la población.
“Si los mercados están colapsados tal vez debemos empezar a pensar en opciones sustentables. Pasarán mínimo dos años para que las cadenas de comercialización se recuperen. Tenemos que buscar otras opciones de comercialización, abrir canales para distribuir ya sea vía internet o tiendas, supermercados, vender de forma más directa a las familias… cuando tienes una empresa que necesita vender 500 toneladas de pulpo esa estrategia no funciona, tienes entonces que buscar nuevos mercados o mandar tu producto a lugares que ya están saliendo de la pandemia”, concluyó.
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