La obra de Víctor Esquivel platica con la vida, y sobre todo con la muerte. Tras meses de confinamiento es que el artista vislumbró que en los momentos más vitales de la existencia se puede estar más cercano a la muerte, y eso lo plasmó en su más reciente muestra, Nuntius, que estará expuesta hasta el domingo 27 de septiembre en Casa Báanal, su espacio en Conkal.
El artista peninsular, vive entre Yucatán -donde tiene una fundación- y la Ciudad de México (CDMX), sitios en los que se desenvuelve entre las artes visuales y la gestión cultural. Desde Casa Báanal ha trabajado temas referentes a mestizaje, migración y género.
En esta ocasión, su estudio abre las puertas para que la gente disfrute de su última muestra Nuntius -mensaje en latín- que además de ser producto de la cuarentena, tiene sus orígenes en la infancia que vivió al sur de la ciudad de Mérida, donde las tardes transcurrían aprendiendo del oficio de sus vecinos alfareros.
Nuntius se distribuye en cuatro salas que albergan elementos muy diversos. Su común denominador radica en el diálogo entre la vida y la muerte de las piezas que se crearon en un taller de cerámica de Kanasín y la parte de acrílico en Conkal.
Esta muestra surge a partir de ciertos cuestionamientos del artista en cuanto a la transición entre la vida y la muerte. Quiso utilizar un material -la predominante cerámica- que posee un diálogo relativo “a lo que somos como personas”, aseguró; pues según la cosmogonía maya, los primeros hombres estaban hechos de barro, material que trabaja en su forma más pura.
La más reciente obra de Víctor Esquivel también se vincula con la figura del Tzompantli, que en Mesoamérica funge como un altar dedicado a la muerte y sus significados.
En la primera sala, resaltan las grandes alas de mariposas x’mahaná, que son conocidas en la península por posarse sobre las casas, y así como hay personas que las miran de manera positiva, hay quienes las relacionan con la muerte.
“Yo no quería percibirlas de esa manera tan dura, sino más bien como un mensaje. Al verlas volar sobre el estudio y posándose sobre las piezas, quise que dialoguen directamente con ellas”, explicó el artista.
La segunda muestra se titula Reflejo y presenta un diálogo directo con la Casa Báanal -que habita hace ocho años- y sus experiencias personales. Es la pieza más íntima, que se integra por un espejo que asemeja diferentes dimensiones.
“Tiene muchas interpretaciones”, advirtió.
“Como mexicanos y yucatecos tenemos un diálogo particular con la muerte, a diferencia de otras zonas. Nos enfrentamos a ella de manera distinta, tenemos una relación con el inframundo que la gente nota y es una forma de aprender a vivir, o más bien vivir aprendiendo a morir”.
La parte textil se denomina Culmen y consta de seis ganchos con telas colgantes pintadas en acrílico. Estas poseen elementos orgánicos que hacen referencia a la mariposa, ya que penden de estructuras de bronce, y la pintura cae al piso.
La última pieza es una lámpara Tzompantli, un candil hecho con herrería, tela hilo de algodón y calaveras de barro que cuelgan iluminadas sobre un cuenco de flores.
Víctor Esquivel comenzó a pintar a los 12 años. Así ganó su primer concurso. Eso lo motivó; y lo que parecía un juego se formalizó. Tiene 36 años y ha trabajado con diferentes elementos, es un ejecutor autodidacta, pero ha cursado diseño y estudiado en Europa, Chile y CDMX.
Nuntius estará expuesta en Casa Báanal hasta el domingo 27 de septiembre en horarios de 18 y 19 horas. Para cumplir con las normativas sanitarias es necesario escribir a [email protected] para reservar.
Edición: Ana Ordaz
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