Proyecto de CentroGeo busca revalorizar la milpa maya

“Tenemos un proyecto llamado Estudios territoriales de la milpa maya y nos sumamos a este esfuerzo que viene desde iniciativas locales, institucionales y gubernamentales para revalorizar la milpa maya”, explica María Elena Méndez López, quien se desempeña como investigadora en el área de Sistemas Socioecológicos del CentroGeo Yucatán, ubicado en el Parque Científico.

La especialista en Ciencias Ambientales afirma que la milpa es un sistema muy vulnerable, “creo que vale mucho la pena conservarlo, tiene toda una dinámica y con nuestro proyecto queremos entenderla como un sistema complejo, desde todos los elementos que la componen para aportar soluciones a los problemas que enfrenta actualmente”. 

Méndez López señala que existe el deseo de revalorar y fortalecer la milpa, porque es un sistema que ha estado apagándose por muchas razones, “una es el cambio de clima que es un asunto global. La milpa maya es un sistema que lleva muchísimos años y que se ha adaptado a condiciones muy complicadas como las de la Península de Yucatán, que tiene un suelo delgado y clima errático; es un sistema temporal que depende de las lluvias y el hecho de que éstas cambien y que haya periodos de sequía más largos afecta a este sistema”.

Otra de las causas para ese debilitamiento es la aplicación de programas que la impulsan a transitar a un sistema de monocultivo y que sea más tecnificada para aumentar la productividad, lo que afecta a esos sistemas tradicionales.

La investigadora explica, además, que existe una dimensión social relacionada con que las nuevas generaciones no están interesadas en seguir haciendo milpa, y muchas veces los milperos no quieren que sus hijos sigan sus pasos así que los impulsan para estudiar y que se vayan a trabajar a otros lados, “y eso está bien, pero esos conocimientos asociados a la milpa -que tienen que ver con rituales, comportamiento de la naturaleza y temporalidades- se van perdiendo porque se transmiten de generación en generación”.

Vertientes de la investigación

La investigación que lleva a cabo el área de Sistemas Socioecológicos posee varias vertientes: en primer lugar, la regionalización de la milpa para detectar cuál es el territorio de la milpa maya, ya que son espacios relativamente pequeños, “las milpas tradicionales tienen una extensión de entre una y tres hectáreas, por lo que ubicar dónde están es complicado y estamos haciendo un ejercicio con el área de Percepción Remota para identificar milpas a través de imágenes satelitales”.

Lo segundo es entender las dinámicas espacio temporales: dónde está la milpa -porque no es algo estático, sino que va cambiando y ha estado evolucionando-. “Ahora hay milpas que son sedentarias, antes se movían, la sedentarización se ha dado debido a innovaciones que implican el uso de agroquímicos y herbicidas, lo que permite nutrir al suelo y que la milpa no se cambie de lugar”.

Con el Programa de Pequeñas Donaciones (PPD) llevaron a cabo un diagnóstico para entender la resiliencia del pasaje forestal milpero, es decir, las áreas donde están conviviendo las milpas tradicionales con la selva; “es un proyecto del PPD para realizar una estrategia nacional de manejo en diferentes paisajes en el sureste de México, lo hicimos con un enfoque muy participativo, a través de lo que percibe la gente que lo habita”.

“Buscamos, además, entender cómo es la situación actual de la milpa en aspectos ambientales, culturales, equidad de género, porque cuando hablamos de milpas pensamos en un milpero, pero también está la esposa que trabaja el solar y que acompaña en el cuidado de la milpa, entonces la percepción del paisaje cambia mucho cuando hablamos con una mujer o con un hombre”, abunda.

Otra de las vertientes es la salud, debido a que la milpa maya está muy asociada a la salud de la zonas rurales, “antes la alimentación estaba basada en la milpa, que es muy saludable y aporta todos los nutrientes necesarios, pero luego transitó hacia los productos procesados, por lo que actualmente encontramos problemas de diabetes y de contaminación del agua en la península, lo que sin duda ha afectado mucho la salud”.

La dimensión económica es, también, esencial para saber qué tanto aporta la milpa a la economía de las familias mayas, qué tanto ahorra una familia al mes por tener la milpa y no comprar esos productos en la tienda.

“Tenemos los datos que nos da el Inegi, los de los satélites, pero también tenemos una visión más horizontal de la milpa que es hablando con la gente que trabaja en ella. Para conseguir estos datos realizamos alrededor de 300 encuestas en el oriente de Yucatán y en el cono sur, nos falta abarcar Campeche y Quintana Roo”, detalla.

Lo que aún está en proceso es la construcción de un sistema público de información donde todos esos datos que generamos se vuelquen a una plataforma “donde tomadores de decisiones, milperos, milperas, investigadores, investigadoras, toda la gente interesada en el tema de la milpa pueda acceder a esa información”.

“La idea es que sea un espacio dinámico, que se pueda ir actualizando por los mismos usuarios aportando información, y que ese conocimiento no quede sólo para un artículo sino que esté disponible para todas las personas involucradas”, precisa.

Finalmente, puntualiza que no hay que subestimar este sistema de producción agrícola, porque tiene muchas cosas valiosas que hay que rescatar.  “Creo que tenemos que aprender muchísimo de los milperos y milperas porque ellos tienen un conocimiento que no está reconocido científicamente, pero han logrado mantener un sistema durante muchísimos años, entonces vale la pena voltear los ojos hacia allí y aprenderles”, concluye.

Edición: Laura Espejo