Poca afluencia en refugios de Mérida

El huracán Delta no impacto la ciudad de Mérida directamente -hay quien incluso asegura que “nos trató bien”- pero eso no resta importancia a otras contingencias que permanentemente laceran a sus habitantes, sobre todo al sur de la urbe. Afortunadamente solo fueron necesarios tres albergues, en parte porque la mayoría de la gente vulnerable optó por permanecer en casa.

“Somos invasores”, sentencian sin reparo los habitantes del asentamiento irregular conocido como La Mielera, ubicado en la colonia La Guadalupana, en el sur de la capital yucateca. A las puertas de sus viviendas de madera y cartón realizan sus actividades cotidianas desde que el paso de meteoro no modificó su rutina.

Acostumbrados a la inestabilidad del servicio eléctrico, a las filtraciones en sus techos y escasez de recursos, vecinos y vecinas de La Mielera vieron el paso de Delta “sin pena ni gloria”, encuartelados en tierra de nadie, hacinados en cubículos que apenas dejan espacio para los sueños de los más optimistas. 

Una de ellas es doña Raquel, señora de edad avanzada a quien el más insignificante cambio climático le “retienta” el asma que la ha aquejado toda su vida. Con la voz entrecortada comenta que se negó a acudir al refugio, pues su condición empeoraría si durmiera en las colchonetas distribuidas en el suelo del recinto.

Doña Raquel habita su casa orgullosa. Tiene su hamaca, un pequeño fogón, un pollito que alimenta diariamente y su imprescindible nebulizador para mitigar sus ataques. Por la vivienda pagó mil pesos por concepto de construcción a un hombre que la habitaba hace tres años y que aceptó “a regañadientes” ante la presión de los vecinos.

En espera de apoyos

Las historias que se tejen en las vías inhóspitas de La Mielera son de lo más diversas. La gente que habita el complejo suele ser amable y esperan con ansia la llegada de apoyos gubernamentales, o por lo menos -como en este caso- medios de comunicación que les brinden un espacio que sirva para develar el manto de la indiferencia.

Todos saben en dónde está el albergue, aunque fueron contadas las familias que decidieron buscar refugio en él por distintas razones. El miedo al robo, viejas enemistades, “nos gusta sentirnos en casa” y en último lugar, el temor al contagio por COVID-19, pues según constatamos, no todos están al tanto de la existencia del virus.

De manera general, atribuyeron su “buena suerte” de cara al meteoro a la sinuosidad del suelo, pues irónicamente el área no se vio afectada por inundación alguna, aunque evidentemente gente como doña Raquel vive en una contingencia inmutable.

A unos pasos de la invasión se erige el Espacio de Alimentación, Encuentro y Desarrollo de la Nueva San José Tecoh III, uno de los 48 refugios habilitados en Mérida, y de los tres que se usaron para garantizar la seguridad de la ciudadanía que habita los espacios circundantes.

Mariana Chan, encargada del inmueble, comentó que el día de ayer recibieron a diez familias de La Mielera en las 30 camas que dispusieron para la ocasión. Es un refugio pequeño pero importante, ya que procura alimentos tres veces al día a quienes lo requieran.

Mientras mujeres y niños aún conviven en las instalaciones del albergue, Mariana se mostró agradecida por la levedad del meteoro, ya que reconoció que -a pesar de los exhortos- la mayoría de las personas se negó a abandonar sus hogares. No pueden permitirse perder el fruto de sus esfuerzos.

Edición: Laura Espejo