Un estudio realizado por la asociación Jade Propuestas Sociales y Alternativas al Desarrollo puso en evidencia la difícil situación que viven a diario las trabajadoras del hogar (remuneradas) en Yucatán, la cual se ha acentuado con la pandemia del COVID-19.
Durante la presentación de la investigación denominada Las trabajadoras del hogar en Yucatán: El impacto del COVID-19, se dieron a conocer interesantes cifras relativas a este sector y la falta de seguridad social que históricamente las ha caracterizado.
Como se sabe, la contingencia sanitaria ha generado impacto en diversos ámbitos y sectores de la sociedad, ocasionando que muchas personas hayan tenido que cambiar su vida drásticamente, entre ellas, las trabajadoras domésticas.
El objetivo del diagnóstico radica en conocer sus características sociodemográficas y laborales a fin de señalar las principales problemáticas que viven en su día a día, sobre todo ante la crisis sanitaria, consecuencia de la pandemia.
Antes de presentar los datos duros, Dalia Dzul Noh, quien pertenece al gremio de trabajadoras del hogar, relató que cuando se dedicaba a la limpieza de viviendas, viajaba casi una hora -dos autobuses- hasta su lugar de trabajo. Ahora está desempleada.
Es así como comenzó con un negocio de venta de comida una vez por semana. Comento que fue un cambio muy drástico para ella, pero no tuvo de otra porque sus patrones la retiraron y ya no le volvieron a llamar.
“Yo no puedo seguir esperando ni tocando puertas, pues la mayoría de la gente tiene miedo de enfermarse. Yo misma tengo problemas de la vista, pero ese no es pretexto. No estoy dispuesta a encerrarme, sino a salir adelante”, sentenció.
Las trabajadoras del hogar en Yucatán
Raquel Aguilera, responsable del proyecto de Jade, explicó que la importancia del diagnóstico es la de visibilizar las condiciones que el sector ha tenido ante la contingencia. En ese sentido, reconoció que existen otros igualmente afectados, pero el de las trabajadoras domésticas ha sido invisibilizado no solo en Yucatán, sino en el resto del país.
Para obtener la información, se realizaron 71 entrevistas vía telefónica a quienes pertenecen a este rubro. Se diseñó un cuestionario con preguntas que permitieron explotar las afectaciones socioeconómicas, laborales y el impacto que la pandemia ha tenido en su vida. El levantamiento de información ocurrió del 15 de mayo al 15 de junio.
De la muestra, 82 por ciento dijo tener hijos, de los cuales, 81 por ciento son menores de edad. Esta cifra permite dimensionar el impacto del hecho de que más de la mitad de las entrevistadas -y sin duda de la totalidad en el estado- se haya quedado sin trabajo.
El estudio revela que 49 por ciento de las mujeres mencionó ser casada y 48 por ciento tiene entre 40 y 49 años. También, que 48 por ciento tiene secundaria como máximo grado de estudio, 35 por ciento es mayahablante, 30 por ciento vive en un hogar de cuatro personas y 23 por ciento mencionó no tener otra fuente de ingresos.
De las trabajadoras del hogar entrevistadas, 55 por ciento mencionó que en su hogar tienen ingresos por su esposo, 23 por ciento no tiene otro ingreso y 13 por ciento lo tiene por parte de una tercera persona.
Sin seguridad social
Uno de los datos más reveladores de la investigación es que 55 por ciento de las trabajadoras domésticas no cuentan con seguridad social. De las que sí lo tienen, ninguna se lo debe a sus labores en el hogar, sino a terceras personas que se lo proporcionan.
En promedio ganan 256 pesos al día, laborando una media de siete horas; 75 por ciento de ellas trabaja en Mérida y tiene que tomar dos transportes para llegar a sus labores, gastando entre 30 y 59 pesos según su ubicación.
Como se ha informado, más del 50 por ciento se quedó sin trabajo a razón del COVID-19, lo que genera un impacto muy fuerte en su economía. De este número, 70 por ciento no fueron tomadas en cuenta sobre si querían o no seguir prestando servicio, nada más las despidieron.
En lo referente a la carga laboral, de las 30 trabajadoras que continuaron, 43 por ciento comentó que tiene la misma carga de trabajo, 40 por ciento menor carga y 17 que tienen mayor carga de trabajo.
De las mismas, 57 por ciento conservó el mismo monto de pago, pero 40 por ciento disminuyó sus ingresos. Únicamente 3 por ciento le subieron el sueldo en medio de la pandemia que azota al mundo.
Al ser cuestionadas sobre sus preocupaciones, la mayoría manifestó que lo primero es la salud y su familia; y luego el empleo y el salario. De las entrevistadas, 27 por ciento comentó que la respuesta gubernamental a sus necesidades fue insuficiente; y según la investigación, ni el municipio de Mérida ni el gobierno del estado señalaron tener un programa enfocado a este sector vulnerable.
Edición: Laura Espejo
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