"La política es un cáncer", sentencia el cineasta David Zonana. Las soluciones no van a venir por parte de algún gobernante, o líderes ni de partidos políticos, quienes sólo velan por sus intereses. La gente debe apostar por acciones comunitarias para encontrar mejoras en la calidad de vida y en otros temas, subraya.
La película mexicana Mano de Obra busca reflejar los contrastes sociales y económicos que existen en el país, y las dificultades que atraviesan millones de trabajadores en varias industrias, como la de construcción: corren riesgos de accidentes, no cuentan con seguridad social, ni con apoyo de las autoridades o algo que los ampare a ellos y sus familias. Prevalece la injusticia y la impunidad.
David Zonana platicó con La Jornada Maya sobre su filme, el cual recientemente ganó dos premios Ariel por Mejor Ópera Prima y Actor.
La película cuenta la historia de Francisco, interpretado por Luis Alberti, quien trabaja junto con un grupo de albañiles en una lujosa casa en la Ciudad de México. Luego de la muerte de su hermano en esa misma construcción, se entera de que su cuñada no recibirá ninguna compensación por parte del dueño de la casa, así que decide tomar la justicia en sus propias manos y adueñarse del lujoso inmueble.
David comenta que además de evidenciar las complicaciones que padecen los trabajadores y obreros, la película también habla de estos nuevos líderes, gobernantes que han surgido, que en teoría luchan por los derechos de la gente, pero en realidad sólo velan por sus intereses y no por el bienestar de la gente.
El artista admite no creer mucho en los políticos, sean de izquierda o de derecha; al final “la política en general es un cáncer que tiene la humanidad”, expresa. La gente tiene que entender que las mejoras en la calidad de vida no van a venir de un líder, sino tiene que ser algo comunitario, familiar e individual. “No esperar que el gobierno te vaya a solucionar las cosas, porque solo ven para ellos mismos”; insiste.
Para poder realizar esta película, el cineasta pasó mucho tiempo en construcciones, platicando con obreros, donde se enteró de sus historias, de cómo prevalece la impunidad en accidentes, no obtienen justicia; falta de pagos, de seguridad social, médica e indemnizaciones.
“El trabajador del sector de la construcción se ha visto muy en desventaja en este sistema neoliberal que impera en México. El obrero ha sufrido porque al final no es la prioridad, lo son los intereses de las empresas”, comenta.
David indica que al final lo que quiere trasmitir con su obra es la empatía hacia las personas, tener un grado de sensibilidad ante las desigualdades y problemas de nuestros vecinos, de nuestra comunidad. “Dejar de esperar respuestas y buscar las soluciones uno mismos”.
Sobre los premios Ariel, afirma que son un reconocimiento para todo el equipo de producción y los artistas, muchos de los cuales son albañiles reales.
En cuanto a la desaparición de los fideicomisos relacionados con la producción cinematográfica, opina que esto dañará a un “orgullo nacional” y las pocas felicidades que ofrece al país. “Será muy triste que los nuevos cineastas no puedan hacer películas por esto”, comenta.
Si bien, reconoce que se vive una época de crisis, generada por la pandemia del COVID-19, y se deben hacer recortes, la cultura debe ser una prioridad, y el cine ha traída muchas alegrías al país.
Edición: Laura Espejo
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