Egresar de una carrera en una pandemia es una prueba de resistencia

Desde que inició la contingencia sanitaria en México son miles de jóvenes que han egresado de alguna carrera universitaria. Ellas y ellos han enfrentado un reto histórico y es bien sabido que no tienen el panorama fácil. Anna Díaz, egresada de la Licenciatura en Teatro por la Escuela Superior de Artes de Yucatán (ESAY), considera que haber terminado sus estudios universitarios en este momento es una prueba de resistencia.

Con el entusiasmo de la realización del montaje final en su graduación, Anna y su grupo de compañeros iniciaron este año, sin embargo, en clases presenciales sólo estuvieron poco más de un mes, pues en marzo se anunció la suspensión debido a la emergencia sanitaria provocada por coronavirus (COVID-19).

Con ello, comenzó la adaptación de las clases al modo virtual, lo cual no generó sólo confusión, sobre todo en la carrera de teatro, cuando todo es físico y cien por ciento presencial, sino también modificó desde ese momento los planes.

En algunos otros casos, provocó ansiedad, pues se trató de pasar mucho tiempo frente a una computadora, precisamente en la etapa de confinamiento más fuerte y también, con el hecho de dejar de recibir toda la engería que en el convivio teatral se genera.

“Terminé mi último semestre en línea. Los planes para nuestra obra de egreso tuvieron que cambiar. Intentamos hacer, mejor, un documental acerca de cómo esto quedó sin llevarse a cabo y cómo nosotros, con la incógnita del futuro, lo confrontábamos”.

Para Anna, al igual que miles de estudiantes en el mundo, las clases no volvieron a ser las mismas y aunque aprendieron a sobrellevar la situación, en algún momento se tornó desgastante.

No sólo es el reto de haber culminado su carrera universitaria de esta manera, sino, es también ya ser una egresada y ser una actriz en medio de pandemia.

“Ahora, hay muchas personas haciendo teatro vía zoom y es de admirarse. Es una prueba de resistencia. Una manera de decir: aquí seguimos; y también una manera de aferrarnos a lo que nos apasiona y nos da vida que es el teatro”.

La joven, de origen campechano y que se trasladó a radicar a Mérida para  estudiar en la ESAY, admite que las carreras artísticas en México aún tienen mucho camino por delante para ser  consideradas de mayor relevancia y por ende, que traigan consigo una mejor remuneración económica, situación que se complica más con la presencia de un virus que ha movido toda las esferas sociales.

“Si de por sí es difícil egresar de la carrera de teatro y tener alguna idea de qué hacer, ahora todo se ve más nublado. La pandemia nos quitó algo importante del teatro que es la presencia”.

Ella, como varios artistas escénicos han sido testigos de esta adaptación requerida, tanto a la virtualidad, como a la llamada nueva normalidad.

“Ahora, compañías han intentado permanecer aún en la distancia y trabajamos duro intentando adaptarnos a este nuevo método de trabajo, pero la verdad es que extrañamos vernos, tocarnos y ‘compartir fuego’ con los espectadores y espectadoras”.

Para esto, ella explica que algunos teatros solo aceptan a 30 por ciento de público, aun cuando antes de la pandemia eran poco más de 100 personas las que se admitían en el lugar.

Sobre esto, Anna mira un panorama complicado, puesto que muchos artistas dependen económicamente de la entrada del público, por lo que pasan dos cosas: o el precio del boleto sube (y al espectador se le puede hacer más difícil pagar) o los ingresos, con el precio del boleto normal, serán mínimos, pese a los meses de trabajo que requiere desarrollar un proyecto escénico.

“Es un momento difícil para la comunidad artística. Hacer teatro en plataformas como zoom también es complicado. Principalmente depende de tener un buen equipo y una buena conexión a internet”, explica la joven que ya ha tenido la oportunidad de explorar estos medios.

Aún con la experiencia de estos meses de teatro en la virtualidad, ella se hace interrogantes de manera frecuente: ¿cómo hacer teatro mirando a través de la pantalla?, ¿cómo crear la convención?, ¿cómo sentir que lo hacemos vale la pena? y ¿cómo vincular el espacio de trabajo junto al espacio de convivo con la familia, rommie y mascotas, además de labores del hogar, ruido externo y cosas que no dependen de nosotros?

Anna, además de ser egresada de una licenciatura, es artista y ella toma este momento pandémico como una oportunidad para reflexionar.

“Creo es un momento para determinar y replantearnos sobre lo que queremos compartir y decir. Necesitamos, como artistas, también darnos el tiempo de detenernos a mirar, a pensar nuestra situación y analizar el por qué somos parte del grupo vulnerable más afectado por la pandemia (aunque la mayoría en casa miren películas y series en streaming)”.

Hay días en los que la incertidumbre le toca la puerta, otros más, llega la duda de sus propósitos, pero Anna ha sido determinante y se ha antepuesto a todos esos demonios que pueden surgir en esta etapa.

“Si no estamos haciendo nada, si estamos sobrellevando la situación, si estamos intentando terminar una cosa a la vez, está bien. Cómo artistas también aprendemos de la vida y de lo que nos toca vivir. Tengamos paciencia y fuerza para regresar a la escena”.

Así como ella, hay miles de jóvenes en el país, egresados de diversas disciplinas, tratando de hallar las formas para afrontar de una mejor manera esta situación que queda fuera de sus manos y también, encontrando caminos que no sabían que existían antes de la llegada del virus.

Edición: Laura Espejo