El fallecimiento de un familiar afecta la salud mental de 10 allegados

Cuando alguien fallece, 10 familiares y amigos se ven afectados mental y emocionalmente como parte del proceso de duelo. Esto ahora se combina con el contexto global de la pandemia. En Yucatán habría cerca de 30 mil personas tristes o deprimidas tras la muerte de casi 3 mil individuos a causa del coronavirus (COVID-19).

De acuerdo con el Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica Sistema Único de Información de la Secretaría de Salud federal, en Yucatán, entre 2019 y 2020 hubo oficialmente 2 mil 749 personas con diagnóstico de depresión.

“Yo no creo estar en esas cifras de personas diagnosticadas con depresión porque nunca he ido a una cita sicológica y ni siquiera sé si estoy deprimida. Lo que sí sé es que siento una profunda tristeza de ver partir a mi hijo, ha pasado poco tiempo y lo extraño mucho”, describió Miranda Luna Tuz.

La mujer, de 55 años, tenía la esperanza de que su hijo le acompañara más tiempo en la Tierra, pero cuando el virus llegó a sus vidas esta ilusión terminó.

“Todos creemos que él se enfermó en la calle porque tenía que salir a trabajar y la verdad es que desde que me enteré que las personas asmáticas también estaban en riesgo yo siempre me sentí preocupada. Quería ocultar mi miedo, pero veo que no fue posible evitar lo que pasó”.

Emiliano falleció el diciembre pasado a los 36 años a causa del COVID-19, y aunque su mamá agradece que no haya pasado muchos días grave, sí acepta que fue un proceso muy doloroso saber que su hijo perdió la vida.

“Para mí lo más doloroso es que no me pude despedir de él. Desde que enfermó, mis hijas, o sea, sus hermanas, no quisieron que yo lo viera, porque ellas tienen miedo que yo me contagie”.

El joven fue llevado a urgencias el pasado 19 de diciembre y en el hospital no libró la batalla contra el virus, al igual que las otras casi 3 mil personas que forman parte de las estadísticas de los decesos por COVID-19.

Para Miranda, otra parte difícil es tener las cenizas de su hijo en casa, pues por protocolos sanitarios no pudieron hacer un velorio como al menos le hubiese gustado para darle el último adiós, y aunque sus hijas le piden que se deshaga de los restos, ella no quiere.

“Mis hijas me dicen que no permita que yo me deprima. Te digo, no sé si estoy deprimida, pero sí sé que estoy triste, pero sé que es una tristeza que no sé si pase alguna vez”, describió la mujer que además, aunque quisiera salir, por disposición oficial lo evita.

Por parte del Colegio de Psicólogos de Yucatán hay 25 especialistas que atienden vía telefónica a quienes necesitan auxilio sicológico de manera urgente desde que inició la contingencia sanitaria y afirman que los casos han ido en aumento.

Precisamente sobre la incidencia de depresión, la presidente del Colegio, Patricia Gili López, reconoció que, en comparación con años anteriores, ahora las cifras se han elevado.

“En las llamadas telefónicas que atendemos, la depresión es la problemática principal que tratamos. En este caso se debe a que hay miedo al contagio, hay incertidumbre económica y las personas comienzan a vivir un duelo después de que muere algún familiar”, refirió.

Sobre el fallecimiento de una persona, en este momento a causa de COVID-19, dijo que son al menos otras 10 viven un duelo que en ocasiones lleva a la depresión.

“Un duelo es uno de los acontecimientos más estresantes que enfrenta el ser humano. Es un proceso adaptativo normal ante una pérdida. Pero sí, la pandemia ha aumentado la incidencia de duelo patológico; es decir, un duelo que desencadena una depresión”.

En Yucatán, el número de decesos por COVID-19 ronda los 3 mil casos y de acuerdo con esta estimación, hasta 30 mil personas estarían llevando un duelo a causa de la pérdida.

La especialista explicó que la negación es un efecto que siempre se presenta tras el fallecimiento de una persona y después es posible que los afectados, desarrollen conductas de confusión, enojo, ira y tristeza.

Gili López puntualizó que además del fallecimiento de alguien a causa de COVID-19, todo el contexto social ha provocado depresión en las personas.

Edición: Ana Ordaz