Nevermore y otras manías

La Jornada Maya
Ricardo E. Tatto
Ilustración Arbee Farid Antonio Chi

Tras la cortina se esconde una instalación ominosa llena de telas atravesadas por haces de luz que proyectan ojos, letras, pálidos rostros. Mientras intentas dilucidar las imágenes oníricas del mapeo, una voz en off se repite incesante: “Eso es todo y nada más”, “horrido cuervo”, “y el cuervo dijo: nunca más…”

De pronto, volteas con rapidez. Unos extraños ruidos llaman tu atención, parecen picoteos obsesivos cuyo influjo orienta hacia el delirio y, entonces, lo descubres: una oscura ave posada en el dintel de la puerta, justo sobre el busto de Palas Atenea. Luego te preguntas: “¿es esto una obra de teatro? ¿Un poema? ¿Hay bálsamo en Galaad?

Una negra y espigada figura te saca de tus cavilaciones conduciéndote por la vieja casona hacia la habitación contigua, donde una hermosa dama ya te espera con el pecho inflamado. Pretendes tocarla, asirla, te percatas de que no tiene pies, es una aparición que no es de este mundo. Desaparece.

Luego te enteras de que la mujer en cuestión se llama Berenice. Bella como ninguna, te sonríe con sus dientes perfectos, perlados en dos hileras simétricas y brillantes. No puedes dejar de mirarla, tu monomanía no te lo permite. Tu frente y tus manos comienzan a sudar copiosamente, nada puede detener la insana fijación que te ha infectado la mente.

Continúas tu recorrido por la ensombrecida y desvencijada casona. Caminas a tientas por entre los objetos avenidos de otro tiempo, otra época, tal vez otro lugar. Pero no, todo es real, tu experiencia sensorial te indica que estás viviendo el presente, por terrorífico que parezca. No dejas de temblar, pues te has percatado que estás pisando la escena de un crimen. Este no es un laboratorio teatral, tampoco un montaje escénico. Estás en el cerebro de un loco, y ese loco te susurra al oído: “Pensar por un momento fue el centro de tu ficción”.

Así termina el viaje por los confines de la psique de un desquiciado, un desquiciado llamado Edgar Allan Poe. La Rendija Teatro ha tenido a bien montar esta puesta en escena, apenas un par de semanas antes de su aniversario luctuoso, ya que el escritor norteamericano falleció un 7 de octubre de 1849.

La dirección de esta versión libre sobre textos de Poe estuvo a cargo de Raquel Araujo, con actuaciones de Liliana Hesant (Leonora/Berenice), Fermín Teyer (Egeus) y Erick Silva (guía). Siendo fiel al espíritu crítico, rara vez soy entusiasta cuando se trata de reseñar una obra. Sin embargo, recomiendo encarecidamente aprovechen la oportunidad de ver un teatro diferente, ya que incorpora dispositivos tecnológicos tanto digitales como análogos, a fin de provocar una experiencia multimedia de índole fantasmagórica. Algo nunca visto ­­–o poco visto– en Mérida, ya que la producción es de primer nivel.

Cada uno de los ambientes generados pertenece a textos del triste caballero bostoniano: el poema El cuervo, cuya instalación estuvo a cargo de Luis Ramírez; Berenice, con efectos ópticos por Oscar Urrutia y El corazón delator, con textos en audio correspondientes a 15 personajes diferentes realizados por colaboradores de La Rendija Teatro. La producción y realización escénica por el mismo Urrutia y Pepperino Oligor.

Esto último significa que sin importar que uno haya visto la obra, vale la pena repetir para experimentar otra perspectiva y encarnar un personaje diferente. Al margen de ello, se agradece que en este caso el espectador deje de ser un ente pasivo tan sólo para convertirse en un protagonista de la historia. Se estará presentando del 18 de septiembre al 11 de octubre (viernes 21h, sábados 20h y domingos 19h, cupo limitado a 15 personas). La Rendija Teatro se encuentra en la esquina de la calle 50 por 51, Centro Histórico. Pierda el miedo y viva –o muera– saliéndose de lo tradicional, so pena de no ver algo similar en nuestra ciudad, nunca más…