La enfermedad está presente

Verónica Camacho Chávez
La Jornada Maya

11 de septiembre, 2015

Una palabra recorre la ciudad. De boca en boca, mensaje a mensaje en el celular, en el muro de Facebook. Las pláticas en el café, el trabajo, el paradero del camión o la cantina; nadie escapa de escuchar esa combinación de letras que hasta hace un par de semanas parecía impronunciable: chikungunya. Hoy parece que todos tienen un amigo, vecino o familiar atacado por esta enfermedad.

La señora Leticia camina lento. Le cuesta mucho trabajo moverse, arrastra sus pies; como muchas otras mujeres, tiene doble jornada, trabajando en una oficina y como ama de casa. Refiere que hace un par de días le inició el dolor. Pensó que era un resfriado, pero al incrementar la intensidad del dolor y aparecerle salpullido en un pie, decidió acudir desde muy temprano a su clínica del Instituto Mexicano del Seguro Social para recibir atención.

No han dado las siete de la mañana y ya se ve llegar a un buen número de personas a los distintos centros de atención a la salud en el estado, sean del IMSS, ISSSTE o Ssa; primero tienen que pasar con el médico general para poder ser canalizados al área de patología e iniciar sus estudios y tratamiento.

Los médicos del sector salud señalan que es importante determinar cuándo es dengue o chikungunya. El primero más riesgoso si no se trata, pues podría llegar a ser de la variedad hemorrágica, lo que pondría en riesgo la vida del paciente.
Tanto el dengue como el chinkungunya tienen síntomas similares, incluso podrían confundirse con una gripe, pues empiezan con calentura y dolor muscular; sin embargo, el chikungunya se caracteriza por la urticaria en la piel y dolor muy agudo en todo el cuerpo.
“No hay medicamento para ninguno de los dos padecimientos, simplemente son paliativos para el dolor muscular, y la prescripción de bajar la calentura; de ahí en adelante sólo queda esperar a que vaya cediendo la enfermedad”, señala un médico del IMSS, quien solicitó no publicar su nombre.

[h1]Prevenir la propagación por medio de la información[/h1]

En días pasados, el secretario de Salud del estado, Jorge Eduardo Mendoza Mézquita, señaló que por ser una enfermedad nueva, toda la población es propensa a contraer la enfermedad, y el primer mes es cuando la propagación del mal se observa más rápida.

La Secretaría de Salud del estado (Ssa) registra oficialmente 185 casos de chikungunya, aunque hay 2 mil 500 personas sospechosas de tener la enfermedad. A nivel nacional se reportan 11 mil 99 pacientes de dengue y cinco mil 315 de chikungunya en 18 estados.

“Por eso la importancia de informar a la población de todas las acciones necesarias para destruir los criaderos de mosquitos en las casas y tomar todas las previsiones para evitar el piquete de mosco, como el empleo de repelentes, camisas de manga larga, cerrar ventanas que no tengan miriñaque y usar pabellones para dormir”, recomendó el titular de la Ssa en la semana.

Doña Lety parece resignada: “¿Qué nos queda? A todos nos va a tocar; sólo cuidarnos mucho. A mi pobre nieto le dio. Tiene 13 años; el pobre con trabajo se movía. Su mamá lo ayudaba a ir al baño; tuvo que dejar de ir a la escuela, pero ya esta mejor. A nosotros los viejos, ¡que nos agarre confesados!” Mientras, la espera para que llegue el turno de pasar a revisión continúa, pero doña Lety está acostumbrada: es hipertensa y diabética, así que viene cada mes a su revisión y por medicamentos.

[h1]Sin seguridad social[/h1]

En las farmacias que ofrecen consulta médica también han observado un incremento en la demanda del servicio. “Hay gente que viene porque no tiene acceso al sistema de salud pública o porque no tiene tiempo de ir a su centro de salud”, indica un doctor que atiende el consultorio de una sucursal de una cadena farmacéutica.

“Empecé con dolores en las extremidades, dolor de cabeza y luego la picazón. Hubo días que no podía ni dormir; ha sido terrible porque prácticamente me ha inmovilizado. Los doctores sólo dan paracetamol y te piden reposo, pero tengo que trabajar y atender a mi hijo que es menor de edad”, refiere doña Teresa, quien sufre de chikungunya. Es madre soltera y trabaja en una cocina económica. Sin seguridad social, asistió a un consultorio de farmacia.

El tema está presente también en las redes sociales cibernéticas, donde mucha gente manifiesta su malestar por el tiempo de espera en los centros de salud y la escasez de paracetamol en las farmacias particulares. En su momento, el secretario de Salud del estado indicó que el abasto de medicamentos en el estado está garantizado.

“En mi casa se enfermó mi hija, es una adolescente de 16 años. A la pobre la tenemos que llevar al baño en silla de ruedas. Es un poco desesperante porque no se puede hacer nada, no hay medicamento que quite la enfermedad; sólo hay que esperar a que pase, con paracetamol para que el dolor aminore. En las farmacias el medicamento está escaso; tuve que recorrer varias para obtenerlo”, dijo don Carlos, padre de Lucía, de 18 años.

En las redes también se acusa que no hay autoridad para vigilar y controlar activamente los vectores y determinar la eficacia de las medidas para detener la propagación del dengue y el chikungunya.

En diversas ocasiones, los médicos del sector salud han advertido de los riesgos de la automedicación. “Lamentablemente, el ritmo de la vida diaria nos hace pensar que ir al doctor es pérdida de tiempo, que el padecimiento que tenemos es simple y que con cualquier analgésico se puede resolver. La verdad es que podemos agravar la enfermedad, por eso nunca es tiempo mal gastado cuando se trata de nuestra salud”, indicó el doctor Cepeda del Centro Materno Infantil de la Ssa.