La Jornada Maya
Daniela Tarhuni
19 de agosto,2015
Viajemos en el tiempo e imaginemos el mundo hace más de 200 años, cuando el progreso de la ciencia y la técnica del siglo XIX abrió una serie de posibilidades casi infinitas que configurarían nuestro mundo actual y surgió una verdadera necesidad de divulgar todos los conocimientos amasados por la ciencia.
El mundo se desarrollaba en medio de una vorágine científica e intelectual que brindaba una nueva manera de actuar en todos los campos de la actividad humana, guiados por la razón y el progreso. Pero este cambio de paradigma también repercutió en las artes, pues la imaginación se desbordaba, los anhelos de nuevos descubrimientos y exploraciones se hacían patentes en la literatura y la figura de dos grandes escritores que han trascendido la barrera del tiempo, nos adentraron al mundo de la ciencia y la ficción: Julio Verne y Herbert George Wells.
Julio Verne (1828-1905) decidió romper con las expectativas familiares de convertirse en un gran abogado para dedicarse a la literatura y lo hizo de la mano del afamado editor de la revista Enciclopedia de la Infancia y la Juventud Pierre-Jules Hetzel, quien buscaba la manera de hacer entrar la ciencia en la literatura. Así salió a la luz la serie de los Viajes extraordinarios con la publicación de Cinco semanas en globo en 1863, por el que Hetzel, quien no dejaba de lado el punto de vista comercial, pagó quinientos francos al escritor.
Verne no era científico, pero estaba muy bien informado de las novedades científicas y tecnológicas de su tiempo, pues sus contemporáneos fueron personajes clave en el desarrollo de la ciencia como Darwin, Mendel, Pasteur, Koch, Maxwell, Hertz, Humboldt y Planck, entre otros, cuyos trabajos e investigaciones le sirvieron de inspiración y fueron novelados por Verne de una manera única.
Por su parte, el brillante H.G. Wells (1866-1946) estudió biología en la Normal School of Science de Londres, hecho que le proporcionó las bases que, aunadas a su imaginación, nutrirían su trayectoria como escritor. Dos siglos después, una y otra vez, se retoma el planteamiento de sus novelas como La máquina del tiempo (1895), en la que el viajero desarrolla una máquina que puede llevarlo hacia el pasado o al futuro; o bien El hombre invisible (1897) donde un científico llamado Griffin descubre cómo lograr que el índice de refracción del cuerpo humano coincida con el del aire de manera que la luz no se refleje en él para hacerlo invisible.
Ante el éxito de ambos escritores fue inevitable la comparación entre sus obras. Al ser cuestionado en 1904 sobre sus escritos y los de Wells, Verne señaló en una entrevista: “Algunos de mis amigos me han dicho que su trabajo se parece mucho al mío, pero creo que se equivocan. Lo considero un escritor puramente imaginativo, digno de los más grandes elogios, pero nuestros métodos son completamente diferentes. En mis novelas siempre he tratado de apoyar mis pretendidas invenciones sobre una base de hechos reales y utilizar, para su puesta en escena, métodos y materiales que no sobrepasen los límites del saber hacer y de los conocimientos técnicos contemporáneos. Por otra parte, las creaciones del señor Wells pertenecen a una edad y grado de conocimiento científico bastante lejano del presente, para no decir que completamente más allá de los límites de lo posible. No sólo elabora sus sistemas a partir del reino de lo imaginario, sino también de los elementos que le sirven para construirlos. Por ejemplo, en su novela Los primeros hombres en la Luna se recordará que introduce una sustancia antigravitatoria completamente nueva, de la cual no conocemos ni la pista más ligera acerca de su modo de preparación o su composición química real…"
Mucho se ha dicho sobre si estos escritores se adelantaron a su tiempo, o que sus libros son predicciones del futuro pues el viaje al espacio, los submarinos eléctricos, o la bomba atómica, se volverían realidad años después de que las imaginaran en sus obras. Lo que sí podemos afirmar es que ambos escritores estaban impregnados por el pensamiento científico de la época y supieron lograr un equilibrio entre la imaginación y la verosimilitud científica.
Ellos fueron precursores de lo que más tarde se conocería como ciencia ficción; una narrativa fantástica que explota las perspectivas imaginativas de la ciencia moderna, que encontraría a algunos de sus más grandes exponentes en los también científicos Isaac Asimov o Arthur C. Clarke.
Verne y H.G.Wells han sido inspiracion no sólo para escritores, sino para que muchos se convirtieran en científicos, quienes llevados por el deseo de llevar a la realidad sus relatos fantásticos, han hecho avanzar el conocimiento y cerrar la brecha que separa a la cultura y a la ciencia.
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