Paul Antoine Matos
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Viernes 23 de diciembre, 2016

Las guerras de la Conquista y los poderosos gobernantes parecen sonar a la Europa medieval; sin embargo, son las historias que cuenta el oriente de Yucatán.
Lakiin el poderío del oriente maya es la nueva exposición del Museo Regional de Antropología Palacio Cantón que, en palabras de la directora Giovanna Jaspersen, más de la mitad de la colección presenta piezas inéditas. “Es la exposición más grande que se ha montado en el Palacio Cantón, es la primera vez que abarca todo el museo”.

El Halach Uinic Ukit Kan Let Tok’ dirigió desde la Acrópolis de Ek Balam a sus batabs. Se trató de uno de los gobernantes mayas más importantes del que se tiene memoria. Fragmentos de la historia de aquel gobernante se reconstruyen con el mural de 96 glifos, que está en un túnel del Palacio Cantón, y en el del Cuarto 22, en el que se escriben quiénes fueron los padres de Ukit Kan Let Tok’, aunque debido al deterioro sólo se sabe que su madre fue una mujer poderosa de “H’o”, que se cree fue Kobá.

En una piedra sacada de una estalactita, uno de los herededros de Ukit Kan Let Tok’ se comunicaba con el gobernante. A través de los glifos, Ukit Jul’ Ahkul se conecta con su ancestro (se desconoce en qué grado) y la piedra muestra ese conjuro.

La colección en el Palacio Cantón, con Ana Méndez Petterson como curadora, se reconstruye con la imaginación de los visitantes, que recrean en sus mentes las posibles guerras y alianzas que ocurrieron en las provincias Cupul, Tases y Chikinchel del oriente yucateco durante dos mil años (c. 700 A.C.- 1500 D.C.) en las ciudades de Ek Balam, Chichén Itzá y Kulubá.

Chichén Itzá fue era regida por Halach Uinics quienes, a través de la guerra y conquista, mantenían el control de la región. En una piedra de la colección del Palacio Cantón se observa a un guerrero en posición de ataque, con una lanza y un cráneo.

Más allá de las batallas y guerras, estaba la vida cotidiana y el comercio. Los hogares de los mayas tenían platos, vasos, ollas, comales, molcajetes y jarras, muchos de ellos pintados y adornados, como ocurriría en cualquier casa moderna. Entre los objetos que se exponen está un molcajete bien conservado, definido por su amplio uso. También hay un comal en buen estado, que se importó desde el centro del país. Sin duda, dicha etapa de nuestra cultura se parece más a la civilización moderna de lo que jamás hubiéramos imaginado.

[b]Comercio y dioses[/b]

“El pasado prehispánico no lo debemos ver tan lejanos, nos asombran las cosas pensando la lejanía del tiempo, pero los intercambios y relaciones son los mismos de ahora, sólo que con otro tipo de tecnología. Ellos lo hicieron de la misma forma que nosotros con los elementos de ese período”, señaló la directora del Palacio Cantón.

A través del comercio, los mayas importaban del centro del país y Centroamérica metales como oro y cobre para construir preciosas obras de arte y objetos de uso común. “Red de significados y de creaciones. Los metales, las conchas, las piedras son materiales que provienen del comercio. Las piezas centrales con características chupícuaro, una muñeca guatemalteca”, expresó Jaspersen.

La jadeíta, una piedra verde, era considerada aún más preciosa que el oro por ser un símbolo de agua y vegetación; al final de la exposición del Palacio Cantón, un hermoso collar del color del musgo en las afueras de los cenotes aparecía, era de doble vista. Dioses como K’awiil, deidad del rayo y el fuego, también forman parte de la exposición.

Un jaguar pétreo está acostado, duerme o está muerto, es la duda sobre este ser acéfalo por el maltrato del tiempo, del cual se cree pudo servir como trono para los gobernantes. Para moverlo desde el sótano hasta el centro de la exposición se necesitaron 18 hombres y cuatro horas.

De Ek Balam procede la pieza del hombre-serpiente que con su gran nariz y cejas representa el emerger cósmico, debido al significado del reptil en la visión maya el universo. En el Cenote Sagrado de Chichén se han encontrado serpientes de jadeíta como parte del sacrificio humano.

Ukit Kan Let Tok’ muere. Un nuevo gobernante asciende al poder en Ek Balam e implementa nuevas políticas para mantener el control de la zona, de la cual hoy se ha explorado apenas el 10 por ciento. Nuevas amenazas surgen y el Halach Uinic en control del reino debe crear alianzas con otras ciudades más pequeñas para quedarse con el poder del oriente de Yucatán.


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