El ''imperio'' avícola de Joaquín y Addy

Paul Antoine Matos, Óscar Rodríguez, Tania Medina y Hubert Carrera Palí

Yucatán es una de las entidades líderes en la producción de pavo en México, un ave que se consume en 90 por ciento durante la temporada decembrina -60 por ciento crudo y 40 por ciento ahumado-, según los datos de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural Pesca y Alimentación (Sagarpa). 

En el estado hay alrededor de 200 granjas productoras del pavo. Don Joaquín Coronado Mézquita es uno de los criadores. Ha sido uno de los empresarios más exitosos del sector en Yucatán, junto a su esposa Addy Sosa Espadas, quien falleció en agosto de 2016. Ambos compartieron 40 años de su vida en el mercado Lucas de Gálvez y durante la expansión de su empresa.

Joaquín y Addy se conocieron en el también llamado Mercado grande, y juntos forjaron un “imperio”, como él considera a las múltiples empresas del sector pecuario que creó. Al principio, relata don Joaquín, mataba entre 10 y 12 pollos diarios, mientras que Addy los vendía. Primero los llevaban en el camión de pasaje, luego en un triciclo, hasta que adquirieron un coche, en el que podían transportar entre 40 y 60 pollos diarios.

El negocio familiar creció y en su granja en San Luis Dzununcán establecieron tres naves en la que cabían hasta 6 mil 300 pavos que se criaban todo el año, pero preparándolos especialmente para la temporada navideña.

El terreno, recuerda, lo adquirió en 1981 y la zona estaba despoblada, pero esta temporada evitó tener los pavos para no molestar a los vecinos. En su lugar, sus hijos manejan dos granjas en San José Dzal y La Guadalupana, en las que se crían hasta 7 mil 500 pavos para diciembre.

 

Adiós a una compañera emprendedora

“Addy es era una mujer emprendedora. Desde la 1:30 de la mañana hasta las 5 de la tarde los dos trabajábamos en el mercado, estaba entregada al negocio y nada nos detenía; ni un ciclón”.

Con ella, y sin que él supiera leer o escribir, formó “un imperio”, que llegó a tener hasta 25 empleados; don Joaquín manejaba la contabilidad. Su empresa se fue expandiendo hasta recibir aves del desaparecido consorcio Campi, para ser procesados.

Hace un año, el 23 de diciembre, Addy sufrió una falla renal, lo que provocó que sus pulmones se llenaran de líquido que le fue drenado. El 25 de diciembre falleció, y resucitó. El paro cardíaco causó que su cerebro dejara de recibir oxígeno y quedó en estado vegetativo.

“Gastamos un millón 250 mil (pesos) en mes y medio, luego tuvimos que pagar mil 100 diarios en la enfermera por nueve meses, hasta que el 15 de agosto, a las siete horas, falleció”, recuerda su esposo. Al día siguiente, cuando Addy fue enterrada, era el día santo de don Joaquín. Al contar eso, sus ojos se cristalizan y su voz se corta. 

“Trato de olvidar, pero no se olvida. Decimos que es normal que muramos, pero no lo aceptamos cuando queremos a alguien. El fin de uno es nacer, crecer, reproducirse y morir, pero no lo entendemos”.

En la crianza de pavos encontró la manera de seguir adelante, a pesar de que sus hijos quieren que esté en una oficina y no en la granja. “Estar en una oficina sólo acelerará mi muerte, aquí platico con los vecinos, cuido el ganado, los pavos. Es más que el negocio, es olvidar, distraerse”. Sin embargo, acepta que en las noches, cuando está solo, se quiebra. 

Para esta temporada, los pavos se cotizan en alrededor de 40 pesos el kilo, expresa. Los predilectos por las empresas pesan entre seis y siete kilos, que son los que regalan a sus empleados, pero pueden llegar hasta 14 kilos. Tiene que adquirirlos de Estados Unidos a finales de agosto o principios de septiembre para poder engordarlos, señala.

Entre los pequeños productores de Yucatán, calcula que se manejan alrededor de 40 mil pavos frescos, pero no cubren la demanda de la entidad, por lo que deben importarse los congelados, de raza chilena o parda. 

El yucateco prefiere el pavo fresco; muerto, procesado y desplumado en la granja, para consumir el mismo día. El congelado fue sacrificado incluso ocho meses atrás, indica. 

Hoy, su hijo Manuel quiere expandir el negocio para vender pavo congelado. Su hija Erika ocupa el puesto de su madre en el mercado Lucas de Gálvez. 

Don Joaquín entra al corral, donde se encuentran 50 pavos pulidos en un suave blanco. Agarra con sus manos a uno de ellos debajo de las alas, el ave se siente nerviosa y aletea desesperadamente.

 

Carne para el corazón

Según estadísticas del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), Yucatán registra en 2016 una producción de pavo de 2 mil 159 toneladas hasta el mes de noviembre, con un valor de 119 millones de pesos.

México es el lugar 21 a nivel mundial en producción de carne de pavo, con más de 21 mil toneladas al año, siendo los principales estados productores Yucatán, Estado de México, Puebla y Chihuahua, se señala. 

Ese organismo reconoce que las granjas productoras cuentan con un status sanitario que contribuye a que la producción cumpla con los estándares de calidad para ofrecer productos sanos e inocuos, lo que permite la comercialización en mercados locales, nacionales e internacionales.

La Sagarpa indica que “la carne de pavo se ha convertido en una saludable opción, ya que se caracteriza por tener poca grasa y no posee cantidades importantes de purinas, por lo que también es una carne apta para quienes tienen ácido úrico en sangre, además de ser muy buena si tenemos colesterol alto”.

Pavo por las nubes y pavo regalado

En muchas dependencias de gobierno de la península, se reparten bonos por estas fechas para intercambiarlos por pavos en algunos centros comerciales; en Campeche, por ejemplo fueron 8 mil 200 trabajadores los beneficiados con esos vales, un modo de contrarrestar el precio de esas aves que anda literalmente por las nubes, aunque la Profeco justifica su precio con base en la ley de la oferta y la demanda.