Paul Antoine Matos
Foto: María Briceño
La Jornada Maya

Progreso, Yucatán
Viernes 29 de julio, 2016

Por años, la casa conocida como El Palomar, en el puerto de Progreso, fue la residencia veraniega de don Avelino Montes Linaje, empresario que llegó a controlar prácticamente la totalidad de la exportación de fibra de henequén, quien acudía con su familia a Progreso para disfrutar de la temporada. Las rieles del tren pasaban cerca de ella. Con el paso del tiempo, la casa fue abandonada y quedó en desuso. Recientemente fue rescatada y restaurada para convertirse en el restaurante La Antigua.

Addy Velázquez Sosa, dueña del restaurante, fue quien propició su rescate e ideó la forma de realizar un nuevo negocio en lo que considera “un tesoro de Progreso”. La casa, expresó, es lo que atrae a los clientes porque se edificó hace más de 100 años, antes incluso que la propia Casa del Pastel.

La idea de recuperar El Palomar surgió en su niñez, pues Addy era vecina de la construcción y se imaginaba viviendo. Al ser mayor, consideró que el espacio sería perfecto para establecer un negocio. Desde chica, indicó, le gustaba el ambiente de los restaurantes porque en ellos se reúnen las personas, los amigos y las familias conviven para comer, entonces decidió crear uno.
“Fueron dos ilusiones separadas que coincidieron y se hicieron una sola”, expresó en entrevista con La Jornada Maya. La intención, indicó, es convertirse en un punto de referencia para la playa yucateca, los meridanos y el turismo que visita Progreso.

La restauración se dio con el consentimiento del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), pues la casona es considerada patrimonio edificado.

Consideró que el meridano es un cliente muy exigente en su consumo, pero los adultos que van a comer allí se sienten encantados con la casa porque les permite conocer dónde vivieron los antiguos propietarios. Reconoció que los visitantes lo viven con nostalgia, porque les trae recuerdos de las vacaciones en la playa.

[b]Sabor del mar[/b]

La especialidad de La Antigua es el pulpo a las brasas, preparado en un grill con pasas y un aderezo de aceite de oliva o aguacate. Sin embargo, Addy considera que la comida del mar permite “sentirse como en casa”, a través de productos de calidad. El pulpo, agregó, también se ofrece en diversas presentaciones, como chicharrón, poc-chuc o frito.

El gusto por el sabor del mar lo adquirió porque su familia es comercializadora de mariscos, entonces consideró factible establecer un restaurante que los ofreciera.

Además de los tradicionales cocteles y ceviches, el menú cuenta con especialidades como el salmón en salsa de mostaza y en salsa de mango chutney, o carnitas de atún con guacamole.

La fachada de La Antigua recuerda a una casa centenaria, en la que las palomas se posaban en el palomar, que hoy no existe. Su color azul claro combina con la brisa del cercano mar. En su interior, las fotografías de Progreso y su evolución adornan las paredes; los cambios del puerto y su crecimiento son congelados en el tiempo, como la construcción del puerto de altura.


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