Pandemia afecta aprendizaje musical de personas con discapacidad

Especial: Compás de emoción

Jesús Alfredo Toriz López, de 17 años, no puede ver con sus ojos, pero sí a través de sus manos, y la música. Desde pequeño, se enamoró de ella, con sus juguetes de bebé replicaba los sonidos y las canciones que escuchaba su madre. Gracias a este arte, se ha vuelto más sensible y ha mejorado la forma de expresarse y comunicarse con otras personas. Sin embargo, por la pandemia del COVID-19, su formación se ha visto suspendida. No pude asistir a sus clases presenciales y esto ha representado un retroceso.    

La música es una aliada para las personas que tienen alguna discapacidad, les ayuda a ser más sensibles, al tocar un instrumento se vuelven más disciplinados y al mismo tiempo su estado de ánimo mejora: son más felices; pero las medidas restrictivas, derivadas de la emergencia sanitaria han mermado el progreso de muchos niños, niñas y jóvenes; incluso algunos han retrocedido hasta ya no saber cómo tocar su instrumento.  

Las personas con discapacidad, son de los sectores más olvidados por las autoridades. No se cuentan con estrategias claras para que continúen con sus terapias, ni con sus actividades que les hacían mejorar tanto física, mental y anímicamente.  

Por lo menos, 10 niños y niñas con autismo, ceguera y autismo con ceguera, dejaron de tomar clases presenciales en el Centro de Música y Educación Especial Alejandro Iris; las clases en línea han sido una opción, pero no es lo mismo, ya que los infantes suelen distraerse fácilmente y no prestan la debida atención.  

“La música es mi arte favorito”, confiesa Jesús orgulloso y emocionado; recuerda que desde que pequeño supo que sería su pasión, sabe tocar varios instrumentos, desde el piano, la marimba, guitarra, pero en las percusiones encontró su corazón.  

Su destreza lo llevó también a tomar clases en el Conservatorio Nacional de Música. Tiene claro lo que desea en un futuro: estudiar una licenciatura en música y ser concertista.  

“Al estar en contacto con la música me siento muy feliz, apasionado, me siento orgullo y entusiasmado. Al tocar un instrumento digo: ¡ay... se siente bonito!, expresó.  

A pesar de que nacer ciego completamente, se siente agradecido con Dios por todos los dones que le dio en la música, pues a través de ésta puede expresar sus emociones, “lo que yo siento como persona... “Yo me siento muy feliz”, reiteró el joven músico.  

Para el artista, la pandemia ha complicado su aprendizaje musical. En su caso, no es lo mismo trabajar de manera presencial y estar en contacto directo con el maestro, que a distancia y en línea. Aunque su ceguera no la ha impedido hacer muchas cosas, se le complicado cuando se trata de usar plataformas digitales, además que necesita a su maestro quien le vaya indicando qué debe modificar.  

“Otra vez, repítelo”, le dice el maestro Alejandro Iris Flores a Isaac Sabido Pool, de 11 años.  En un vídeo, de sus últimas sesiones presenciales, se ve a Isaac practicando en su pequeño teclado, junto al maestro Alejandro Iris. Muestra una paciencia envidiable al tocar cada tecla con sus dos manos. “Casi, casi”, le dice Alejandro, inmediatamente el pequeño deja escapar una sonrisa.  

Sabido Pool tiene el Síndrome de Dandy-Walker, La mitad de su cerebro no se desarrolló por completo. Esta enfermedad congénita se caracteriza por la presencia de hidrocefalia; además tiene trastorno del espectro autista.

Su abuela, Cecilia Peniche Parra, comenta que de más chico le gustaban los pianos de juguete, entonces decidieron meterlo a clases, por lo que encontraron en internet al maestro Iris, quien se especializa le enseñanza de la música a niños y niñas con discapacidad. “Le gusta la música, sus clases, me pide que lo llevemos, si algo no le gusta no lo hace”, agregó Peniche Parra.  

El niño no puede hablar fluidamente, le cuesta comunicarse, pero con la música encontró una manera perfecta para expresare. “Cuando le dices que lo hizo bien, mueve sus manos y su rostro es muy alegre”; dijo.  

“Pero cuando vino la pandemia cortamos con las clases”, ya que él necesita estar a un lado del maestro, ya que no fija su mirada en un lugar, se distrae fácilmente; hay que estar en todo momento junto a él para que toque. “Con la voz del maestro recibe las indicaciones y mueve sus deditos”, comentó.    

Ahora, al no poder tomar sus clases, su estado de ánimo ha cambiado, ya no está tan alegre como antes, casi no toca su teclado. Solo clava su mirada en el abanico. “Sólo quiere ver que gire”.  

El músico, Iris Flores creó hace unos 15 años el “Sistema Iris de Notación Musical para Invidentes”, similar al Braille, el cual consiste en la representación de los sonidos a través de un pentagrama y permite un acercamiento y comunicación más fácil en el mundo musical.  Al final, manejarán el mismo código de lenguaje.  

“El sistema musical Braille, explicó, no favorece la comunicación porque se escribe en líneas, en renglones, tal como las palabras. En el Sistema Iris no pasa eso, y cada quien por su cuenta lo puede simplificar. Si yo veo una partitura reducida, por musicalidad se entiende, y eso también puede hacerse”.  

A lo largo de estos años, ha impartido clases a niños y niñas invidentes o con autismo, la música ha cambiado la vida y el panorama de estos infantes, la mayoría no tenían un acercamiento, gracias a este arte han encontrado su vocación o mejores formas de comunicarse y expresarse.  

Para el docente, la música propicia a que se puedan incorporar e integrar mejor a las escuelas, pueden tener una comunicación con sus maestros y compañeros. Tienen una vida más confortable y más feliz.  

Sin embargo, con la llegada de la pandemia, ha visto un severo retroceso en sus estudiantes. Al no poder asistir a sus clases presenciales, ya no practican, necesitan la motivación y mentoría de él. Esto ha ocasionado que niños que ya habían alcanzado un avance, retrocedan a tal grado que ya no sepan tocar su instrumento. “Tocan con un dedo, como si fuera la primera vez”, indicó.  

Edición: Elsa Torres