En Yucatán 438 personas necesitan un trasplante de órgano; sin embargo, el COVID-19 ocasionó el año pasado una reducción de más de 60 por ciento de las intervenciones quirúrgicas y de 80 por ciento de los donantes.
En el marco del Día Mundial del Trasplante de Órganos y Tejidos, que se conmemora este 27 de febrero, en la entidad se encuentran 392 pacientes a la espera de un riñón, 45 de córnea y una persona más necesita un hígado.
Y aunque a raíz de la pandemia mundial la Secretaría de Salud federal recomendó detener las operaciones de trasplantes, en Yucatán el sistema sanitario contó con los protocolos suficientes para continuar con las intervenciones.
Sin embargo, en 2019, previo a la contingencia sanitaria, se realizaron 143 trasplantes mientras que el año pasado apenas fueron 54, una reducción de 62.2 por ciento. De realizar 95 trasplantes de córnea y 48 de hígado antes de la pandemia, en 2020 se realizaron 37 y 17 respectivamente.
Las cifras son del Centro Nacional de Trasplantes e incluyen información de las operaciones quirúrgicas realizadas en hospitales públicos y privados acreditados para realizar estas intervenciones.
En el caso de los donantes la reducción fue mayor, de pasar de 63 oferentes cadavéricos en 2019 el año pasado sólo se recibieron 12.
Al respecto, Jorge Martínez Ulloa, director del Centro Estatal de Trasplantes, asegura que pese a las cifras y a las complicaciones derivadas del COVID-19 el panorama es positivo para Yucatán.
“A pesar de la complicada situación epidemiológica que se vive en todo el mundo, aquí seguimos trabajando y en último trimestre del 2020, a mitad de la pandemia, estuvimos con mucha actividad”, comentó Martínez Ulloa.
El médico explica que para realizar un trasplante en medio de la contingencia sanitaria es necesario agregar al menos dos pruebas extra, que consisten en una tomografía de tórax y el test PCR, para garantizar que el donante y el receptor no sean portadores de SARS-CoV-2.
Esto quiere decir que las personas que fallecieron a causa del coronavirus están descartadas como donadoras.
“La prueba de SARS-CoV-2 es una más de las que se hacen de rutina para evitar el riesgo sanitario. Cualquier donante con algún proceso infeccioso activo, sea coronavirus, hepatitis, u otro, no se considera un potencial donante por el riesgo de transmitir”, explicó.
El donante, ya sea vivo o cadavérico, tiene que ser sometido a estos estudios y en caso de ser positivo no podría continuar el proceso. El receptor, en cambio, tendría que superar la infección antes de recibir el órgano.
Martínez Ulloa destaca que en Yucatán hay una buena respuesta de la ciudadanía para donar y que la red de hospitales públicos y privados con licencia para trasplantar tienen una coordinación y una capacidad para garantizar que aunque el estado vuelva a semáforo rojo epidemiológico, los trámites de estas intervenciones no se detengan.
Edición: Elsa Torres
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