Mujeres rurales mayas, vitales para la seguridad alimentaria

Mujeres mayas de Halachó se organizan para rentar fletes y acudir al ministerio público de Umán y a los juzgados de Maxcanú para denunciar a sus agresores. No obstante, al llegar, señalan que se enfrentan con un muro de discriminación, racismo y revictimización por quienes deben garantizar la justicia.  

La mujer rural maya es fundamental para garantizar la seguridad alimentaria y la salud de las familias en Yucatán, sin embargo, son las que más padecen de violencia y dificultades en el acceso a la justicia, lo cual se agravó durante la pandemia del Covid-19.  

A pesar de la emergencia sanitaria, las mujeres indígenas siguen siendo víctimas de este tipo de situaciones que vulneran sus derechos humanos.  

Liria May Canul, coordinadora del Centro Alternativo para el Desarrollo Integral Indígena, ubicado en Sihó, Halachó, indicó que la situación de violencia ha aumentado durante esta pandemia, “pero muchas mujeres cada día son más conscientes de la situación de violencia que sufren en sus comunidades, deciden denunciar a sus agresores, no obstante, cuando se enfrentan a diversos obstáculos, como el racismo, discriminación o que no les crean cuando van a denunciar, lo que hace que se desanimen”.  

“Ya conocen sus derechos, pero enfrentarse con estos obstáculos de las instituciones, hace que retrocedan, que piensen que no se puede hacer más”, indicó la activista maya.  

Los casos de denuncias, agregó, no proceden, no hay seguimiento: no se da una atención integral a las mujeres indígenas, lo que ocasiona que muchas tengan que quedarse a vivir con su agresor, pues no tienen donde ir.  

Por la emergencia sanitaria, indicó que tuvieron que adaptarse y brindar atención psicológica vía telefónica con apoyo de APIS Sureste: Fundación para la Equidad, y por grupo de WhatsApp, además, luego de que abrieron centros de justicia y rentaron fletes para llevar a las mujeres de las comunidades cercanas, para viajar a los Maxcanú y Umán.

Al mes, en promedio apoyan con el traslado a cinco mujeres para ir a los juzgados y al ministerio público de estos municipios para denunciar casos de violencia o pago de pensiones alimenticias. No obstante, al llegar siempre se encuentran con comentarios que denigran a las mujeres como. “¿Por qué vienen hasta ahora?, ¿por qué esperaste tanto? o ¿ustedes quienes son? “Preguntas que no vienen al caso: Se nos cuestiona”.  

Se topan con que no hay médicos que puedan certificar que sí sufrieron una agresión. “'Está de vacaciones, que regresemos mañana', nos dicen". Prometen medidas cautelares que luego no llegan, entre otras vulneraciones, asegura la activista.  

“Aunque todas las mujeres tenemos los mismos derechos y necesitamos que el Estado realice las acciones necesarias para que todas podamos acceder a nuestros derechos por igual”, indicó, que se debe mirar los contextos de las mujeres mayas, quienes tienen necesidades específicas, diferentes a las de una ciudad. “Mirar a la mujer de manera integral”, subrayó.  

Mujeres, seguridad alimentaria  

Para la doctora Carmen Pedroza Gutiérrez, catedrática de la Escuela Nacional de Estudios Superiores (ENES) Mérida, de la Universidad Autónoma de México (UNAM), las mujeres rurales son quienes aseguran las formas de alimentación de sus hijos y sus familias. El rol de las mujeres en las actividades productivas es crucial para la seguridad alimentaria.  

La especialista, que ha investigado el rol de las mujeres en la pesca, comentó que en el estado mayormente la mujer es quien administra los recursos, quien recibe el producto que pesca el esposo, lo transforma en alimento para vender. No obstante, ante la llegada de la emergencia sanitaria, tuvieron que desarrollar nuevos modelos de negocios.  

Al cerrarse los mercados, los puertos y actividades pesqueras muchas mujeres, según explicó la investigadora, dejaron de preparar mariscos, para vender cubrebocas, mascarillas y otros materiales para desinfectar, “o vendían otros productos o comida, tal como pasó en el puerto de Sisal”.  

Los pescadores más afectados, indicó, fueron quienes no destinaron un ahorro para afrontar estos tiempos complicados, pues la mayoría gasta su dinero en alcohol, pero en general, al final las más afectadas son las mujeres, ya que se les asigna el rol de asegurar el alimento en sus hogares. Si el marido llega sin dinero, o sin pescado, la mujer tiene que ver cómo hacerle para darle de comer a sus hijos, subrayó la doctora Carmen.  

“Las mujeres son quienes administran todos los recursos del hogar, si el pescador llega sin dinero, aunque haya pescado, porque se lo gastó el alcohol u otras cosas, las mujeres tiene que administrar y de alguna manera a buscar cómo darle de comer a sus hijos”, precisó.  

Por otro lado, indicó, al reiniciar la actividad pesquera, las mujeres empezaron a vender y comercializar el producto de otra manera, dejaron de vender a mayoreo a grandes congeladoras o empresas, para vender de manera individual o a pequeños comercios.  

En su opinión, la mujer rural en general tiene más problemáticas, porque se tiene que enfrentar a un ambiente más árido, no es lo mismo trabajar bajo el sol, que, en una oficina, la violencia intrafamiliar es mayor, pero todas las mujeres deben tener los mismos derechos y acceder a las misma condiciones y justicia.

Edición: Laura Espejo