Nuevos fraccionamientos en Mérida, en riesgo por contacto con el pic

El insecto vector del mal de Chagas ya ha sido identificado en varias zonas urbanas
Foto: Naturalista.mx

En los nuevos fraccionamientos ubicados después de la periferia meridana, así como en viviendas que colindan con montes o lotes baldíos, existe un importante riesgo de tener contacto con el pic, uno de los vectores del parásito causante de la enfermedad de Chagas. A razón de lo anterior, el conocer más sobre este insecto es de suma importancia para la prevención, según explicó el doctor Carlos Ibarra Cerdeña, investigador del Cinvestav y responsable del mapeo de esta especie.

El pic (Triatoma dimidiata) es un insecto hematófago, es decir, se alimenta exclusivamente de sangre; y vive en las selvas o bosques tropicales. Esta especie está ampliamente distribuida en la región tropical mexicana, desde el golfo de México hasta la península de Yucatán. Su distribución atraviesa Centroamérica, llegando hasta el norte de Colombia, partes de Ecuador y Perú.

“Su amplia distribución lo convierte en uno de los principales vectores de Trypanosoma Cruzi, el parásito causante de la enfermedad de Chagas”, advirtió el académico, quien es investigador titular en el departamento de Ecología Humana del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) en Mérida.

Esta especie es generalista, explicó, es decir, puede alimentarse de la sangre de muchas especies de vertebrados silvestres, entre los que se encuentran mamíferos, aves y reptiles. Sin embargo, los únicos grupos de fauna que son relevantes para la transmisión del mal de Chagas son los mamíferos, pues el parásito no puede sobrevivir en la sangre de aves o reptiles.

Cuando puede alcanzar las poblaciones rurales o urbanas, su alimentación es fundamentalmente de sangre humana o de algunos animales que viven muy cerca de las personas. Por ejemplo, dijo, en las comunidades rurales se alimenta de gallinas o de otro tipo de especies de traspatio o compañía.

“Entonces el pic lo que busca es sangre y si hay una persona se alimentan de ella; o si lo que hay son gallinas, cerdos, cabras o conejos, se alimenta de ellos. De esa manera, se crea un riesgo para la salud humana, porque las chinches que pican a los animales pueden transmitir el parásito a las personas”, alertó.

Esto ocurre frecuentemente en las poblaciones urbanas y rurales de Yucatán, pues el bicho es abundante, sobre todo en la época más seca del año, cuando se dispersa, probablemente porque buscan aparearse; o alimento. Es en esta temporada cuando las poblaciones de fauna silvestre tienen menos individuos, pero su fuente de alimento se mantiene constante.

En cuanto a sus hábitos, el biólogo explicó son fundamentalmente nocturnos, aunque esto no significa, aclaró, que no puedan tener una actividad diurna o que algunas condiciones les permitan caminar o buscar esconderse durante el día.

 

Vector del parásito

Hay muchas especies vectores del mal de Chagas, en el mundo hay más de 130 especies de chinches, no obstante, la transmisión de este parásito se limita a América Continental. Lo anterior se traduce en que, en las islas del Caribe, por ejemplo, no hay reportes de esta enfermedad, pese a existir especies de vectores en ellas.

En América Continental, explicó el doctor Ibarra, hay varias especies de triatominos, en México hay 31 variantes y todas pueden ser vectores de este parásito. Una de las diferencias más notables para considerarlas relevantes epidemiológicamente es que puedan adaptarse a la vivienda humana; o que dispersarse estacionalmente a las mismas.

Por ejemplo, expuso, el pic es una especie que en la península yucateca no se considera una especie domesticada. Esto significa que no puede sobrevivir en las casas de las personas, llevar a cabo su reproducción y mantener poblaciones permanentes.

“Lo que hace es dispersarse desde las zonas de selva remanente o vegetación secundaria que están próximas a las casas y llega a los traspatios en busca de alimento. Hay otras especies en México que sí se consideran domesticadas, pero solo pueden vivir en casas de barro o lodo, pero no es el caso del pic”, mencionó.

Hay un espectro de características de las chinches que les permiten sobrevivir y mantener poblaciones permanentes en entornos rurales o urbanos; y hay especies que no lo logran, o están en tránsito para poder tener estas adaptaciones. El pic es una especie capaz de mantener poblaciones estacionales en este tipo de lugares, por lo que todas tienen algún grado de importancia epidemiológico.

“Otra de sus características relevantes es que el mecanismo por el cual pueden llegar a infectar a una persona es cuando defecan sobre el hospedero y el parásito es depositado en las heces. Esta es una diferencia importante con vectores de otras enfermedades, como los mosquitos, por ejemplo, que transmiten enfermedades mediante sus glándulas salivales”.

Los pic transmiten el mal de Chagas mediante su sistema digestivo, explicó; y lo que ocurre es que las heces producen una reacción alérgica a las personas, que se rascan porque tienen comezón y pueden producir pequeñas heridas en la piel, y es de este modo que penetra el parásito.

 

La enfermedad silenciosa

La enfermedad de Chagas es una enfermedad que puede considerarse silenciosa. Tiene dos fases reconocidas clínicamente, la primera se considera la fase aguda, que es cuando el parásito penetra al sistema circulatorio y produce algunos síntomas que no son específicos. 

“Puede haber fiebre; y quien la presente puede no estar consciente que se debe a la presencia de este parásito”, puntualizó Ibarra Cerdeña.

Una vez que ha pasado cierto tiempo, destacó, el parásito puede alcanzar otros órganos como el corazón, pues el sistema cardiaco es el más comúnmente reportado como el objetivo, pero también pueden alojarse en el esófago o en el colon, lo que da lugar a lo que se conoce como mega vísceras. 

Esto ocurre a lo largo de varios años y la fase sintomática puede presentarse 20 o hasta 30 años después de la infección, aunque esto no es un período establecido, sino depende de muchos factores.

“Lo que puede suceder es que comiencen a presentarse problemas cardiacos tales como engrandecimiento del corazón o diversos tipos de cardiopatías que desencadenarían en algún punto en un paro cardiaco”, advirtió.

“Entonces la enfermedad de Chagas es grave, potencialmente mortal y crónica, es decir, puede presentarse por muchos años hasta una fase en la que si no hubo un tratamiento oportuno no es posible eliminar el daño que ocasionó”.

Esto, señaló, también representa una oportunidad, pues existen tratamientos que pueden utilizarse para eliminar el parásito; y otros para tratar los síntomas derivados de la infección, por ejemplo, las afectaciones cardiacas.

“Cuando hay diagnóstico oportuno y tratamiento, el pronóstico es muy bueno. La gente puede recuperarse y quedar libre del parásito luego de un tratamiento con un seguimiento clínico adecuado”, expresó.

 

Importancia en el ecosistema

Existen muchos vectores de patógenos en el mundo, entre ellos figuran mosquitos, garrapatas, pulgas y chinches. Se trata de especies longevas que generalmente llevan millones de años en la naturaleza y tienen interacciones con especies silvestres, por lo que naturalmente tienen un rol en sus ecosistemas. Son relevantes.

“Frecuentemente pensamos que el problema está en los animales que portan los parásitos, pero desde mi percepción, este se encuentra en nuestra manera de convivir con la naturaleza. Si podemos entender cuáles son las pautas que nos lleven a evitar interacciones riesgosas con estas especies -sin degradarlas o eliminarlas- podemos estar seguros”, enfatizó.

Para el doctor Carlos Ibarra, la mejor manera de reducir el riesgo que estos insectos representan para la salud humana o de los animales de compañía, es disminuir al máximo la posibilidad de contacto con ellos.

El biólogo ha estudiado a los insectos desde hace muchos años, principalmente las poblaciones silvestres, es decir, que se encuentran en paisajes manejados por habitantes de zonas rurales en la península de Yucatán, en donde investigan diferentes aspectos. 

Fue en el 2019 cuando junto con su equipo de trabajo comenzó a pedirle a la gente que vive en Mérida el estar atenta a la presencia del vector; y que cuando lo encontraran, comunicarse con ellos para que acudan a sus viviendas a recolectarlos.

Esto lo hicieron en el marco del proyecto de una tesis que requería de los insectos para desarrollar experimentos. Cuando pedían insectos a la gente, el ofrecimiento era informarles si el insecto proporcionado estaba o no infectado por el parásito causante del mal de Chagas.

Adicionalmente hacían preguntas para evaluar el riesgo de picadura al que habían estado expuestos y de esa forma, compartirles sugerencias. El análisis de infección en los humanos no está contemplado en el proyecto, y tampoco el suministro de insecticidas.

Fraccionamientos nuevos, los más vulnerables

Así nace el Mapeo del pic (Triatoma dimidiata) en Mérida y la prevalencia de parásito de la enfermedad de Chagas (el Trypanosoma Cruzzi), con el que, a partir de dichas colectas -han recibido cerca de 400- buscan generar mapas de distribución de los insectos, con los que pueden tener una mejor idea de en dónde es más probable su presencia.

Sin embargo, esta parte toma más tiempo, porque para esto se requieren muchas colectas para alimentar los modelos estadísticos de investigación con los cuales generan los mapas. Es en esta fase en donde se encuentran actualmente.

Una de las conclusiones a la que han podido llegar con estos trabajos, es que existe un riesgo muy importante de contacto con estos vectores para quienes viven en los fraccionamientos nuevos, después de la periferia de la capital yucateca.

“Esto se debe a que estos fraccionamientos están construidos sobre los remanentes de la selva secundaria que existe en los alrededores de Mérida y entonces, en estas selvas viven naturalmente los insectos y las casas se convierten en parte de su hábitat y fuente permanente de alimento”, indicó.

De igual forma, han identificado que, dentro de la ciudad, en las casas colindantes con montes o lotes baldíos, puede encontrarse al pic. Esta situación, explicó, es normal pues son ambientes que se asemejan a sus hábitats naturales.

Es un programa permanente, pero depende de los financiamientos que puedan obtener, mientras cuenten con los fondos, el programa sigue debido a la importancia de que las personas sean conscientes de los riesgos que enfrentan al entrar en contacto con estas especies; y conocer más sobre ellas, brinda herramientas para evitarlos.

Si encuentran un ejemplar de pic en Mérida, las y los interesados en contribuir con este proyecto de ciencia ciudadana pueden asegurar al insecto -vivo- con todos los cuidados en un frasco con orificios en la tapa; y comunicarse con el doctor Carlos Ibarra al correo [email protected] para acordar su recolección.

 

Edición: Laura Espejo


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