Paul Antoine Matos
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya
Mérida, Yucatán
Domingo 2 de septiembre del 2018
El semblante principal del gobernador Rolando Zapata Bello era la seriedad. El titular del Ejecutivo yucateco, primer priísta del estado, vio cómo el PAN mantenía “la joya de la corona de México”, como expresó Renán Barrera Concha al tomar protesta como presidente municipal de Mérida.
La toma de protesta de Barrera Concha, en el cruce de los palacios Municipal y de Gobierno, representó para Zapata Bello el primer día de su último mes de administración. El primero de octubre, deberá entregar Yucatán al PAN, a las manos de Mauricio Vila Dosal.
En el discurso de Renán Barrera mandó un saludo al Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador. Durante la sesión extraordinaria de Cabildo, en el cruce de la 62 con 61, Zapata Bello mantuvo una cara seria. Se sentó al lado del nuevo alcalde y cerca del Felipe Cervera Hernández, el priísta que liderará el Congreso del estado.
Mauricio Vila Dosal acudió al lugar y fue recibido por todos con aplausos. Durante unos cinco minutos, en espera de la llegada de Renán Barrera, el gobernador electo saludó a todos los que se encontraban en las primeras filas. Más bien, era saludado. Líderes empresariales y políticos entablaban pláticas con él.
“Renán Barrera será un gran alcalde”, declaró. “En el PAN aspiramos a que el alcalde que nos sucede sea mejor que nosotros. Es un Renán con muchas ganas de hacer buen trabajo, lo apoyaremos a él y los 105 alcaldes de todo el estado”, expresó.
En las primeras filas, los líderes estatales del PAN y Morena se sentaron juntos; el gran ausente fue el PRI. Al terminar la sesión de Cabildo, el grupo La Siembra tocó un rato.
Jueza adscrita al penal estatal de Chalco amplió a octubre la etapa del cierre de investigación
La Jornada
Unos 3 mil productores serán beneficiados con sistemas modernos y eficientes
La Jornada Maya
Robert De Niro recibirá una Palma de Oro honorífica en el evento
Ap / Afp
Amenazó con suspender bienes y salarios a los más de 10 millones de indocumentados
La Jornada