Juan Manuel Contreras
Foto: Facebook @MariaFritzSierra
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Jueves 12 de julio, 2018

“La esencia, la sustancia misma de la arquitectura, es la búsqueda por el manejo del espacio, no de las formas”, es una de las frases más célebres de Augusto José Quijano Axle, quien la noche del miércoles recibió el premio Trayectorias del Mayab Mérida 2018, en reconocimiento de su obra, la cual ha pasado a formar parte del mapa de la arquitectura mexicana.

Desde 2011, el grupo Design reconoce a los creadores cuyo trabajo destaca en el panorama de la arquitectura del país, además de ser ejemplos a seguir para las generaciones venideras e influencia en el diseño y construcción de la actualidad.

A la ceremonia, que se llevó a cabo en el Centro Cultural Olimpo, diseño de Quijano Axle, asistió la alcaldesa de Mérida, María Fritz Sierra; el director de Design, Rodrigo Noriega Sánchez; y el presidente del Colegio de Arquitectos, Elías Cisneros, quienes destacaron la importancia de la obra del académico.

Rodeado de amigos, colegas y familiares, el homenajeado escuchó una a una las felicitaciones impregnadas de memorables anécdotas.

Ricardo Agraz, Aurelio Nuño, Mauricio Rocha, Félix Sánchez, Javier Muñoz y Jorge Zoreda fueron los panelistas de la noche. Cada uno, a su estilo, enalteció la gran capacidad arquitectónica de Quijano Axle, pero también su lado humano como profesionista, como maestro, alumno, pero sobre todo como amigo.

Augusto José Quijano Axle nació en Mérida, Yucatán, en 1955, se graduó como arquitecto en la Universidad Iberoamericana en 1979, año en el que fundó Domínguez y Quijano Arquitectos, para un año después elaborar los diseños de la emblemática Casa Espinosa-Aguilar y del Hotel Los Aluxes.

“El primer acercamiento que tuve a la arquitectura, o más bien a las construcciones, fue un día en casa de mis papás, cuando mi padre estaba ampliando la casa. Entonces yo tenía once años y me metía a ver la obra, y así, poco a poco adentrarme en la arquitectura”, recordó.

Esposo de Ligia Vázquez Navarrete y padre de Regina y Augusto, para el arquitecto Quijano la creación parece surgir de las raíces que se consolidan desde la familia.

“A todos les doy las gracias, todos contribuyen al armado de este maletín de viaje para emprender este trayecto. Agradezco muchísimo todas las contribuciones, el sacrificio de las personas, el tiempo de muchas otras, pero principalmente el afecto y cariño que me han dado siempre”, expresó.

En 1982, el arquitecto cofundó la constructora Domínguez, Quijano, López y Asociados; cuatro años después obtuvo el primer lugar en el concurso internacional La Revitalización del Barrio, del Foro Mundial de Jóvenes Arquitectos.

El galardonado recordó cuando uno de sus profesores le preguntó, “¿qué hay en Mérida?” y él de broma respondió “pues hay mucho sol”. Fue ahí cuando se percató de la importancia de las sombras.

“Lo importante de la arquitectura muchas veces está fuera de ella. Hay que salirse del problema para resolverlo”, explicó.

En 1994 obtuvo la medalla de oro en la Tercera Bienal de Arquitectura Mexicana, y desde esa fecha, su trabajo creativo concentró esfuerzos en la renovación de la arquitectura peninsular, rememorando su gran pasado con alusiones prehispánicas en la rectoría de la Universidad del Mayab, o mediante la integración de materiales contemporáneos como el concreto aparente en la Torre Banamex, por la que obtuvo el PCI Award del Instituto de Chicago, en 1995.

“Siempre he dicho que hay que reinterpretar la historia. En el caso de los proyectos que hemos desarrollado en la Universidad del Mayab, la idea no surge de generar un espacio inclinado para que parezca maya, sino porque quisimos cortar el sol y la lluvia que se da en los pasillos del lado sur del edificio central”, detalló.

En 1998 recibió la medalla al mérito artístico del gobierno de Yucatán, y en el 2000 la medalla de plata en la Bienal de arquitectura mexicana, además de una mención de honor por el Centro Cultural Olimpo.

“No es tanto lo que le ponemos a la arquitectura, sino muchas veces lo que le debemos quitar para ver su esencia. Entender que la luz es un material que tenemos para trabajar, lo mismo que el sol”.

Con obra pública, privada y de interés social, vinculado al urbanismo o con elementos opulentos, industriales y comerciales en más de 500 proyectos a lo largo de su carrera, la obra del maestro Augusto Quijano ha viajado por revistas y libros de difusión internacional, así como en exposiciones y recorridos para mostrar lo mejor de la arquitectura mexicana.

En 2005 obtuvo, entre otros premios y distinciones, el PCI Design Award: Best Office Building de Chicago, por el corporativo DICAS, y un primer lugar en la Sexta Bienal internacional de arquitectura de Sao Paulo, Brasil, con su Casa Larga.

“La arquitectura que realizamos es clara, es concisa; procura ser sincera. Ser sinceros con el lugar, con el cliente, con la manera en la que hacemos las cosas, creo que es algo que le gusta a la gente con la que trabajamos”.

Luego de los comentarios de los panelistas y las congratulaciones por su vasta trayectoria, a las que se sumaron su esposa y madre, así como sus hijos mediante una videoconferencia, Qujano Axle, con su característico sentido del humor y sencillez, se dirigió a los asistentes a manera de agradecimiento.

“¿Estaré vivo todavía?”, bromeó en referencia a la opulencia de la ceremonia; asimismo, agradeció recibir el premio rodeado de gente que quiere y estima, “creo que es algo muy importante y estoy contento de que se hayan tomado el tiempo de venir”, dijo.

“Cuando escuchaba lo que decían, me di cuenta que las obras son lo menos importante. Hablaban de cómo soy, de cómo me conduzco, y piensa uno: qué bueno que piensen eso de mi porque hay veces que no creo ser totalmente así”, añadió.

“Creo que cuando las cosas se vuelven más importantes que las personas, estamos fritos. No puede ser más importante el dinero, no puede ser más importante el producto, no puede ser más importante el acabado. Nosotros apostamos por lo que es intangible, por lo que no se acaba. El espacio es más importante que las formas”, concluyó.

La monumentalidad de la Torre Banamex, la maestría en el manejo de la luz en la Universidad Anahuac-Mayab, la exuberancia de Casa en la Ceiba, la perfección estética y funcional del aeropuerto de Chichén Itzá o la influencia de la identidad yucateca del Centro Cultural Olimpo, resaltan el vanguardismo en la propuesta de Augusto Quijano Axle, quien ha sabido tomar como punto de partida la tradición regional para renovar la práctica arquitectónica y las influencias externas.


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