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del

Carlos Meade
Foto: Valentina Álvarez Borges
La Jornada Maya

Lunes 28 de agosto, 2017

Es triste observar la forma en que el crecimiento de la industria turística, solapada por los gobiernos en turno, se viene dando en las costas de Quintana Roo. Parece deliberado el establecimiento de áreas naturales protegidas, como Yum Balam y el Parque Nacional Tulum, para simular una política de conservación que, en realidad, sólo sirve para proteger los intereses de inversionistas. ¿De qué otra manera podemos entender que en el Parque Nacional de Tulum existan hoteles a lo largo de toda su línea de costa? ¿quién lo permitió? ¿estaban dormidos los funcionarios de la CONANP? ¿por qué el Área de Protección de Flora y Fauna de Yum Balam no cuenta con un plan de manejo después de más de 20 años de ser decretada?

Sin duda, estas incongruencias deben tener una explicación, más allá de la apatía, ineptitud y desorganización de nuestro gobierno. Parece, más bien, un plan con maña: hacia el ámbito internacional, el gobierno presume de miles de hectáreas en régimen de conservación, aunque la susodicha protección es un acto fingido, ya que no existe una voluntad real, una estrategia elaborada con la asesoría de expertos, ni un presupuesto suficiente.

Las áreas protegidas se convierten, entonces, en paraísos privados donde el dinero, compadrazgo o enjuagues políticos aplican para favorecer a los elegidos. Roberto Hernández, dueño de la mitad de Sian Ka’an y la familia Ponce, en proceso de apropiarse de Holbox, son dos ejemplos fehacientes.

Mientras el crecimiento continúa con su saldo depredador, nadie se detiene a deliberar sobre los responsables del desastre ambiental, aquellos funcionarios que firmaron los permisos, que se hicieron de la vista gorda o se asociaron con los inversionistas.

¿Quién, quiénes son los responsables de que la costa norte del estado haya perdido sus playas? Nadie puede decir que desconocían que la construcción sobre la duna costera era un error. Se les advirtió de mil maneras, pero los funcionarios de gobierno y los inversionistas tacharon a los ambientalistas de ignorantes, fanáticos y enemigos del desarrollo. ¿Y ahora, ante la evidencia, qué pueden decir?

El decreto de la Reserva de la Biósfera Caribe Mexicano, parece otra acción de relumbrón que suma 5.6 millones de hectáreas de la superficie nacional bajo política de protección ¿Será?

Para simular un proceso democrático en la política ambiental, ahora la CONANP está invitando a una consulta de la Estrategia de Conservación y Uso Sustentable de la Biodiversidad del estado de Quintana Roo.

Dicha estrategia se propone alinear la política ambiental estatal con las llamadas “Metas de Aichi”, establecidas en el marco del Convenio Internacional sobre la Diversidad Biológica.

De acuerdo a grupos de científicos y ambientalistas críticos, las metas referidas están lejos de las acciones que se requieren para conservar la biodiversidad. Aun así, no vemos cómo el gobierno del estado pueda comprometerse con ellas.

La meta B dice: reducir los factores de presio?n directa sobre la biodiversidad y promover el uso sustentable. Esto significa, para Quintana Roo, moderar el crecimiento urbano, detener la destrucción de manglares, dos cosas que no se están haciendo. Todo lo contrario. El crecimiento es acelerado, desordenado e imparable (mientras predomine el modelo de desarrollo dominante) y los manglares siguen muriendo bajo la ambición empresarial, complicidad y corrupción gubernamental.
La meta C: mejorar el estado de conservacio?n de la biodiversidad protegiendo los ecosistemas, las especies y la diversidad gene?tica. Otra meta inalcanzable, ya que requeriría acciones intensas para recuperar y proteger los ecosistemas costeros afectados gravemente por el “desarrollo”: duna costera, manglares y arrecifes.
La meta D también parece inalcanzable bajo el modelo dominante: ampliar los beneficios de la biodiversidad, bienes y servicios ecosiste?micos para todos los habitantes. ¿Las empresas hoteleras y parques temáticos estarían dispuestos a pagar los servicios ambientales de los ejidos que conservan biodiversidad, captan y conservan agua dulce que es aprovechada en la industria turística costera?

La meta E: mejorar la aplicacio?n de la estrategia por medio de la participacio?n ciudadana, el manejo de los conocimientos y la creacio?n de capacidades. No se ve una intención seria y consistente de promover la participación ciudadana. Lo que se intenta es simularla y manipularla con procedimientos como la Consulta de la Estrategia de Conservación y Uso Sustentable de la Biodiversidad del estado de Quintana Roo, de la que hablaremos próximamente.

Tulum, Quintana Roo
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