Meade y JCRM

Rubén Torres Martínez y Francisco J. Hernández y Puente
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán y Carlos Ramos Mamahua
La Jornada Maya

Viernes 1 de diciembre, 2017

Debe ser sumamente vergonzante para el PRI haber tenido que decantarse por primera vez en su larga historia por un candidato a la Presidencia de la República que no ha sido su militante, por la pésima reputación de la mayoría de los que sí forman parte de ese instituto político. Sin embargo, por encima de la vergüenza están por supuesto los intereses del grupo que ha gobernado al país desde 2013 y la necesidad de un candidato que sea competitivo en la disputa por la presidencia y, una vez en ella, sea su tapadera, y garantice que los negocios pactados a lo largo del sexenio rendirán frutos más allá del 2018. El perfil del candidato Meade puede que sea el de un hombre sencillo, austero, honesto, preparado, capaz de atraer a una parte de panistas y simpatizantes, pero de que esos elementos jugaron en la negociación y la decisión que se ha tomado, no cabe duda alguna.

Es un hecho que el virtual destape del ahora exsecretario de Hacienda fortalece a ese partido y lo reposiciona en la lucha electoral, sobre todo por el desgajamiento que se ha producido en el PAN, el ridículo del Frente Ciudadano y la lamentable actitud del PRD y su precandidato Mancera. Ah, y una que otra candidatura independiente, como la de Margarita Zavala y el Bronco, que ayudarán a pulverizar el voto. Mejor escenario para el PRI, jamás.

Lo que viene ocurriendo a nivel nacional tendrá inmediatas repercusiones a nivel local, y específicamente en Yucatán. Ya no caben muchas dudas de que el candidato priísta a la gubernatura de la entidad será Jorge Carlos Ramírez Marín, nada menos, ni nada más que por su cercanía al llamado grupo “Atlacomulco”, encabezado por el presidente Peña Nieto y su canciller Luis Videgaray, mismos que impusieron la candidatura de José Antonio Meade. No olvidemos que RM fue vicecoordinador de la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto hace seis años, y que su jefe en aquel entonces fue precisamente Videgaray. RM fue también factor importante para que Alfredo del Mazo sea hoy gobernador del Estado de México. ¡En política las facturas se pagan! RM tiene algunas a favor.

La fuerza política del grupo y la cercanía de Jorge Carlos, dejará de lado con una alta probabilidad a los candidatos locales que suspiran por ese lugar. A estas alturas ya ni los buenos oficios del propio Rolando Zapata valdrán a esos suspirantes que tendrán que alinearse a la decisión del partido y en particular a la de su grupo más homogéneo y poderoso, como lo hicieron las huestes priístas a nivel nacional en torno a la figura de José Antonio.

Ramírez Marín no es un tecnócrata, pero es muy cercano a ellos. No piensa como ellos, pero puede intentarlo. RM es el político provinciano tradicional del PRI, de origen modesto, estudió derecho en la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), realizó diversos estudios (diplomados) en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), justo cuando empezó entre los políticos del PRI la moda de estudiar en escuelas privadas, dentro o fuera del país. No es un político conceptual, sino más bien un pragmático. No hay manera de identificar en él su pensamiento político-ideológico específico, aunque en sus giras y eventos por la entidad, se ha pronunciado a favor de las causas de los que menos tienen y de que la sociedad yucateca debe alcanzar mayores niveles de bienestar.

En un evento reciente, por ejemplo, señaló que “la primera vacuna que tenemos que aplicar en Yucatán es la vacuna antipobreza, que no es más que generar empleo e ingreso, particularmente para las mujeres”…... “Hacia allá hay que enfocar las baterías: trabajo, trabajo, trabajo, y cerca de los lugares donde vive la gente, para que no descuiden la atención de sus hijos”. Lo anterior aparentemente querría decir que está a favor de una política social que privilegie el empleo y el ingreso, y no los programas de transferencias monetarias a fondo perdido típicos de las políticas asistencialistas de los últimos treinta años.

En los meses recientes, ya con la vista puesta en la candidatura tricolor, recorrió el estado, lo mismo organizando eventos en los que señalaba la importancia del transporte ejidal, que anunciando una nueva cámara hiperbárica para la costa norte de Yucatán, que pronunciándose en contra de la penalización de la práctica médica. Auspició con la Cámara de Diputados un curso de capacitación dirigido a empresarios yucatecos con ponentes expertos internacionales, y un baile “con sabroso repertorio de mambo, danzón y chachachá, en un evento organizado con motivo del Día del Padre”.

Un operador político por excelencia, tanto por su desempeño en el Congreso Local de Yucatán, como en la Cámara de Diputados, donde fue principal apoyo de otro mexiquense de estirpe, César Camacho Quiroz. En 2013, el presidente Peña Nieto lo nombró secretario de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, pero solamente duró como tal hasta febrero de 2015. A su salida de la Sedatu la prensa nacional reportó que había utilizado su puesto de secretario para extorsionar a propietarios de terrenos agrícolas, urbanos o turísticos, especialmente en la península de Yucatán.

Apenas un año después de su salida de la Sedatu se publicaron señalamientos por la construcción irregular de casas en el estado de Guerrero para los damnificados de los huracanes Ingrid y Manuel. En Yucatán, por décadas, se le han achacado actos como especulador de terrenos que echaba mano de contactos con el gobierno federal para concretar negocios.

La única opción que tenía el priísmo de postular a un candidato competitivo para la presidencia, era un candidato que no fuera priísta. En cambio, si nuestro pronóstico no falla, en Yucatán será un candidato priísta tradicional. Meade, es un hombre sencillo, austero, abogado, economista, cinco veces secretario de estado. Ramírez Marín, es un hombre sencillo, abogado, pragmático, operador político, dos veces, diputado local y dos veces diputado federal. ¡Esto apenas comienza…!