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Texto y foto: Fabrizio León Diez
La Jornada Maya

Lunes 19 de febrero, 2018

La seguridad en Yucatán que ha atraído inversiones públicas y privadas, un alto desarrollo inmobiliario y una migración de familias sin precedentes, ha puesto al estado en la mira política de los analistas, inversionistas, partidos políticos y del Instituto Nacional Electoral.

La fórmula para mantener bajos niveles en la criminalidad ha sido una incógnita, Mérida se ha convertido en un laboratorio de mercadotecnia y el padrón electoral ha crecido en migrantes o foráneos, como son mejor identificados, lo cual hace que el resultado de la ecuación política de las elecciones de 2018, como nunca antes, sean un acertijo.

Si bien el porcentaje que representa Yucatán en la votación nacional es bajo (1.5), el porcentaje de población que vota es de los más altos (77 por ciento) y se estima que el 20 por ciento de la lista nominal de votantes, pertenece a nuevos vecinos en Mérida, donde se concentra el 52 por ciento del electorado, según los datos de la elección de 2012.

En la elección pasada la diferencia de votos entre el PRI y el PAN fue de 100 mil votos para el gobernador y de 41 mil (aproximadamente) para el alcalde, por lo que es probable que el voto foráneo incline la balanza para que gobierne la continuidad heredada priísta o el PAN aliado se quede al frente.

[b]Trabajar en empleo[/b]

De tal manera que el fuerte bipartidismo que por tradición familiar se acostumbra en Yucatán, ahora será por primera vez influido por una migración connacional que ha virado sus vidas para instalarse en una ciudad hermosa y madura que fue puesta de moda y rejuveneció, logrando una singular cultura de respeto y calidad; formas únicas en la cotidianidad que nos admira día a día con su paisaje, nos educa y acerca a la tradición maya yucateca.

Es por eso que la inversión, creación de empleos e incorporación a una vida nueva, los vuelve corresponsables y atentos a que las autoridades, socios, clientes y amigos, en estas elecciones, blinden lo logrado y tengan apertura para el crecimiento, también de los migrantes.

La continuidad de este gozo y trabajo en paz, desde hace cinco años, ha sido responsabilidad de dos gobiernos, el del PRI en el estado y el del PAN en el Ayuntamiento, los cuales ahora se disputan la administración de una alta infraestructura y pretenciosos planes en corto y mediano plazo, que han causado mucha expectación, especulación y sin duda, abusos.

El crecimiento económico del estado y su capital es celebrado por los empresarios y la clase media alta, pero al mismo tiempo les han incomodado las formas y la falta de cumplimiento en sus acuerdos con el gobierno estatal.

[b]No a Meade, PRI[/b]

Es por ello que varios de los consultados para este análisis, consideran cruzar su voto y arriesgarse; no votarán por Meade, y apostarán su voto estatal con el panista Mauricio Vila y les llama mucho la atención lo que Víctor Caballero y Pablo Gamboa maquinan para recuperar Mérida, hasta ahora.

Varios sectores observan con lupa a Mauricio Sahuí, cuya fuerza está fundada en el sector popular de la ciudad y el campo. El candidato del PRI apenas tendrá un respiro estos días para establecer una estrategia y tomar el control, luego de que una vorágine política dentro de las tribus y sus egos, lo dejó exhausto y con serias críticas a la coordinación de Roberto Rodríguez, porque su tejido no ha sido el más fino y la cura de heridas entre los grupos, no cicatriza, no tanto por el remedio, sino por su falta de atención y seguimiento.

[b]Las otras realidades[/b]

En esa lógica le preocupa al gobierno y a quienes mantienen la seguridad pública, que todas las aristas que ha causado la designación de Mauricio Sahuí dentro del PRI, se limen, pues ahí se encuentran amarrados el mayor porcentaje de los convenios que hacen que su aparato económico funcione, mediante el gobierno y las piezas de información básica, para la seguridad instalada.

Pero hay otros factores que no dependen de la disciplina partidista, sino de las realidades y la percepción, es decir, la indignación de las familias por los niveles de pobreza, el trato laboral, la corrupción instalada en los trámites y contratos, como si esto fuera una obligación.

A esto hay que agregar el tufo que desprenden los alientos expulsados desde los túneles escarbados en la guerra sucia, donde a los foráneos tal parece que se les escatima sus inversiones, la creación de empleos y sobre todo su participación en la misma cultura, lo cual se visibilizó desde los primeros destapes, desafortunadamente.

En el caso del gobierno, la preocupación radica en detectar factores externos que les alteren sus esquemas de control y particularmente en que se rompa la delgada línea de diferencia de votos que mantiene al PRI al frente del poder estatal, debido a la ola de desprestigio nacional del partido oficial, el arrastre popular de Andrés Manuel López Obrador y el ascenso del exalcalde de Mérida, el panista Mauricio Vila, quien se llevó el protagonismo en las precampañas.

[b]Cuartos de guerra[/b]

Si bien el PRI mantiene una estructura electoral en las familias y los apoyos económicos que éstas reciben de los programas sociales del gobierno, el descontento de muchas otras que no han sido beneficiadas o que ya no hacen caso de sus líderes, es otro de los factores de alerta que han detectado en los cuartos de guerra del partido.

De la misma forma un semáforo rojo está en la población que acaba de cumplir la mayoría de edad y que viven sin empleo, se aburren en sus comunidades donde no encuentran opciones rápidas y tienen una fuerte liga con la vida virtual, donde como pólvora corre la especie de no votar o no hacerlo por el PRI.

Por si esto fuera poco, las estrategias para impulsar y capitalizar el voto de las mujeres, el nicho que siempre ha influido en todas las tribus, familias y profesiones, no les ha resultado.

Los dos partidos y sus gobiernos han ignorado a sus cuadros profesionales, el discurso oficial se contradice en la práctica; altos índices de maltrato hacia ellas en lo intrafamiliar, el número de víctimas por feminicidio ha aumentado, sus iniciativas no son tomadas en cuenta y los puestos laborales en la dirección, son escasos.

No tiene bien estructurado por ello un discurso de género, no porque así lo quieran, sino porque simplemente no se han asesorado bien, y cuando lo hacen, no lo llevan a cabo, porque los cuartos de guerra, donde se toman las decisiones, son como los de Toby.

De la misma manera se les pasa por alto en sus planteamientos el uso y la explotación de la cultura y por supuesto, la lengua maya.

[b]Pepino, transporte y Chichen[/b]

Y todavía no se habla de lo que son los problemas torales; la falta de resultados en los servicios públicos de transporte, salud, el crecimiento del tráfico de pepino de mar, el enjambre de ambulantes en Chichen Itzá y el crecimiento de protestas de ejidatarios y activistas, pidiendo consulta para la instalación de empresas, como está sucediendo en Homún y que en estos tiempos se replicarán, entre la razón de sus demandas y la presión para lograr los beneficios económicos inmediatos que produce la compra previa del voto.

Una oposición silenciosa espera muda las campañas y los debates para confirmar su voto en contra.

La suma tiene con jaqueca al PRI de Yucatán y a su “principal activo”, como se le dice al gobernador, Rolando Zapata; los foráneos, los azules y lo que no ha cumplido. El beneficio de la duda, duda.

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