5 de mayo y Carlos Marx

José Ramón Enríquez
Foto: Especial
La Jornada Maya

Miércoles 9 de mayo, 2018

Este pasado cinco de mayo los mexicanos conmemoramos, ciertamente con orgullo, la victoria en la batalla de Puebla contra las tropas francesas de Napoleón III. Ahí brillaron generales como Ignacio Zaragoza, Porfirio Díaz y Miguel Negrete. El primero, un héroe puro y de triste destino que moriría de tifo a los treinta y tres años; el segundo, un caudillo lleno de claroscuros que implantó en su larga dictadura la pax porfiriana; el tercero, Miguel Negrete, injustamente olvidado, que encabezó y apoyó movimientos sociales libertarios en medio de la parálisis política y el positivismo ideológico.

La gesta del cinco de mayo es memorable porque nuestros héroes enfrentaron a un enemigo superior y muy bien entrenado, superior inclusive a su comandante supremo, el emperador Napoleón (bien llamado [i]El Pequeño[/i], en comparación con su tío), objeto de las burlas, entre otros, de Victor Hugo y de Carlos Marx quien estudió el golpe de Estado que lo llevó de la presidencia de la República francesa a encabezar el Segundo Imperio, en [i]El dieciocho brumario[/i] de Luis Bonaparte. Ahí calificó al golpe de Estado de Napoleón I como una tragedia y al de su sobrino Luis Bonaparte, Napoleón III, como una farsa.

Precisamente, este cinco de mayo se conmemoró también el segundo centenario del nacimiento de Carlos Marx. Ave de tempestades desde sus inicios como hegeliano de izquierda, no dejó de serlo nunca y aún hoy su nombre remueve sentimientos profundos tanto entre sus enemigos como entre sus seguidores.

Pero hay tantos Marx como visiones canónicas de su obra, y hay tantas visiones canónicas como épocas en el desarrollo de su pensamiento y aun en sus contradicciones teóricas o vitales. Esto pasa con todos los grandes filósofos y escritores de menor calado, incluso con poetas y narradores que viven y afectan un entorno. Para no irnos más atrás del pensamiento que influyó en lo inmediato a Marx, pasó con Kant y pasó, desde luego, con Hegel desde que todavía vivían hasta el día de hoy. Lo mismo podría decirse de otros pensadores alemanes como Schopenhauer y Nietzsche que siguen levantando polvaredas. Lo que ocurre con Carlos Marx es que muchas de las visiones canónicas, incluso contradictorias, se levantaron en armas, defendieron anhelos populares, construyeron estados y destruyeron otros, efectuaron masacres y sostuvieron sueños.

Este cinco de mayo, al develarse en Tréveris, su lugar de nacimiento, una estatua monumental de Carlos Marx obsequiada por la República Popular China, se avivó la polémica. ¿Es el Marx de Lenin o el de Mao, el de Trotsky o el de Stalin a quien se conmemora? ¿Es al joven Marx o al autor de [i]El capital[/i]? ¿Es verdad que el Gulag estaba en Marx, como afirmaron en su momento los “nuevos filósofos”, o hay un científico social que todavía tiene mucho que dar, al menos para iluminar la crisis del capitalismo que analizó sin descanso y con enorme lucidez?

No soy de los que piensan que se agotó con la caída del Muro de Berlín y a su sombra se cobijan unas pocas dictaduras anacrónicas y contradictorias. Creo que vale la pena revisitarlo desde su raíz para entender la complejidad de su pensamiento. Y propongo el espléndido estudio del catedrático inglés de Historia de las Ideas, Gareth Stedman Jones, que acaba de publicar en español la editorial Taurus: [i]Karl Marx. Ilusión y grandeza[/i].

Explica en su prólogo: “La vida y obra de Karl Marx han sido fuente de inspiración para muchos... El objetivo de este libro es situar a Marx de vuelta en el ámbito del siglo XIX antes de que estas elaboraciones póstumas sobre su personalidad y sus logros fueran confeccionadas.”

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