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del

Hugo Castillo
Foto: Afp
La Jornada Maya

Miércoles 6 de junio, 2018

Es común asumir que la mayor parte de los conflictos en el Medio Oriente se deben a la presencia del Islam en la región. Cuando los analistas políticos, económicos y sociales del orbe hablan de las guerras en Irak y Siria o de la pobreza en el Yemen y Libia, aseguran que es la fe mahometana la principal causante de los problemas actuales.

El boicot que cuatro países árabes mantienen sobre Qatar demuestra que la relación entre política y religión en la zona es mucho más compleja de lo que se piensa y que quienes detentan el poder utilizan cualquier medio posible para apoderarse de la opinión pública.

El 5 de junio del 2017 Arabia Saudita, Bahrain, Egipto y Emiratos Árabes Unidos impusieron un bloqueo económico y político sobre la pequeña nación petrolera. Si bien argumentaron que la razón del mismo era la intromisión del país en los asuntos de sus vecinos, así como su incondicional apoyo a grupos “terroristas”, una lista de peticiones para acabar el boicot que incluía el cierre de la cadena [i]Al Jazeera[/i], publicada poco después, mostraba un panorama distinto.

La televisora qatarí es conocida por su agenda liberal. Si bien es cercana al pan islamismo y hace énfasis en las luchas que los musulmanes sostienen en diferentes partes del mundo, no tiene una línea editorial con un sesgo ideológico obvio. En muchas ocasiones se ha mostrado crítica con países y regímenes de la región, así como con agrupaciones políticas y religiosas. Sus reportajes han generado el malestar de diversos sectores, incluidos algunos dentro del [i]establishment[/i] religioso islamista.

La línea editorial del canal no es bien vista por el reino saudí, una monarquía absoluta que busca posicionarse como la opinión correcta del Islam, y por consecuencia de todos los musulmanes, para aferrarse al poder. Un discurso informativo crítico no puede resultar más que peligroso para sus gobernantes, por lo que en reiteradas ocasiones Riyad ha llamado a ejercer mayor control sobre los contenidos que Al Jazeera publica y ha bloqueado su señal en el país.

Al condenar el supuesto apoyo que tanto la televisora como Qatar prestan a los “terroristas”, término que genera pavor en cualquier parte del mundo, el reino wahabi en realidad está aprovechándose de la falta de conocimiento sobre el Islam que prevalece en el orbe para tratar de destruir un discurso que es contrario a sus intereses en la región.

Esto deja ver que las razones para boicotear a Qatar, y pedir el cierre de Al Jazeera no son ideológicos, como argumentan sus promotores, sino políticos: lograr el control de la comunidad musulmana mediante la manipulación del discurso religioso.

El bloqueo al pequeño emirato petrolero deja en claro que en pleno siglo XXI la situación de los comunicadores sigue siendo una de persecución, pues los líderes en todas partes temen que una prensa libre ponga en peligro el dominio que tienen sobre su gente. No sólo se bloquea la labor periodística con asesinatos, como sucede en nuestro país; también se logra con la descalificación de los medios.

Los acontecimientos recientes dejan en claro que la labor de [i]Al Jazeera[/i], y de cualquier centro periodístico en medio oriente y en el mundo va más allá de informar sobre los acontecimientos globales. Sus contenidos acercan a sus miles de televidentes distintas formas de entender y vivir la política, debilitando los discursos totalitarios que algunos líderes promueven. En la actualidad el trabajo que realizan es muy peligroso, pero también muy alentador.

Y a un año del bloqueo, tanto Qatar como su principal televisora siguen fuertes. El país ha sufrido fuertes golpes económicos pero ha sabido sortearlos; el canal de noticias mantiene su presencia global, reportando la lucha que los árabes y no árabes viven día a día.

El caso de Qatar y [i]Al Jazeera[/i] demuestra que la única forma de hacer frente a la amenaza del totalitarismo, tan presente en la política actual, es a través de una prensa libre y fuerte. No importa qué tipo de discurso; político, religioso o económico, se muestre amenazante. La información es y seguirá siendo poder, y brinda libertad a quien la recibe.

[i]Mérida, Yucatán[/i]
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