Persiguiendo la congruencia

Normando Medina Castro
Foto: Fernando Eloy
La Jornada Maya

Viernes 3 de mayo, 2019

Una tarea fundamental para devolver la credibilidad y confianza a la actividad política, es que los integrantes de los partidos políticos respeten sus principios ideológicos y actúen con la coherencia y la congruencia como premisas principales para erradicar la politiquería que pervirtió las instituciones y las enfermó con el cáncer de la corrupción.

En el estado de Yucatán gobierna el PAN por voluntad de la mayoría expresada en las urnas. En sus principios ideológicos defienden el matrimonio natural y rechazan el matrimonio igualitario. La coherencia se define como la cualidad de la persona que actúa en consecuencia con sus ideas y sus expresiones. La legislatura yucateca, que es dominada por el blanquiazul, actuó con coherencia cuando rechazó la iniciativa para modificar la Constitución local y abrirla al matrimonio igualitario. Esto no es motivo para generar odios y rencores; es parte de la democracia y hay que actuar con tolerancia y respeto entre las partes y solucionar el diferendo por los canales legales y la sociedad yucateca terminará fortalecida.

Es monstruoso el grado de descomposición social creado por políticos sin más ideología que su ambición y su codicia. Nadie puede negar –excepto los beneficiarios de la corrupción descomunal que dominaba la vida pública del país– que en todas las instituciones, muchos de sus integrantes sacaban provecho de las funciones que desempeñaban y que todavía desempeñan algunos.

Hay que cambiar esta situación aunque por la gravedad del grado de perversión institucional, muchas de las medidas tomadas por el gobierno federal son duras y han ocasionado daños colaterales que hacen parecer la 4T como una medicina amarga, independientemente de los obstáculos y ataques sistemáticos de las minorías que crearon el caos y jamás han buscado ni buscan el beneficio de México, porque simplemente “la generosidad es un lujo que no pueden pagarse”, como diría Joaquín Sabina, y el nacionalismo implica necesariamente generosidad y grandeza. Qué maravilloso sería que los partidos de oposición mexicanos actúen con nacionalismo, con México por delante.

Apostarle a desestabilizar al país simplemente resulta absurdo y aberrante. Es desdeñar la voluntad popular que es la soberana en las democracias.

La desaparición del Consejo de Promoción Turística de México (CPTM) provocó reacciones que evidenciaron los intereses de grupo que todavía prevalecen en el país. El presidente Andrés Manuel López Obrador fue claro al señalar que en la práctica prevalecía el despilfarro y la corrupción en el manejo de los fondos de alrededor de seis mil millones de pesos anuales.

Ya han sido difundidos los excesos y el dispendio de recursos públicos en oficinas de promoción en el extranjero, además que el mandatario señaló que se pagaban grandes cantidades a medios afines, muchas veces injustificadamente. La opción de publicitar los destinos turísticos de México desde las embajadas ha sido vista con desdén por grandes empresarios, políticos y comunicadores que disfrutaron beneficios. Las delegaciones mexicanas que viajaban con el pretexto de promover el turismo lo hacían a todo lujo. El despilfarro no tenía límite y en esas obesas delegaciones iban numerosos funcionarios “sin vela en el entierro”, sus familiares, los amigos e incluso las novias. En tiempos de los ex gobernadores Félix González y Roberto Borge, habían días de shopping, y como jeques repartían el dinero. Ese andamiaje y sus mecanismos allí están con su inercia que hacen inútil apelar a la buena voluntad de transformación.

Las grandes cadenas hoteleras, las grandes franquicias de restaurantes, bares, etcétera, sólo aportan empleos en su mayoría mal pagados y contaminación. Desde hace mucho, Cancún está sobredensificado y sobrepoblado. El precarismo es moneda de cuño corriente junto con la violencia y la inseguridad y la barbarie. Los impuestos que pagan las grandes cadenas significan muy poco en comparación con sus efectos y sus demandas de servicios públicos, que más bien son exigencias. La verdadera riqueza que generan terminan en el extranjero. Su publicidad no tiene que pagarse con los impuestos que además, los pagan los turistas la mayoría de las veces.

El día de la votación para la desaparición del CPTM, los diputados federales por Quintana Roo, los morenistas Patricia Palma y Adriana Teissier, y sus aliados verdes Ana Patricia Peralta y Jorge Corona, no se presentaron a la sesión. El diputado por Morena, Jesús Pool Moo, y su cuñada Mildred Ávila, votaron en contra de la iniciativa lopezobradorista y fueron ponderados por medios locales de Quintana Roo. López Obrador siempre ha dicho que el principal problema de México es la corrupción. Apenas el 18 de abril AMLO publicó en su Twitter: “La corrupción es la nueva peste del mundo, el neoliberalismo unió los negocios privados a los públicos. Urge separar el poder económico del político, que el gobierno represente a todos”.

Lo paradójico es que en algunos medios de Quintana Roo que ponderaron a Chucho Pool y a Mildred Ávila atacaron al diputado federal por Morena, Luis Alegre, que votó a favor de la iniciativa morenista de desaparecer el CPTM. En el senado, el legislador quintanarroense José Luis Pech también votó a favor y señaló que es importante la promoción pero en este momento es más importante frenar la corrupción.

Es interesante que a pesar de la campaña sui generis de Chanito Toledo, abanderando del Movimiento Ciudadano por la diputación del distrito 10, el candidato ha sido blanco de guerra sucia y fake news, condenable desde cualquier punto de vista. Eso da pauta para pensar en lo mal que andan los demás. La candidata de la alianza gobernante PAN-PRD-PESQ, Lily Campos simplemente no levanta, y su campaña es una guerra abierta con el candidato de Morena-PT-PVEM, Juan Carlos Beristain, como si se tratara de una segunda vuelta de la confrontación entre Cristina Torres y Laura Beristain.

Por razones de espacio, continuaremos la próxima entrega. En fin son cosas que pasan en nuestro país y en nuestro caribeño estado.

¡Hasta la próxima!

[i]Mérida, Yucatán[/i]
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