35 mil mexicanos mueren al año por consumo de bebidas azucaradas

Graciela H. Ortiz
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Martes 4 de febrero, 2020

Se calcula que unos 35 mil mexicanos mueren al año por enfermedades relacionadas con la ingesta de bebidas azucaradas (refrescos, jugos y aguas de sabor con azúcar), con un consumo anual que promedia los 167 litros sólo de refresco, la cuarta parte de las calorías que consumimos provienen de ese tipo de bebidas.

“De la década del 80 al 90 el consumo de refrescos aumentó en un 40 por ciento, al tiempo que disminuyó el de frutas y verduras”, señaló el médico especializado en nutrición, Simón Barquera Cervera, al presentar su libro ¿Hasta que los kilos nos alcancen?, en la Universidad Modelo.

El especialista, quien también trabajó en la iniciativa, que recientemente se acaba de aprobar, sobre etiquetado de alimentos afirmó que desde el año 2000 se describió el problema de la ingesta de bebidas azucaradas, pero que llevó 14 años para que se implementara una política pública, a través de un impuesto a los refrescos.

Lo mismo sucedió con el etiquetado de alimentos, en el que se comenzó a trabajar en 2007 y recién en 2019 se aprobó la iniciativa, explicó el también director del Centro de Investigación en Nutrición y Salud en el Instituto Nacional de Salud Pública de México.

“Toma mucho tiempo desde que la ciencia encuentra un asunto en el ambiente alimentario, que se tiene que cambiar, hasta que se implementa en un país”, aseguró.

Más adelante manifestó que la gente no cree en los impuestos, pero que el gravamen al refresco contribuyó a que se dejaran de consumir 67 mil toneladas de azúcar al año en nuestro país.

Con relación al etiquetado de alimentos, consideró que esta política ayudará de manera práctica y sencilla a que la población tome mejores decisiones a la hora de elegir lo que va a consumir.

“Hemos hecho estudios de comprensión, donde vemos que niños, personas de la tercera edad y de todos los niveles educativos entienden bien este etiquetado y los ayuda a realizar mejores elecciones”, indicó.

Si bien reconoció que ni los impuestos, ni el etiquetado solucionarán el problema de la obesidad, pero sí ayudarán a que “el sistema alimentario sea un poco más amigable y a que los individuos se defiendan mejor de toda esta mala calidad de productos que los rodean”.

Sostuvo que en general la situación en el país es muy complicada, ya que ha seguido aumentando la obesidad y las estrategias para su prevención no se han implementado, “en toda la administración anterior había una serie de estrategias que estaban claramente identificadas como educación en escuelas, etiquetado de alimentos, promoción, etc., y se dejaron de hacer y recién hasta ahora se están retomando”.

Finalmente opinó que a nivel nacional falta integrar más rápidamente las políticas que modifican el ambiente alimentario a través de regulaciones, “que no les vendan a los niños productos que les modifiquen sus hábitos, que se brinde orientación alimentaria, educación en escuelas y un diagnóstico oportuno.”

Consideró que existe una dimensión de inercias perversas, círculos viciosos comerciales e intereses financieros que afectan el sistema alimentario. Por ello puntualizó que a veces para modificar la norma social se necesita la regulación. “¿Cómo dejó la gente de fumar en el avión, regulando, y ahora ya es cultura”, refirió.

[b]El libro[/b]

Editado por el Instituto de Salud Pública, ¿Hasta que los kilos nos alcancen?, es una obra de difusión con 12 capítulos, con un lenguaje sencillo para cualquier lector.

Su nombre tiene que ver con una película de los 70 que se llamó Hasta que el destino nos alcance, donde en un futuro apocalíptico, en 2022, los humanos ya destruyeron todo el ambiente y lo único que les queda es producir unas galletas ultraprocesadas y de eso se alimentan, sólo los muy ricos pueden comer productos naturales, “eso está pasando ahora, la diferencia es que en la película lo hacen porque no les queda de otra pero ahora lo hacen por gusto; la gente con mucho gusto prefiere comprar, galletitas, panquecitos y cosas ultraprocesadas, en lugar de comida real”, concluyó.