Tan distintos, tan iguales

Margarita Robleda Moguel
Foto: Notimex
La Jornada Maya

Lunes 30 de marzo, 2020

En los últimos años he estado tejiendo un libro con fotografías; [i]Mujeres del Mundo: “Tan distintas, tan iguales, tan hermanas”[/i]. No importa de qué rincón del planeta seamos. ¿Qué queremos? Amar y ser amadas, ser apreciadas, respetadas; participar.

Más allá del color de la piel, la escolaridad, edad, geografía, a las mujeres del mundo nos falta aún buen trecho de camino para alcanzar la equidad.

Hace apenas unos días, las calles de las grandes ciudades se vistieron de lila para gritar exigiendo respeto “a ver si así me oyes”: ¡Basta! ¡Ni una más! ¡Nos queremos vivas!

El movimiento tuvo una respuesta que nunca imaginaron ni unas ni otros. Y luego… llegó un tsunami fulminante que nos mandó a casa juntos.

Dejamos de ser ellas y ellos, jefes y empleados, gobernantes y pueblo, aldeas y ciudades. Tan iguales.

Nos asombra saber que han sido contagiados personajes como Angela Merkel en Alemania, el príncipe Carlos de Inglaterra, Alberto de Mónaco, el primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, Tom Hanks, Plácido Domingo, entre otros. En México, ya saben: “calladitos se ven más bonitos”. Caras vemos… virus no sabemos.

Lorenzo Sanz, ex presidente del Real Madrid, y Lucía Bosé, madre de Miguel Bosé, fallecieron a causa del virus al igual que cientos y miles de personas anónimas.

Tan distintos, tan iguales. Tal vez ahora nos quede un poco más claro que estamos en el mismo barco independientemente del código postal en el que se encuentra nuestra casa. Quizá ahora comencemos a entenderlo y en nuestros propósitos y metas incluirlo. A final de cuentas, Bill Gates puede tener las mismas preocupaciones y precauciones para no adquirirlo que nosotros. La fragilidad del ser humano es una realidad que no pasa desapercibida incluso para Carlos Slim. El “y si…” nos hermana.

Las dos semanas se están convirtiendo en tres, en cuatro. Las vacaciones de Semana Santa y Pascua están en el paquete. La paciencia lucha por sobrevivir.

Sí, el coronavirus es una realidad, pero también lo son las consecuencias. La industria turística, entre otras, está sufriendo uno de los golpes más fuertes de su historia. En Cancún, una gran cantidad de hoteles ha cerrado; en Mérida, sobreviven con números rojos. ¿Qué sucederá con toda esa gente lanzada al vacío sin la protección social ni ahorros? ¿Alguien está previendo los resultados? ¿Qué sucederá con el bumerán de regreso? ¿Resultarán peor las consecuencias de las precauciones que nos han vendido como la pandemia del siglo? El gobierno tendrá que dar facilidades y los empresarios entender que hay que invertir en seguridad. Una cosa es peligro de cierre y otra dejar de acumular.

Pero bueno, la naturaleza manda mensajes alentadores o por lo menos yo estoy empeñada en encontrarlos. Me conviene. Cada año me asombra que, en tiempos de secas, la Madre Tierra nos regala las flores más bellas. Basta ver con qué generosidad explotan los flamboyanes. Esto, frente a lo que estamos viviendo, es un recordatorio que los problemas son retos de los cuales debe emerger lo mejor de nosotros mismos: toca recordar que, si bien somos tan distintos e iguales, también somos hermanos. Aprendamos a remar en una misma dirección: el bien común.

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Edición: Elsa Torres