Hubert Carrera Palí
Foto tomada de Google Maps
La Jornada Maya

San Francisco de Campeche
Martes 18 de abril, 2017

El descuido y la falta de interés han sido dos de los principales factores que han borrado parte importante de la memoria documental del Benemérito Instituto Campechano (IC), aunque también se registran robos de arte sacro y la desaparición de una valiosa colección de figurillas mayas originales, de retablos de la biblioteca principal y hasta de contenedores de agua de porcelana, documentó el cronista de la ciudad Manuel Alcocer Bernés, en lo que fue parte de su tesis de doctorado.

En entrevista con [i]La Jornada Maya[/i], el historiador pormenoriza el devenir histórico del Instituto Campechano (IC) y su tránsito por la institución como estudiante en los años sesenta, luego como docente, director de cultura y luego del Archivo Histórico por 31 años, de 1985 a 2015.

La memoria registrada del IC data del período 1823 -1857, refiere Alcocer Bernés, cuando fue el colegio clerical de San Miguel de Estrada; de 1857 a 1950, ya como Instituto Campechano, “porque de sus orígenes, cuando primero fue Ex Templo de San José, a partir de los jesuitas, no existe nada de esa memoria documental”, remarca.

Durante amena y prolongada charla en su oficina ubicada donde fuera la ex cárcel de Campeche, hoy habilitada como archivo municipal, Alcocer Bernés dejar entrever, en los cuatro muros de las paredes de donde despacha diariamente, su gusto por la lectura y por la cultura; extrañas y antropomorfas figurillas imponen asombro y curiosidad para propios y extraños.

El cronista indica que gran parte de la identidad bibliográfica del IC fue a parar a la entonces Universidad Autónoma del Sudeste (UAS), creada en 1975 por el entonces gobernador José Ortiz Ávila, a la que quiso asegurarle un acervo bibliográfico de altura.

Sin embargo, otros hechos documentados del siglo XX dan cuenta de la mutilación de la historia escrita y material del IC. En 1920, por órdenes del entonces gobernador Héctor Pérez Martínez, el primer edificio que a la postre daría origen a la edificación de la Benemérita Institución, el ex templo de San José, fue expropiado para su remodelación; con ello perdió toda su riqueza original interior, que fue edificada por jesuitas en el siglo XVIII.

También las crónicas relatan que en los años 90, el cuadro de San Roque que todavía se preservaba en el ex templo fue robado a plena luz del día. “Estaban reparando el edificio, llegaron unas personas, cortaron las orillas de la pintura y se la llevaron. Hasta hoy se desconoce su destino”, Alcocer Bernés. Agrega que sólo sobrevive el cuadro original de una virgen que dejaron los jesuitas luego de su expulsión, en 1767.

[b]Aquel patrimonio[/b]

Patricio Trueba de Regil, en el siglo XIX, fue uno de los más grandes rectores que a lo largo de su historia ha tenido el Instituto Campechano. Fue quien fundó un museo de antigüedades mayas, una galería de arte, un centro bacteriológico, un jardín botánico, un observatorio meteorológico, así como un museo de zoología con taller de taxidermia; además de un gabinete de física y química con modernos aparatos que fueron adquiridos en el extranjero, según documenta el historiador en su tesis de maestría.

Sin embargo de ese museo de antigüedades mayas no se sabe en qué paró y dónde están actualmente las piezas. La fauna disecada se disolvió por descuido y el paso del tiempo, y los equipos del gabinete de física y química también desaparecieron. Del lugar donde se ubicó el observatorio meteorológico tampoco hay antecedente.

En su libro [i]Ulises criollo[/i], uno de los más ilustres estudiantes de la benemérita institución, José Vasconcelos, hace referencia a la majestuosidad de la biblioteca del Instituto Campechano, detallando la textura y elegancia de sus múltiples anaqueles, de los que hoy día sólo existen dos.

También las paredes del Instituto Campechano resguardaban una colección de obras pictóricas de Pérez Piña, cuyo museo llevaba su nombre; hoy en ese lugar está la Alianza Francesa y se desconoce el destino de las pinturas.

El Instituto Campechano fue fundado por Pablo García y Montilla en 1860, su primer rector fue Tomás Aznar Barbachano, a quien tocó construir el segundo piso del edificio, con lo que se destruyó también una parte importante de la historia del hoy Campeche Patrimonio Mundial de la Humanidad, al demolerse decenas de casas a lo largo de la esquina en donde se asienta hoy el edificio, y fue al ex gobernador Héctor Pérez Martínez a quien correspondió realizar la remodelación interior de la benemérita institución.

El edificio albergó la primera universidad de Campeche, creada por decreto del gobernador Alberto Trueba Urbina, pero fue durante la época de José Ortiz Ávila que se reubicó, y construyó, la que hoy funciona como Universidad Autónoma de Campeche (UAC), en cuyo interior se guarda parte de la historia documental del IC.


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