Texto y foto: Kálmán Verebélyi
La Jornada Maya
San Francisco de Campeche
Martes 7 de febrero, 2017
La idea generalizada del fanático es que se trata de gente entregada a una causa religiosa, a un equipo de futbol, a un artista. Sin embargo, existen personas, como Manuel Pino Castilla, quien es fanático de algo inusual; de la cultura.
Este fanático ocupa, desde hace un año, la silla de director del área cultural de la Universidad Autónoma de Campeche, en cuyas oficinas conversamos.
Para comenzar, le externo que no percibo una penetración de los universitarios en la vida de la sociedad campechana, que al contrario de la filosofía de ”campus abierto” de las universidades europeas, la UAC es un “campus cerrado”, ensimismado en sus asuntos.
Pino rechaza mi punto de vista argumentando que el año pasado los diferentes grupos artísticos participaron en cerca de 700 eventos; hace dos años, apenas rebasaban 300. “Acompáñame - sugiere casi ordenando – te voy a enseñar los carteles de los eventos que hicimos”.
Tapiza los pasillos con el testimonio del trabajo del 2016. Saca unos 70. Los carteles están bien hechos, con tipografía, imágenes alusivas al evento. Tienen aire, realmente son llamativos.
“Nuestra función primordial es atender la demanda de los estudiantes de la Universidad. Tenemos grupos de danza, de jazz, el maestro Adolfo Esquivel dirige a los teatreros. En el edificio donde estamos hay espacio para los danzantes, para los que quieren pintar, para los que tocan algún instrumento musical”, enumera.
“Tenemos avances en la profesionalización de nuestros artistas. Los músicos, por ejemplo, hasta hace un año tocaban por oído; con la ayuda del maestro Alejandro Mora se les enseñó a tocar por notas, siguiendo el método de la escuela inglesa. El espectador no percibe el trabajo que hay detrás de las funciones. Y créeme, hay mucho trabajo”, dice.
Sigo con el tema de la vinculación entre universidad y sociedad, pero Pino celosamente defiende la postura de que ésta se da en los eventos y pone como ejemplo la feria de libro, que desde 2015 se realiza en las instalaciones de la UAC.
“La feria no tenía nada qué hacer en el Templo de San José, que pertenece al Instituto Campechano. Fue una decisión acertada celebrarla en la Universidad: triplicamos el espacio para los venteros de libros, en la explanada hubo teatro, lectura, en los talleres infantiles participaron más de mil 200 niños. Todo el evento fue un éxito”, comenta entusiasmado.
Con un suspiro profundo, me dice que los recursos no aumentan. “Desde hace años, el presupuesto del área cultural no ha variado. Sigo administrando la misma cantidad que Delio Carrillo o Ricardo Encalada tuvieron. Y es por eso que estoy orgulloso de lo que se logró en 2016”, afirma.
En la computadora procura la galería de fotos, y con satisfacción muestra la muchedumbre en la feria, el Maleconfest. “Ni se sabía en la Universidad que hay 12 bandas de rock integradas mayoritariamente por universitarios. El Maleconfest fue un evento de ellos, y ellos invitaron a las bandas de las colonias. Hubo un ambiente bien padre. Los chavos se vestían como querían, tocaron las rolas que seleccionaron. Fue un evento donde se respiró la libertad. Y el arte, en cualquiera de sus formas, es libertad”.
Y en esto estamos de acuerdo con Pino.
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