Juan Manuel Contreras
La Jornada Maya

San Francisco de Campeche
Domingo 1 de marzo, 2020

Entre sus murallas y baluartes, el corazón de la ciudad de Campeche alberga celosamente uno de sus secretos mejor guardados. En esta urbe costera son pocos quienes ignoran la historia de las guitarras campechanas de José I. Espinosa C., cuya tradición se remonta al año de 1870 y se ubica en el barrio de San Román.

Al atravesar el vestíbulo de la fábrica, ahora ubicada en el barrio de Guadalupe, el visitante reconoce de inmediato el olor a madera, que impregna el espacio. La gallardía de la familia Espinosa fue reconocida por el Patronato Pro Historia Peninsular (Prohispen) por su vasta trayectoria en la manufactura de guitarras. Recibieron una placa y un merecido homenaje.

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Han pasado 150 años desde que la precaria situación económica del puerto orilló a Lucas Espinosa Marrero, ebanista y músico, a combinar sus dos pasiones en un instrumento que estuviera a la altura de los ejecutantes más exigentes. Fue en El Pico de Orizaba donde la primera guitarra campechana vio la luz de manos de ese virtuoso artesano.

La ocurrencia fue recibida con emoción por los artistas de Campeche, pues les era imposible adquirir uno de estos codiciados instrumentos, según relata Wilfrido Espinosa Blanquet, actual propietario de esa añeja empresa, que ha sacado a flote cuatro generaciones y deleitado con sus acordes a incontables escuchas.

Tras la “osadía” de Espinosa Marrero, amigos y familiares despertaron el interés en los requintos que fabricaba, y fue así como su pasatiempo se transformó en un negocio a pequeña escala.

A su muerte, el abuelo José Inés Espinosa Cañetas tenía 17 años y los conocimientos necesarios para sacar adelante el negocio, con miras a un comercio más amplio por su mentalidad empresarial, aunque aún sin mucho éxito. “Salía con seis guitarras y regresaba con ocho”, comenta Espinosa Blanquet entre risas.

Aun así, persistió con la promoción de la guitarra campechana y, a cuentagotas, contra todo pronóstico, el negocio prosperó. La guitarra cobró fuerza a la par de la era del chicle, pues cuando llegaban los chicleros antes de bajar al monte, se hacían de esos instrumentos.

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El negocio de las guitarras campechanas ha atravesado diversas dificultades y etapas de altibajos. “Yo me consuelo con el dicho bíblico que reza ‘nadie es profeta en su tierra’, y en varias ocasiones he comentado que los campechanos no somos muy dados a apoyar las iniciativas de otros campechanos”, lamentó don Wilfrido, nostálgico.

La guitarra campechana se distingue, primero, por su estructura, pues es más pequeña, y su sonido, ya que goza de una sonoridad sin igual. En alguna ocasión un antropólogo le comentó que la guitarra es campechana porque las mujeres del estado son morenas, como el color del instrumento.

En la actualidad Guitarras José I. Espinosa C. “se está defendiendo”, a decir de Espinosa Blanquet; eso sí, dista mucho del auge que se vivió en los años 70 y 80, ya que “los padres no inculcan el amor a la música a sus hijos, ya sólo se distraen con el celular”.


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