Laura Poy Solano
Foto: Afp
La Jornada Maya

Ciudad de México
Jueves 12 de diciembre, 2019

La migración es un fenómeno global que afecta de manera particular a niños y adolescentes. Los jóvenes, mayores de 20 años, son quienes más migran por motivos educativos y laborales. En su Informe de seguimiento de la educación en el mundo 2019, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) destaca que aquellos que tienen estudios universitarios tienen cuatro veces más posibilidades de migrar.

En el documento [i]Migración, desplazamiento y educación: construyendo puentes, no muros[/i], advierte que las oportunidades educativas de quienes se mudan de forma interna también se ven afectadas por diversos motivos, entre ellos su precaria situación jurídica, la pobreza, la escasa atención del gobierno, los prejuicios y los estereotipos.

La Unesco señala que al menos 763 millones de personas viven fuera de la región donde nacieron, ya sea porque se mueven dentro de áreas urbanas o rurales o entre ellas o por flujos estacionales.

Las tasas de migración varían según la edad, pero alcanzan un pico entre los individuos de 20 años. Desde una perspectiva educativa, la movilidad interna afecta relativamente a pocos niños en edad de asistir a la escuela primaria y secundaria; sin embargo, un motivo muy importante para que los más jóvenes se muden a las zonas urbanas es el deseo de una educación de mejor calidad, refiere el informe del organismo multinacional.

En cuanto a los desafíos escolares que deben enfrentar los niños, adolescentes y jóvenes, subraya que la migración estacional, estrategia de supervivencia para la población en pobreza, puede perturbar la secuencia académica y exponer a los niños a riesgos vinculados con el lugar de trabajo y a convertirse en mano de obra infantil explotada.

En 2012, destaca el informe, cerca de 17.2 millones de menores de entre 5 y 17 años eran empleados domésticos, remunerados o no, en el hogar de sus patrones. Dos tercios de ellos eran niñas.

Las jóvenes, advierte, ven las labores domésticas como una manera de salir de las zonas rurales y proseguir su educación, pero a menudo la carga de trabajo que deben realizar termina impidiéndoles inscribirse en las escuelas.

Por lo que respecta a la población indígena, señala que la educación, en muchos casos, ha implicado una asimilación forzosa. Se suman a ello la pobreza y la movilidad a zonas urbanas, que involucran a menudo erosión cultural, pérdida del uso de su lengua y discriminación.

Esta situación, advierte, constituye un gran problema para jóvenes de poblaciones originarias hacia áreas urbanas.

En las ciudades de México, Ecuador y Perú, los adolescentes tienen menos probabilidades de hablar su idioma nativo que los de las zonas rurales, publica.


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