Francisco Trujillo
La Jornada Maya

Dallas, Estados Unidos
Domingo 29 de enero, 2017

Uno de los primeros actos de protesta realizados por mexicanos en contra de políticas migratorias de Estados Unidos ocurrió hace exactamente cien años, los cuales se cumplieron este fin de semana.

Esto ocurrió cuando un grupo de mujeres se reveló contra los discriminatorios baños de desinfección a los que eran sometidas al cruzar la frontera.

Durante tres días, entre el 28 y el 30 de enero de 1917, cientos de personas protestaron sobre el Puente Internacional Santa Fe, que une a El Paso Texas, con Ciudad Juárez, al bloquear el tráfico de tranvías y otros vehículos, para desafiar las medidas estadunidenses.

El episodio, que ha pasado a ser conocido en la historia como “Bath Riots” (Motines de los Baños), ocurrió semanas antes de que se promulgara en este país la Ley de Inmigración de 1917, la primera que impuso barreras a los trabajadores mexicanos que ingresaban a Estados Unidos.

Lo que originó la protesta fueron las medidas adoptadas a mediados de 1916, después de un brote de tifus en Los Ángeles, cuando el alcalde de El Paso, Tom Lea, pidió al Servicio de Salud Pública de Estados Unidos establecer una cuarentena.

Esto, dijo Lea, “porque cientos de mexicanos sucios e indigentes que cruzan diariamente traerán y esparcirán el tifus”, si no se adoptaban medidas.

Las autoridades sanitarias ordenaron entonces que todos los mexicanos que ingresaban al país a través de la frontera fueran “desinfectados”, sometiéndolos a tratamientos y baños químicos contra piojos y otras plagas.

Los mexicanos eran desnudados completamente mientras que sus ropas eran rociadas con “Zyklon B”, un pesticida a base de cianuro que fue usado posteriormente por la Alemania Nazi durante el holocausto para exterminar judíos en las cámaras de gas.

Las instalaciones donde se efectuaban estos procedimientos fueron llamadas por los mexicanos “las cámaras de gas”.

Las mujeres padecían aún una mayor degradación, dado que además de los baños, sus cuerpos desnudos solían ser fotografiados por guardias de inmigración, y las fotos circulaban luego en las cantinas de El Paso y de otras ciudades.

La mañana del 28 de enero de 1917 Carmelita Torres, una adolescente de 17 años, cruzó el puente internacional de Santa Fe hacia El Paso, como hacía todos los días, para limpiar las casas de las familias estadunidenses.

Pero a diferencia de la rutina diaria, cuando se le pidió a la residente de Ciudad Juárez que bajara del tranvía para su baño y desinfección de gas, Carmelita se negó hacerlo.

Carmelita convenció a otras 30 pasajeras del tranvía para que se unieran a ella. Pronto, las jóvenes dejaron el vehículo para protestar por la brutalidad.

Una hora más tarde, alrededor de 200 mujeres bloqueaban el tráfico hacia El Paso en disidencia. Artículos de prensa que informaron luego del evento, reportaron que en la protesta participaron “varios miles” de manifestantes.

Después de desencadenar una protesta imprevista de miles de personas en sólo cinco horas, Carmelita fue arrestada. Actuando en forma coordinada, tropas de Estados Unidos y México detuvieron la manifestación.

Al día siguiente, el 29 de enero, la protesta continuó, pero esta vez la mayoría de los manifestantes eran hombres. La policía de Ciudad Juárez procedió entonces a detener a muchos de los manifestantes y la caballería del ejército mexicano dispersó a los demás reunidos en el puente.

Los propietarios de negocios en El Paso y las familias que no tenían trabajadores, pidieron que se solucionara pronto la situación, ya que la mayoría de los trabajadores se negaban a cruzar para ir a trabajar a El Paso.

Las medidas sanitarias se relajaron un poco cuando se informó que los certificados de sanidad serían válidos por una semana, lo que permitía cruzar varias veces sin tener que ser sometido a los baños.

Para el 30 de enero las medidas cautelares adoptadas por las autoridades de ambos lados de la frontera habían frenado los disturbios. Dos hombres y una mujer fueron arrestados en el lado estadunidense del puente por agredir a un oficial de aduanas y a un soldado de infantería, pero no se informó más de violencia.

A pesar de las protestas y de los esfuerzos de mujeres como Carmelita Torres, los peligrosos baños y fumigaciones continuaron durante décadas hasta finales de los años de 1950.

Algunos mexicanos mantuvieron a lo largo de esos años protestas aisladas en contra de las medidas sanitarias, organizando cruces ilegales de la frontera, que no eran comunes en aquel entonces, para evitar así el procedimiento.

Los baños fueron abolidos a finales de la década de los cincuentas, después de que las autoridades de salud concientizaran de los peligros de rociar químicos como DDT sobre las personas.


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