“Los pensamientos suicidas se detuvieron”, fueron las palabras de Sarah tras recibir el equivalente a un marcapasos para el cerebro para solucionar su problema de depresión severa que ningún tratamiento existente lograba controlar.
Investigadores de la Universidad de California en San Francisco (UCSF) injertaron con éxito a Sarah un dispositivo desarrollado para estimular el circuito cerebral de manera específica con lo que restablecieron los patrones depresivos y mejoraron su condición.
De acuerdo con un comunicado de la UCSF, el dispositivo actúa con tal precisión que pudo atender una depresión resistente a todos los tratamientos y que no curaban sus síntomas.
“Estaba al final de la línea. Estaba muy deprimida. No podía verme a mí mismo continuando si esto fuera todo lo que pudiera hacer, si nunca pudiera ir más allá de esto. No era una vida que valiera la pena vivir”, confesó Sarah a la universidad.
Y es que la depresión de la mujer fue atendida con medicamentos y hasta con electrochoques, tratamiento conocido como estimulación cerebral profunda tradicional, sin que nada la hiciera sentir mejor, pero la propuesta de la UCSF es personalizada y actúa en las zonas neuronales que activan los síntomas.
“Lo que hizo que este ensayo de prueba de principio fuera exitoso fue el descubrimiento de un biomarcador neuronal, un patrón específico de actividad cerebral que indica la aparición de síntomas, y la capacidad del equipo para personalizar un nuevo dispositivo DBS para responder solo cuando reconozca ese patrón. Luego, el dispositivo estimula un área diferente del circuito cerebral, creando una terapia inmediata bajo demanda que es única tanto para el cerebro del paciente como para el circuito neuronal que causa su enfermedad”, explica la UCSF.
Aquí un video explicativo del trabajo del dispositivo.
Casi de inmediato, Sarah logró aliviar los síntomas de la depresión y a 15 meses de haber recibido el implante, los resultados siguen siendo exitosos.
La innovación de la UCSF
Neurocirujanos de la Universidad de California realizaron estudios para comprender la depresión y ansiedad enfocados en los patrones de actividad eléctrica cerebral que se correlacionaban con los estados de ánimo, con lo que identificaron nuevas regiones cerebrales que pueden estimularse para mejorar a los pacientes deprimidos.
Katherine Scangos, Andrew Krystal y Edward Chang fueron los especialistas encargados de desarrollar el mapeo de la situación de la paciente para definir el circuito de la depresión.
El dispositivo de neuroestimulación es similar a los que se usan para tratar la epilepsia, pero al ser personalizado permite encontrar y aliviar los síntomas específicos, algo nunca antes probado en la siquiatría.
"Este éxito en sí mismo es un avance increíble en nuestro conocimiento de la función cerebral que subyace a las enfermedades mentales", destacó la investigadora Katherine Scangos.
Sarah es apenas la primera paciente en probar esta terapia, que sigue en su proceso de investigación y cuando haya sido probada con éxito en más personas se pedirá aprobación a la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) para poder atender la depresión severa. Es un camino que puede tomar algunos años.
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