Para Asma, una saudita de 32 años, pasar un día en la playa con su novio era algo impensable en su país ultraconservador. Pero hoy, en una playa en el oeste del reino, se regocija de poder vivir una vida "normal".
"Estoy feliz de poder venir a la playa y pasar un buen momento. Es un sueño", dice, vestida con un traje de baño, aún mojado, cubierto por una camiseta azul.
Desde hace cuatro años, este rico país petrolero se ha embarcado en una campaña de reformas económicas y sociales, bajo el liderazgo del príncipe heredero Mohamed bin Salmán.
Las mujeres pueden ahora conducir, los cines reabrieron y ya no hay segregación por sexos en eventos deportivos o musicales.
No obstante, esta apertura se ha acompañado de una política implacable de los críticos del príncipe heredero y muchas activistas de los derechos de las mujeres están detenidas.
En Pure Beach, una playa para mujeres y hombres ubicada a un centenar de kilómetros de Yedá, una ciudad al oeste del reino conocida por ser la más abierta del país, es posible olvidar, al menos por un momento, que estás en Arabia Saudita.
Pagando un derecho de entrada de 300 riales (81 dólares o 70 euros), las mujeres pueden bañarse en las aguas turquesa del Mar Rojo en bikini. Hombres y mujeres pueden fumar shisha sobre la arena blanca o pasear a sus mascotas. Pero el alcohol está oficialmente prohibido, como en el resto del reino.
Las parejas no están obligadas a presentar un certificado de matrimonio a la entrada, como suele ocurrir en otros lugares como los hoteles; pero se pide a los asistentes que dejen sus teléfonos móviles en la entrada para garantizar la privacidad de todos, dice un funcionario de King Abdullah Economic City, la nueva ciudad donde se encuentra Pure Beach.
"Paraíso"
Tras la puesta del sol, la playa se convierte en una discoteca al aire libre, con bailarinas que se contonean al ritmo de la música occidental.
"Me sorprendió encontrar este tipo de libertad y apertura. Es como en Estados Unidos", dice a la Afp Mohamed Saleh, un ingeniero que acaba de regresar al reino tras una década fuera.
Antes, los sauditas tenían que viajar al extranjero -a otros países de Oriente Medio o a Europa- para disfrutar de este tipo de libertad.
"Hace unos años no se nos permitía escuchar música e ir a la playa, así que para nosotros esto es un paraíso", se entusiasma Hadil Omar, una egipcia que creció en Arabia Saudita.
Edición: Emilio Gómez
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