La ley sobre homosexualidad adoptada este año en Hungría ha tenido consecuencias para la comunidad LGBTTTI, que está decidida a responder, mientras el primer ministro Viktor Orban mantiene su postura a pocos meses de las elecciones legislativas.
Para Janos Szakacs, quien administra una librería en Budapest, la entrada en vigor en julio de ese "texto estúpido", impulsado por el primer ministro nacionalista, implicó una carga de trabajo adicional.
Recibida por una oleada de críticas, la ley prohíbe la "promoción o difusión" de productos que "expresen homosexualidad" o representen una "desviación de la identidad con respecto al sexo de nacimiento", trazando una amalgama entre la pornografía y la pedofilia, según sus detractores.
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"Yo tengo que envolver en plástico los libros (sobre temas homosexuales) y separarlos de los otros", se queja el comerciante en su tienda.
El libro El país de los cuentos para todos, una colección inclusiva que presenta como gay al Príncipe Encantado y provocó la furia de Orban, debe ser colocado lejos de las manos de los niños en la parte alta de los estantes.
Para el librero, una disposición como esa, que llama la atención de los clientes, resulta "contraproducente".
Irónicamente, Dorottya Redai, cuya agrupación lesbiana Labrisz acompañó el lanzamiento de la obra, celebró la publicidad gratuita. "El libro sale en 10 lenguas para el mercado extranjero" tras el gran éxito en Hungría, dijo sonriendo.
"Luz verde" a la violencia
Pero la nueva ley tuvo otras repercusiones nefastas, según esta militante, que se queja de no ser más invitada a las escuelas donde solía ir a hablar sobre la homofobia.
Hay un "efecto paralizante" en los programas de sensibilización contra la discriminación, señaló.
En el cine comienzan a emerger ejemplos de censura. La comedia romántica estadunidense de 2015 Cásate conmigo (Jenny's Wedding), en la que aparece una pareja de mujeres, está prohibida para menores de 18 años y sólo puede ser proyectada tarde en la noche.
Orban ha adoptado los últimos años numerosas medidas consideradas "homófobas", denunciadas por organizaciones civiles por provocar el odio entre la población.
"La minoría que está lista a acudir a los golpes puede sentir que tiene luz verde del gobierno", se indignó Luca Dudits, de la ONG Hatter Society.
Los ataques se han duplicado en un año, según este militante, quien compila los casos. Muchas personas homosexuales no se atreven más a vivir abiertamente, en especial en zonas rurales.
Nagy Boldizsar, editor del libro vilipendiado, dice que quiere irse de Hungría, donde asegura haber recibido amenazas anónimas, para vivir una "existencia más digna y abierta".
Apuesta arriesgada
En respuesta al ostracismo, Labrisz hizo poner un adhesivo a los ejemplares a la venta para recordar que "todo el mundo tiene derecho a sus cuentos de hadas, incluso envueltos en plástico".
En otro acto de rebelión, tres cadenas televisivas decidieron desafiar la censura al difundir un video que recuerda a las "tribus arcoíris".
Las muestras de solidaridad se multiplican. Unas 40 representaciones diplomáticas han expresado su apoyo y un récord de 30 mil participantes adhirieron a la marcha de orgullo de julio, pese a la presencia de unos 200 contrarios, algunos con afiches de "alto a la pedofilia LGBTTTI".
La Comisión Europea, cuya presidenta Ursula von der Leyen calificó la ley como una "deshonra", abrió un procedimiento de infracción contra Hungría.
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Ella señaló que Hungría contraviene los derechos a la libre expresión y la no discriminación, así como a la libre prestación de servicios y la libre circulación de mercancías.
Pese a las advertencias, el gobierno mantiene su idea de organizar un referendo para jactarse del apoyo mayoritario, al mismo tiempo de las elecciones legislativas.
"Queremos proteger a nuestros niños de la propaganda LGBTTTI, así como vamos a proteger a las familias de los migrantes", insistió Orban esta semana.
Es una apuesta arriesgada, según la analista política Andrea Virag, dado que las encuestas no muestran tanta hostilidad hacia los LGBTTTI.
"Orban acostumbra escoger enemigos" para sus referendos o antes de votaciones, indicó. "Pero en Hungría hay una fuerte comunidad LGBTTTI y, si la ataca para atraer votos, no será tan eficaz", aseguró.
Edición: Estefanía Cardeña
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